5 de junio 2007 - 00:00

Familia disfuncional que no sólo hace reír

ElviraVillarinodeslumbracomo lamadrelasciva einfantilizada,y en el buenelencotambiénbrillanPatriciaBiurci (la hijamaníaca ycon deliriosmísticos) yLuz Palazón(«la deVicenteLópez» deltítulo).
Elvira Villarino deslumbra como la madre lasciva e infantilizada, y en el buen elenco también brillan Patricia Biurci (la hija maníaca y con delirios místicos) y Luz Palazón («la de Vicente López» del título).
De familias disfuncionales está lleno el teatro argentino. Un síntoma que tal vez sea tenido en cuenta, algún día, para analizar nuestra realidad social. Pero por ahora no hay que amargarse, las piezas nacionales siguen abordando el tema con buenas dosis de humor. Tal es el caso de este nuevo trabajo de Julio Chávez (ya muy afirmado en su rol de dramaturgo y director) cuya acción transcurre durante un festejo de fin de año. Es el punto de partida ideal para mostrar las rivalidades, manejos de poder y disputas de índole económico que subyacen en cualquier grupo familiar.

La de Vicente López del título es Alicia, una divorciada adinerada y de grandes ínfulas (muy buen trabajo de Luz Palazón) que llega a casa de su hermana (un personaje desquiciado que provoca carcajadas con su impudor) acompañada por su joven amante. Durante la reunión, él se convierte en el centro de todos sus sarcasmos y humillaciones (ella está dolida por su reciente infidelidad), hasta que finalmente se rebela y le devuelve con creces todos sus insultos. Alicia suele abusar de su poder, pero esta vez no pisa en terreno firme. Al igual que la protagonista de «Rancho» -otra pieza de Chávez, que también protagonizaba Palazón- siente que los miembros de su familia son salvajes, feos y sucios.

Para empezar, su sobrino veinteañero tiene un muy bajo coeficiente mental y no es fácil de controlar; mientras que Isabel, su sobrina mayor (conmovedora actuación de Patricia Biurci), trata de llevar adelante esa casa, pero también evidencia ciertos rasgos maníacos y algún que otro brote de delirio místico. Aún así, quien más saca de quicio a «la de Vicente López» es su hermana Beatriz, una mujer lasciva e infantilizada. La interpretación de Elvira Villarino es deslumbrante y luce tan real que en algunos momentos cuesta creer que esté actuando.

En verdad, todas las puestas de Chávez se destacan por su buen nivel interpretativo, y también por desplegar un amplio espectro de conductas y situaciones muy reconocibles que siempre remiten a conflictos más profundos, incluso de índole social. «La de Vicente López» tiene muchos puntos en común con «La omisión de la familia Coleman» (uno de los grandes éxitos del circuito off), pero denota un mayor interés por la calidad humana de sus protagonistas ( aunque ocupen un rol secundario como el pintor que interpreta Miguel Cavia) que por el desarrollo de un conflicto central.

Aquí lo que importa son los distintos grados de desamparo que aquejan a estos personajes y su dificultad para ayudarse unos a otros.

Impresiona el alto voltaje de algunas discusiones y la naturalidad con que fluyen todos los diálogos, aún tratándose de una obra muy incisiva y con apuntes de humor negro. Cabe destacar por último la sugerente escenografía de Chávez que permite que el público construya mentalmente los ambientes que no están a la vista. Esas paredes sin pintura son un claro reflejo de la situación de una familia que intenta mejorar, pero no puede.

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