Gael García Bernal y Alain Chabat en una escena de «Soñando despierto», film cuya desbordante
imaginación visual no disimula (más bien agrava) la falta de argumento.
«Soñando despierto» (La science des rêves, Francia, 2006, habl. en francés, inglés y español). Dir. y guión: M.Gondry. Int.: G. García Bernal, C. Gainsbourg, A. Chabat, Miou-Miou, S. Metzger.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
Quienes vayan a ver esta película de Michel Gondry esperando algo parecido a su elogiada «Eterno resplandor de una mente sin recuerdos» encontrarán diferencias notables. Al argumento le sobra delirio, pero le falta algo más que el toque Charlie Kaufman (el guionista de «¿Quieres ser John Malkovich?» y «El ladrón de orquídeas»), de quien Gondry se independizó tras un par de colaboraciones no siempre felices, como lo demuestra «Human Nature», nunca estrenada en nuestro país. Fundamentalmente, falta criterio.
El premiado autor de videoclips de Björk, Chemical Brothers, Killie Minogue y ahora también Paul McCartney, entre otros. se vale de todos los trucos y gajes de ese oficio para contar una historia que él declara « semiautobiográfica». Lo cual lleva a inferir que, Stephane, el joven diseñador que tras la muerte de su padre viaja a París tentado por una oferta de trabajo que le hace su madre, vendría a ser el alter ego del realizador. Que Gael García Bernal interprete ese papel sólo suma una ensalada de lenguas al caos que ya es la película: como es mexicano y le da vergüenza hablar en francés, Stephane se comunica en inglés. La anécdota es simple, aunque tal como se lo cuenta muchas veces cueste seguirle el hilo: el decepcionante nuevo empleo y los contradictorios sentimientos que le despierta una vecina (Charlotte Gainsbourg), no hacen más que agravar la tendencia de Stephane a confundir sueño y realidad y a refugiarse en sus fantasías infantiles. Obviamente, todo lo que pasa en la mente del protagonista está ilustrado por Gondry con un desbordante arsenal de animación y efectos, a los que no se les puede negar imaginación, pero que puestos a disimular la fragilidad de un argumento que daba para cortometraje, por supuesto no lo consiguen.
Peor aún, ese alocado desborde visual termina de minar la paciencia del espectador ya debilitada por el insufrible «proceso interior» del protagonista para enfrentar la vida adulta, vencer su temor al rechazo y encontrarse con su otra mitad (al fin y al cabo, ésta es una comedia romántica). Por lo demás, espérese a ver a actores como Miou-Miou (desperdiciada) y Alain Chabat (haciendo el ridículo) para terminar de preguntarse qué significa todo esto.
Dejá tu comentario