9 de julio 2002 - 00:00
Exponen trabajos de un pionero de la fotografía
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La dialéctica de sus fotografías supera el aparente conflicto entre documento y creación. En la exposición llevada a cabo en 1969, en el Museo de Arte de Berna, organizada por Harald Szeemann, se reunieron 69 artistas de distintos países en una muestra histórica que se llamó When Attitudes Become Forms (Cuando las actitudes devienen en formas). La exhibición convirtió a Szeemann en el curador más importante de Europa, y continuó su trayectoria en la V Documenta de 1972, en Kassel. La propuesta de Szeemann se basó en el planteo de que una obra de arte es la concreción de un proceso mental, una actitud que se materializa en una forma, y no una entelequia o una técnica. Con esa perspectiva, la fotografía entró oficialmente en el campo de las artes visuales, superando la tradición de ser un medio y no una obra; y abandonando el hecho de ser juzgada incapaz de proponer una dialéctica en el campo de las artes visuales. Es decir, el medio fotográfico se integró de una forma curiosa y paradojal en el mundo de las artes visuales.
•Evolución
Históricamente la fotografía era una narración y/o un documento, pero sin calidad artística, con imágenes frágiles. La paradoja de la entrada de la fotografía en las artes visuales fue anticipada por Alvarez Bravo.
En 1980, el crítico Michel Nuridsani (que recientemente publicó en el diario Le Figaro un comentario sobre nuestro artista-fotógrafo Dino Bruzzone) organizó la muestra ¿Se llaman pintores? ¿Se llaman fotógrafos? Ese título terminaba con la discriminación entre aquellos que usan la fotografía como medio, y los fotógrafos puros. Creemos que Alvarez Bravo practica simultáneamente la fotografía y la pintura, con el medio fotográfico. Es como cuando Marcel Duchamp mostró su Portabotellas o su Urinal, en el Museo de Nueva York. Por eso, en esta seleccionada muestra del gran artista mexicano, que cumple en el 2002 cien años, el medio fotografía aparece como medio y no como un fin.
Podríamos decir que pasa lo mismo en toda la pintura contemporánea, las instalaciones, el video, donde las técnicas no son un fin en sí mismos sino herramientas de los artistas creativos. «Las imágenes de Alvarez Bravo -escribió Roberto Tejeda atestiguan una vida empeñada en representar los espacios históricos, el contenido social y el tránsito sin nombre, de ángulos discordantes entre las figuras y los objetos o los pliegues de la desnudez. Su labor es una visión de un amplio paisaje, imaginario y real, poblado de formas vitales, de algún modo más resonante hoy bajo la penumbra del siglo que desvanece.»
La muestra que se presenta en el Museo Nacional, incluye obras de distintos momentos de su larga trayectoria, desde la década del 20, como su conocida «Calabaza y caracol» (1928), y la emblemática «La buena fama durmiendo», 1938/39. Sobre ella Tejeda señaló que aún «tiene algo que decir sobre las ideas surrealistas, acerca de la belleza femenina en cuanto convención movediza, y del erotismo desprovisto de vida, a través de las simulaciones rígidas del cuerpo.» «Margarit de Bonampak», 1949; «Los perros durmiendo ladran», 1966; «Intermedio», 1975; y su notable serie, homenaje a la tecnología de la imagen, rememorando a Joseph Nicephore Niepce, 1985.
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