Palestina, 1917. Rudolf Höss, de apenas 16 años, recibe la Cruz de Hierro por su arrojo en combate contra los ingleses. Volverá al hogar con una sola obsesión: servir a su patria en lo que le ordenen. De nuevo Palestina, cerca de 1937. El doctor Lasker, abogado alemán de ascendencia judía, visita la zona pero no tiene ganas de mudarse. Volverá al hogar pensando que Hitler no puede ser tan criminal ni los alemanes tan necios.
"La sombra del comandante": memoria del horror en carne viva
El documental de Daniela Volker reúne al hijo del carnicero de Auschwitz, Hans Jurgen Höss, con la hija de una víctima del Holocausto, Anita Lasker. Los ancianos recorren el campo, meriendan juntos, y abominan de la tragedia
-
Prime Video: una mujer encuentra un vestido rojo en una tienda de rebajas sin darse cuenta que la maldición será su compañía
-
Grabó Harry Potter mientras atravesaba una dura enfermedad y nadie lo notó: la historia que pocos conocían de Maggie Smith
Uno se convertirá en el creador y mandamás de Auschwitz, e impulsor del uso del gas Zyklon B para acelerar la llamada Solución Final. El otro será una más de sus millones de víctimas. De la familia Lasker solo la hija quedó viva. Ahora, en Londres, ya ancianos, Hans Jurgen Höss, hijo del asesino, visita a la hija de esos desdichados, Anita Lasker, y comparten la merienda.
Alguna vez, sin saberlo, fueron vecinos. Él era un niño que vivía como un príncipe junto a sus hermanos en el barrio militar, tal como lo describe el film ganador del Oscar “Zona de interés”. Ahora visita con tímida ternura esa casa de infancia, casi lindera con el muro del campo de concentración.
Allí, apenas cruzando el muro, Anita, temprana adolescente, sobrevivía tocando el cello en la orquesta de Auschwitz, una orquesta que entretenía a los soldados y acompañaba la marcha de los condenados hacia la cámara de gas. Eso fue hace más de 80 años, y ninguno de los dos tenía ganas de recordarlo.
Pero la hija de ella, movilizada por lo que llaman trauma de la segunda generación, y el hijo de él, cargado de culpa por lo que hizo su abuelo, insistieron en saberlo todo, y tenerlo todo presente. Ellos gestaron la recorrida del anciano Hans por el campo, bajo un cielo rojizo de amanecer, y el encuentro con la venerable Anita, ya de 98 años, todavía fumadora y de voz firme.
De eso trata el documental de Daniela Volker “La sombra del comandante”. Otras dos sombras se extienden al atardecer por el desierto palestino, al comienzo de la película. Son las del anciano y su hijo, pastor evangélico obsesionado por una maldición del Antiguo Testamento (Deuteronomio cap. 20) que ya quedó perimida, según explica el Nuevo.
Alternando con ese y otros recorridos, como la visita a Inge-Briggit, la hermana de Hans que alguna vez fue modelo de alta costura, van apareciendo noticieros aliados, polacos y rusos con escenas de la vida y la caída del comandante, y párrafos leídos en off de sus dudosas memorias, escritas en la cárcel, y su testamento.
“Nunca entendieron que yo también tengo corazón”, es una de sus frases tan chocantes como estremecedoras, y esto daría para otra película. De hecho, hay una, “Aus einem Deutschen Leben”, una vida alemana, cruda biopic donde solo se ha cambiado el nombre de Rudolf Höss por el de Franz Lang, el nombre falso que usó cuando intentó escapar de la justicia.
Detalle singular, en “La sombra del comandante” aparece también un noticiero sobre el paso de su viuda por los tribunales mucho después de la guerra, cuando quisieron saber qué nostálgicos la mantenían. Hoy ambos descansan en la misma tumba.
“La sombra del comandante” (The Commandant's Shadow, EE.UU., 2024); Dir.: Daniela Volker. Documental. Max.
- Temas
- Cine
- Max
- Holocausto
Dejá tu comentario