14 de octubre 2004 - 00:00

"La mala educación"

Gael García Bernal como la travesti Zahara en «La mala educación», uevo film de Pedro Almodóvar.
Gael García Bernal como la travesti Zahara en «La mala educación», uevo film de Pedro Almodóvar.
«La mala educación» (id., España, 2004; habl. en español). Dir.: P. Almodóvar. Int.: G. García Bernal, F. Martínez, J. Cámara, D. Giménez Cacho, L. Homar y otros.

Era difícil, después de «Hable con ella», que Pedro Almodóvar alcanzara, al menos de inmediato, una película de similar valor. Es casi una ley de la creación artística. Aquel film cerró, de alguna forma, una etapa en su obra. La ambigüedad sexual, uno de sus temas permanentes, ya no se reconocía ni en el desenfado jocoso de su época de la «movida», ni en ese tapiz más elaborado en el que mezcló géneros y estilos y se fue aproximando al drama maduro. En «Hable con ella» alcanzó una depuración expresiva propia de los grandes maestros; sus personajes, los parlantes y los mudos, se ubicaban más allá de la frontera del sexo, y el intercambio entre ellos se producía en un nivel más conceptual que puramente anecdótico.

«La mala educación»
representa, en cambio, uno o dos pasos atrás. Es una película regresiva, un híbrido donde se identifica al Almodóvar de los primeros años, aunque sin el desparpajo, la alegría ni la desprolijidad de entonces. Como si hubiera vuelto a jugar con juguetes que ya no lo pertenecen, o intentado enfundarse en vestidos que ya no le quedan nada bien. «La mala educación», tal vez, debió haber sido filmada hace veinticinco años, con menos técnica narrativa y sabiduría que las que tiene ahora, pero con aquella inocencia y aquel humor de los que hoy carece. Su historia parte del reencuentro de dos ex compañeros en una escuela de curas ( aunque una revelación ulterior, no anticipable aquí, modificará el planteo): uno de ellos es Enrique, director de cine (Fele Martínez), el otro Angel (Gael García Bernal), actor y guionistadesocupado, que busca trabajo con él y se vale, para ello, de la relación amorosa que ambos mantuvieron en aquellos años.

Angel lleva consigo un guión, «La visita» (que Almodóvar escribió, efectivamente, en los '80), representación más o menos fiel de los años en el internado, cuando el padre Manolo (Daniel Giménez Cacho) abusó de quien hoy es Angel, o Zahara en ese guión, una travesti escultural que busca venganza. Los móviles auténticos de ese deseo de revancha, como en un film policial, sólo se conocerán en el desenlace.

Así Almodóvar se entrega, con buen resultado formal pero escaso espíritu, a la técnica del «cine dentro del cine dentro del cine», porque también hay un tercer nivel de ficción cuando el padre Manolo se «hace su propia película» con las imágenes de aquella pecaminosa relación. Y aquí hay que apuntar algo: «La mala educación» no es, como algunas veces se publicó, un film que busque enjuiciar los presuntos desvíos de algunos sacerdotes en escuelas de internados (Almodóvar es un artista, no un vulgar movilero de cámara oculta). El padre Manolo, que deja los hábitos y termina convertido en el típico villano de film noir, tiene la suficiente entidad de personaje y no podría ser confundido con la representación de un colectivo o una institución.

«La mala educación»
prescinde de mujeres, al menos protagónicas (cuando Almodóvar es uno de los mejores directores de actrices), y eso también resiente este film oscuro y claustrofóbico. En «Hable con ella», el insondable misterio del sexo daba lugar a una obra sobre la palabra y el espíritu. «La mala educación», pese a toda su elaboración, no deja de ser, finalmente, una película sobre braguetas.

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