28 de julio 2008 - 00:00
Paternosto expande los "límites" del cuadro
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Paternosto es un hombre culto y un teórico inteligente, que cambió su visión del arte a partir de un viaje por el Norte argentino, Bolivia y Perú, viaje que según cuenta: «Reavivó aquel temprano e instintivo interés por las artes amerindias, a tal punto que no sólo reorientó mi obra artística hacia el simbolismo de las estructura líticas o textiles, sino que también fue el comienzo de la investigación y la escritura. Empecé un extenso proceso de reeducación que involucraba, en primer lugar, entender el arte antiguo como la herencia cultural común a todo el continente americano, no ya como el patrimonio nacional de México o Perú (.) Y por otra parte, significaba una percepción de cómo un arte abstracto podía encontrar nuevas energías en la periferia de la cultura dominante.»
El largo camino recorrido por el artista que comenzó en La Plata, su ciudad natal, cuando en el Museo de Ciencias Naturales descubrió unas cerámicas precolombinas, tiene como corolario su sabio aporte a la interpretación del arte de toda América. Su enfoque rompe con los discursos dominantes que acentúan la bifurcación entre el arte de EE.UU. (que buscó insertarse en la historia del arte de Europa), y el de Latinoamérica (que siempre, hasta hoy, quedó relegado en la sombra). Descubre que el arte de los textiles precolombinos y el de Torres García y la Escuela del Sur, tiene con el de Barnett Newman, Anni y Joseph Alberts, Adolph Gottlieb e incluso Mark Rothko, una filiación imposible de repudiar.
Si los imperdibles y numerosos escritos de Paternosto revelan que supo ver las señales ancestrales de América, mensajes que durante milenios estuvieron ocultos y cuyo destinatario es la humanidad, su obra, atemporal y serena, nos trae al presente una cultura luminosa que estuvo perdida en la noche de los tiempos.
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