9 de agosto 2001 - 00:00

"La TV no tiene en cuenta a los chicos"

Pipo Pescador.
Pipo Pescador.
"La televisión está mal. Se habla permanentemente del futuro, pero después dejamos que los chicos se vayan quemando el cerebro. Hay que ocupar ese espacio con un poco de fantasía y mostrarles todo; no sólo los restos de una sociedad en combustión." Quien lo dice es Enrique Fisher, más conocido como Pipo Pescador, un hombre que no suele andarse con rodeos, sobre todo cuando se trata de evaluar la oferta dirigida al público infantil.

Un público que, sin duda, conoce y respeta como pocos, y que a lo largo de las generaciones le sigue siendo fiel, como demostró su reciente regreso al teatro con «El auto de papá». Dialogamos con el artista, que acaba de editar un nuevo disco para chicos y, según adelanta, ya prepara otros.

Periodista: ¿Y por qué no está usted en la televisión?

Pipo Pescador: Yo he hablado con todos los canales; he negociado con todo el mundo. Pero no hay forma de hacer un programa con la producción que se necesita para que sea digno, porque siempre es más barato traer una lata de afuera. Yo soy de la generación del '60, cuando pensábamos que había que creer en algo y entregarlo sólo cuando se estaba convencido de lo que se quería; y ahora, parece que es al revés: primero se piensa en qué se quiere lograr, o con qué avisadores se cuenta y después se arma el proyecto. A mí me han ofrecido muchas cosas, pero en horarios que no me parecieron convenientes, o para presentar películas. Y no tengo ganas de legitimar con mi cara cosas en las que no creo.

Tampoco pienso que todo pase porque yo esté o no en la TV; no soy el mesías que viene a salvar a los chicos. Pero pensemos en el ejemplo de «Plaza Sésamo», una maravilla que fue pensada para el niño norteamericano medio; nosotros no tenemos algo así. Seguramente contamos con mucha gente que vale la pena, pero no entran en el «proyecto». Aunque en realidad habría que preguntarse si tenemos algún proyecto del país que queremos. Parece que nos hemos quedado sin proyectos, sin ilusiones.

P.: Se lo nota muy enojado con la televisión.

P.P.: Tal vez la televisión nació para mostrar la realidad, para poder ver al Papa en el mismo momento en que está estornudando, y no para hacer cultura. Borges decía que, antiguamente, la radio se encendía cuando había algo para oír. Un poco parafraseándolo, creo que el problema con la televisión está un poco ahí; se prende como si fuera uno más de la casa y no porque haya un interés real de ver algo.

Y muchos han terminado aceptando el papel de la TV como entretenedor de los chicos. ¡Qué es eso! A los chicos hay que divertirlos, hacerlos jugar, leerles cuentos, formarlos, hacerles hacer deportes; eso de entretenerlos es horrible. Los chicos son maravillosos, pero hay que ocuparse de ellos, darles el tiempo que necesitan. Yo sé que la televisión no está ajena al mundo en que vivimos y que los padres trabajan muchas horas y les cuesta estar más y mejor con sus hijos. Eso puede entenderlo
Enrique Fisher, pero Pipo Pescador, el artista, no lo entiende.

P.: Es curioso que un artista como usted que parece no encajar en el «proyecto» del que hablaba antes siga convocando tanto en el teatro y vendiendo tantos discos. ¿A qué atribuye ese fenómeno?

P.P.: Es algo misterioso; no hay fórmulas para eso. Hay mucha gente que apuesta fortunas y a veces se pierden batallas inesperadamente. Es difícil seducir al público, sobre todo cuando hay que pagar una entrada. Ahí la elección es real; porque el que paga tiene que hacer un esfuerzo para ir a un lugar y no a otro. No es lo mismo prender el televisor que pagar 20 pesos para ver un espectáculo. Y esa elección por el di-nero se hace más clara cuando la situación económica, como ocurre ahora, no está bien. Hace 4 o 5 años había 150 espectáculos para chicos en vacaciones de invierno; esta vez fueron muchísimos menos.

P.: ¿Y cómo evaluó estas vacaciones?

P.P.: Lo que quedó en evidencia es que ya no funciona la fórmula de trasladar directamente un programa de la televisión al teatro; desanima a la gente lo que se hace con frivolidad. Aunque también es cierto que si no te quieren, no te ven ni pagando ni gratis. A lo mejor mi permanencia tiene que ver con las canciones, que han anclado en la memoria de algunos cuando eran chicos; y es sabido que en la infancia todos los momentos son absolutos.

Para muchos,
Pipo Pescador se ha convertido en una marca, y muchos padres llevan a sus hijos al teatro confiando en esa marca. Lo que yo hago es muy simple; y es emocionante que algo tan simple llegue a tanta gente. A lo mejor, el secreto está, como dice Kundera, en «darle a lo cotidiano el rango de desconocido». Y por último, podría decir que, más allá de que les guste o no lo que hago, siempre he sido un tipo coherente, que no se ha traicionado; y a lo mejor eso finalmente se percibe.

P.: Usted acaba de editar un disco con muchas de sus canciones más exitosas. ¿Ha dejado de componer como antes?

P.P.: En este disco nuevo hay temas que ya son clásicos, como «Canción del auto nuevo», «Zapatopato», «La ola rubia», «Canción para bañarse» o «Canción del eco». Pero también hay cuatro temas nuevos. Y hay otras nuevas que irán en próximos discos.

P.: ¿Y qué pasa con la veta de cantante de tangos?

P.P.: Eso va a volver en cualquier momento. Por ahora estoy concentrado en el trabajo para chicos. Ahí tengo que manejar otros códigos, toco temas sociales, soy crítico con las cosas que no me gustan. Ya van a volver.

P.: Salvo en vacaciones de invierno, poco se sabe de usted. ¿Qué hace el resto del año?

P.P.: En general, paso 4 meses del año en España; ahora mismo, cuando termine con el teatro y con algunas cosas que tengo que hacer por el interior, me voy para allá. Además me gusta mucho viajar y también estar mucho en mi casa; tengo un PH viejo que disfruto mucho. También me dedico a escribir mis libros y a trabajar para que se publiquen, aquí o en el exterior.

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