10 de enero 2020 - 00:00

Grato documental sobre Vito Dumas

Si hoy mismo cruzar el océano en un velero es un desafío al que pocos se animan, imagine el lector lo que habrá sido en 1931, cuando Vito Dumas se animó a cruzarlo totalmente solo, con los magros recursos de aquel entonces y en una embarcación que ya estaba para jubilarse. Esa fue su primera hazaña. La mayor vino después, cuando unió los tres océanos en una vuelta al mundo por un camino que nadie había vencido hasta entonces, el de “los cuarenta bramadores”, como se llama todavía a los vientos que agitan los peores oleajes del planeta. Para más, lo hizo en tiempos de guerra, lo que dificultaba cualquier ayuda en caso de una posible desgracia. Y luego, desafiándose a sí mismo, sus siguientes travesías tampoco fueron fáciles. La gente se agolpaba en los muelles para verlo arribar, hubo un tango en su homenaje, “Navegante”, y una marcha con su nombre, libros de navegación difundidos en medio planeta, un cargo honorario en la Marina de Guerra, un monumento en la lejana Noruega. Pero también hubo envidias, sabotajes, difamaciones. La política lo aprovechó y lo arrinconó, según fueron cambiando los tiempos. Rodolfo Petriz, periodista, profesor de filosofía y divulgador de temas científicos, desarrolla aquí su biografía. Visita en Arcachon, Francia, el pequeño astillero donde le prepararon sin mayor expectativa su primera nave, la misma que hoy engalana el Museo del Transporte de Luján, se ilustra con abundante y variado material de archivo de diversos países, charla con quienes lo acompañaron también en el ocaso, da espacio a verdaderos conocedores de la navegación, que enseñan con claridad los misterios del mar, y del marino. Un solo misterio dejan en pie, con sonrisas pícaras: ¿qué, o quién, acaso qué amor, se ocultaba en el reiterado y extraño nombre de sus naves? Buen documental, atrapante y bien informativo.

P.S.

“El navegante solitario” (Arg., 2019); Dir.: Rodolfo Petriz; documental.

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