9 de julio 2003 - 00:00
"Granta" enfrenta la fanfarria del marketing de los editores
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Desde hace una década editores iberoamericanos, que cosecharon sucesos editoriales gracias a autores aparecidos en «Granta», venían proyectando publicar la traducción de esa revista. Por caso, Jorge Herralde, dueño de Anagrama, que decidió celebrar en 1999 el trigésimo aniversario de su editorial en Londres con el «British Dream Team» que diera popularidad «Granta» en 1983: Martin Amis, Ian McEwan, Julian Barnes, Graham Swift. En la Argentina, en 1998 Ricardo Sabanes desde la base local del Grupo Planeta propuso esa idea a la central española. Tras la compra por el holding de los Lara de la editorial argentina Emecé a la familia Del Carril, la que publica las «Obras Completas» de Borges pasó a estar en España bajo la dirección de la norteamericana Valerie Miles, y el proyecto de publicar «Granta» en castellano se hizo realidad.
«Granta» nació en 1889, cuando un grupo de muchachos de la Universidad de Cambridge decidió crear una revista estudiantil, con el nombre del río que cruza el pueblo. Si bien durante casi 90 años la revista tuvo la forma de publicación juvenil, dió espacio a colaboradores que se volvieron figuras destacadas de las letras británicas, como Ted Hughes y Sylvia Plath. Cuando en 1979 la publicación estaba en plena decadencia, un grupo de graduados decidió transformarla. El norteamericano Bill Buford asumió la dirección y logró el apoyo de Penguin Books. su idea fue «no publicar, aunque su calidad sea incuestionable, ensayos académicos o sobre escritores, reseñas, reportajes o crónicas cuyo interés sea inmediato y circunstancial; ni ciencia ficción o narrativa romántica, fantástica, histórica, policial; poesía; ni narrativa de viajes que carezca de intención literaria». Fue la base de su éxito. Cuando años después Rea Hederman, un hombre de larga tradición periodística familiar, editor de «New York Review of Books», adquirió «Granta», la revista pasó a ser británico-norteamericana, y alcanzó difusión internacional. Hoy «Granta» es recordada por haber bautizado a una generación de escritores como la del «Realismo sucio», y en tres décadas sucesivas, a partir de 1983, haber marcado entre «los mejores de las nuevas letras inglesas», muchos escritores considerados ahora como clásicos de la segunda mitad del siglo XX. Para Ian Jack «lo que en principio había sido un ejercicio para promover la novela literaria cuando había muy pocos focos iluminando esa rama particular de la cultura puede ahora desempeñar un papel nuevo para el consumidor como guía independiente de novelistas que merecen ser leídos en una época en la que 'el emocionante debút de un escritor jóven con gran talento' se ha vuelto la nota habitual en la sobrecubierta de los libros, y en la que tantísimos focos están controlados por el dinero del marketing y la suma de anticipo a los escritores».
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