17 de noviembre 2006 - 00:00
Excentricidad: se rodó un film con medios de los '40
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Y no sólo lo hizo mentalmente: para la filmación de «El buen alemán», Soderbergh recreó las condiciones técnicas de un set de Hollywood de los años '40, para autoimponerse las limitaciones técnicas que tuvieron los grandes directores de la edad de oro del cine. ¿Una locura? «De otra manera no hubiese sido honesto», dijo Soderbergh. «Muchas veces, los grandes hallazgos artísticos de maestros como Curtiz no provenían de los medios con los que contaban para filmar sino de su carencia».
Y así, mientras preparaba la segunda secuelade «La gran estafa», que se llamará «Ocean's Thirteen», con todos los adelantos tecnológicos con los que cuenta actualmente el cine, obligó a su equipo de filmación a vivir durante varias semanas «fuera del tiempo», como en un hueco hallado en un relato de ciencia ficción a mediados de los años '40.
Según sus dichos, lo que trató especialmente de evitar fue ese aire falso que tienen tantas películas ambientadas en esa época, que comienzan en blanco y negro y luego viran al color y, a veces, a los efectos especiales. «No era cuestión de mantenerse fiel a lo monocromático, sino también a la técnica, a los ángulos de filmación, a la iluminación no naturalista, a los desplazamientos de la cámara a lo largo del set, a la manera de actuar y hablar que tenían los actores en esa época. O todo, o nada», dijo Soderbergh. «Esa es una gramática cinematográfica perdida, que quedó pulverizada después de la llegada de la televisión».
El propio Soderbergh, que también es director de fotografía de sus películas (aparece con el seudónimo de Peter Andrews), fue quien más se autoexigió: hizo a un lado toda la funcionalidad de los lentes modernos, y empleó los obsoletos sistemas fijos que se utilizaban en aquella época. Inclusive, encontró algunos apuntes sobre cámara y continuidad de puño y letra de Curtiz, que adoptó como su «biblia» para la filmación. «Panavision debió reciclar viejo material suyo y adaptarlo a mis necesidades, lo hicieron muy bien», manifestó.
Lo mismo con el sonido: nada de micrófonos multidireccionales, nada de «body mics» (esos pequeños aparatos ultrasensibles que suelen llevar entre su ropa los actores, y que captan hasta el menor susurro). Como en los viejos tiempos, el boom man debió treparse y colocar esos grandes micrófonos sobre la cabeza de los actores, y seguir sus movimientos.
El tema de los convencionalismos estuvo también a la orden del día: así como con el paso del tiempo el cine tendió a darle mayor realismo a personajes y situaciones haciendo hablar a los ingleses en inglés y a los alemanes en alemán subtitulado, Soderbergh regresó a aquellos diálogos donde los extranjeros, para demostrar su condición de tales, hablaban en inglés con acento fuerte y, a veces, ligeramente ridículo.
«Hacer la película de esta manera también nos ahorró costos», dijo el director. «Por ejemplo, no tuvimos ningún problema en insertar viejo material fílmico del Berlín de aquellos años en nuestra película. Se ve muy real. En cambio, si hubiera rodado en colores, tendríamos que haber viajado a Alemania con todo el equipo, y todo habría sido distinto».
Un experimento original, sin duda, que aunque no tenga demasiada suerte en los Oscar, o entre el público, al menos quedará definitivamente registrado en el Guiness de los Records.
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