El escritor madrileño Sergio del Molino presentó en la Feria del Libro “Los alemanes”, que conquistó el Premio Alfaguara de novela 2024 por “narrar con maestría un suceso relacionado con las mutaciones del nazismo, con hondas consecuencias en el mundo actual”. Dialogamos con él.
Sergio del Molino: cuando el pasado sigue condenando
Diálogo con el novelista español, ganador del Premio Alfaguara por "Los alemanes", que visitó la Feria del Libro. El libro gira en torno a la culpa que sobrevive en los descendientes de familias nazis.
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Sergio del Molino, e novelista español ganador del Premio Alfaguara visitó la Feria del Libro
Periodista: ¿Heredan los hijos la culpa de los actos políticos de sus padres? Sobre eso gira su novela.
Sergio del Molino: La respuesta corta es no. En términos racionales uno solo puede responsabilizarse de lo que ha hecho, pero las cosas son más complicadas si se trata de una familia con hechos cuestionables. Si se nace en una familia que nos ha dado una buena vida, esa vida se debe a lo hecho por padres, abuelos, los antepasados, y es inevitable pensar que se es resultado de sus decisiones y actos, que a veces son criminales, aberrantes, porque esos actos también nos definen, lo cual nos sitúa en un dilema. Y no hay una respuesta sino distintas formas de plantear el tema. Hannah Arendt veía que sobre la culpa de los hijos de alemanes en el nazismo había mucha impostura en intentar hacerlos culpables de lo que no habían hecho. El dilema no tiene una respuesta clara. Hay respuestas incorrectas. Convertirse en víctima para eludir el pasado del que se procede, y eso es un falseamiento, una manipulación, una forma de trasladar a la sociedad lo que le corresponde a uno y a su familia. Otras opciones son desentenderse de la familia, negar el pasado o asumirlo y hacerlo propio. Cada cual brega con eso como quiere o puede. A los personajes de “los alemanes” no los disculpo. No es atributo de la novela dar respuestas sino plantear dilemas y paradojas, y ver cómo los personajes quedan atrapados en esa tela de araña.
P.: Gabi Schuster, protagonista de la novela, está muerto. En su juventud parece reivindicar el nazismo, luego es el héroe que enfrenta las tradiciones familiares.
S. del M.: Por andar haciendo el saludo nazi lo expulsan del colegio. Gabi es un héroe fantasmal invocado por el resto. Su acto de ruptura obliga a los demás a definirse. Entre ellos a sus hermanos Eva y Fede. Desde su muerte Gabi resalta las cobardías, las hipocresías, incomoda. Dio un paso que los demás no se atrevieron a dar. Acaso lo dio por inconsciencia, por vivir de fiesta, algo incomprensible para el resto, y muere por vivir como él quiere.
P.: Gabi enfrentó al padre, que los liga al nazismo, algo que los tres hijos tratan de negar.
S, del M.: El padre está a mitad de camino entre los vivos y los muertos. Sigue vivo, pero lo tratan como si no existiera. No lo quieren. No lo intentan comprender. Lo detestan. En la tradición literaria de ese conflicto, el afecto finalmente termina venciendo. Eneas saca a hombros a su padre del infierno. Acá ninguno de los hijos hubiera ido al infierno a buscar a su padre, sino a ver como arde. Es un tabú que se exprese que no quiere al padre, al final siempre hay una redención, un perdón, en “Los alemanes”, no.
P.: Desprecian al padre que los hizo ricos, ¿Pesó en ellos y en usted el que apadrinara a neonazis?
S, del M.: Acaso sea inevitable ver con el mundo de entreguerras una continuidad con lo que está pasando ahora y ver que esas fuerzas dormidas no han desaparecido. Estamos en un momento en que están emergiendo. Habrá más casos como el de Juan Schuster que permitan trazar un hilo de continuidad entre el nazismo genuino y las formas de pretensión totalitaria que tenemos ahora en el mundo. Esa preocupación, que no estaba en la novela, se filtró de manera inconsciente.
P.: ¿Fue la historia de una familia particular lo que lo llevó a un tratamiento coral?
S. del M.: Es en la novela familiar donde alcanza su expresión más rica, donde estalla en todas sus posibilidades. La de los Schuster es una familia inclasificable. Pertenecen a un grupo de alemanes refugiados de la Primera Guerra que salen de Camerún y caen en Zaragoza. España es un país neutral. No llegan como refugiados, ni como exiliados, ni como emigrantes. No encajan en ninguna de las categorías de expatriados. Son derrotados porque han perdido dos veces el país, pero no funcionan como derrotados. Son triunfadores, industriales que prosperan y forjan su imperio. Sin embargo, su relato podría ser el de los parías. Esa ambigüedad me interesa. En mis libros, y en la vida, me gusta la gente que no tiene una clasificación fácil. Los Schuster son difíciles de etiquetar, de dónde son, quienes son. Eso se ha reflejado de generación a generación en un desquiciamiento progresivo, hasta acabar en una familia disfuncional donde funciona el silencio y la violencia. Es el fruto de no saber cuál es su lugar en el mundo, y mantener a viento y marea una identidad que han inventado, una patria imaginaria que se han construido, que no existe fuera del reducido ámbito familiar. Gabi, el rockero ha destruido la ficción en la que vivían, y hace que sus hermanos deban enfrentar su desubicación de no saber quiénes son en un mundo en que todos lo saben.
P.: ¿Qué proyecta ahora?
S. del M.: Espero el premio Alfaguara que no me cambie en exceso y me permita trabajar de la manera que quiero seguir trabajando, y ser el escritor como quiero serlo. El premio me da un poquito de margen en la industria editorial, que en los años siguientes va a ser más tolerante conmigo y me van a consentir más cosas. Voy a intentar aprovechar ese espacio de libertad. En lo inmediato tendré que decidirme por escribir una novela o un ensayo en los que estoy trabajando. Y estudiar las propuestas para convertir a “Los alemanes” en una película o una serie.
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