24 de julio 2001 - 00:00
Rigurosa dirección de Renán realza una buena obra de Schmitt
-
Estrenó en 1993, pero sus escenas prohibidas la pusieron actualmente entre las películas más vistas de Netflix
-
La extraordinaria película protagonizada por Ray Liotta que te atrapará durante una hora y media y está disponible en Prime Video

Martínez y Mirás.
La bellísima escenografía de Emilio Basaldúa refleja admirablemente la cualidad espiritual de la pieza y el efecto de espejo que produce el piso bruñido sugiere que no sólo la mujer ausente tiene muchos rostros, sino que también los hombres que intentan atrapar su imagen son un enigma para sí mismos. El diseño de iluminación de Ariel del Mastro resalta el carácter de la puesta y refuerza la sugestión del clima. Todos los objetos parecen dotados de vida y energía.
Oscar Martínez compone con trazos sutiles al escritor que perfirió huir de una pasión que amenazaba su vocación, como si el amor de la mujer no tolerara ser compartido ni siquiera por su obra. Cínico al principio, va cediendo ante el marido hasta llegar a una confesión final que lo despoja de su máscara y le permite acercarse al otro sin temor a ser herido. Un trabajo impecable.
Fernán Mirás anima con convicción al modesto compañero, cuya generosidad lo impulsa a compartir a la mujer que amó con el hombre que le robó parte de su vida. Su composición expresa con exactitud la timidez que lo embarga frente a un rival egoísta y orgulloso. Los dos actores logran verter con sencillez casi coloquial los diálogos sutiles y complejos y reflejar el vínculo que se establece entre ellos con una sinceridad carente de toda afectación. En suma: un espectáculo que tiene todos los elementos que sustentan al arte: verdad, bondad y belleza.
Dejá tu comentario