8 de junio 2004 - 00:00

Shankar, un arte de pura percepción

Shalil Shankar, una música que suena sin tiempo, circular; su manejo del sitar es brillante, por momentos acrobático.
Shalil Shankar, una música que suena sin tiempo, circular; su manejo del sitar es brillante, por momentos acrobático.
Actuación de Shalil Shankar (sitar). Con Mohinder Singh (tabla) y Adrián Cainzos (tempura). Artista invitado: Luis Salinas ( guitarra). (Teatro ND/Ateneo, 5 de junio).

No queda para el oyente occidental -salvo las escasísimas excepciones de iniciados en ese lenguaje-sino recibir la música de Shalil Shankar desde la pura percepción. No sirve en este caso la formación musical previa de quienes hemos pasado por las academias y ni siquiera esa instrucción musical que se recibe empíricamente a lo largo de toda la vida. No hay en esta música «temas», ni secciones, ni tonos, ni modos, ni pies rítmicos conocidos. Es una música que se construye con patrones absolutamente distintos.

Y así como resulta muy difícil entender desde Occidente el funcionamiento de los ragas -y hasta de qué hablamos cuando usamos esa palabra-, se hace complicado explicar su potencial belleza. A falta de patrones comparativos, entonces, queda la percepción. Y es ahí donde pese a la falta de muchos elementos se descubre la grandeza, la profundidad y el valor del arte de Shalil Shankar, el principal discípulo del legendario Ravi Shankar.

Shalil
propone una música que suena sin tiempo, circular, con esquemas rítmicomelódicos y notas de apoyo que se repiten a la manera de lo que en nuestro lenguaje musical llamamos «ostinatos». Sobre eso, juega una improvisación melódica, y prácticamente nunca sucede eso que se denomina «armonía». Por eso, por esa circularidad sin tiempo, porque el final llega en momentos inesperados, porque nos cuesta entender el discurso estético desde lo racional, muchas veces se percibe como música incidental. Y de hecho hay algo de eso, dado que los ragas -que identifican la línea creativa de cualquier compositor-apuntan a estados de ánimo, sensaciones, sentimientos.

Mirado desde nuestros valores también calificaríamos a Shalil como un virtuoso. Su manejo del sitar es brillante; por momentos acrobático. Y sus compañeros -en este caso, claros seguidores del líder-marcan la nota sostén desde la tempura a cargo del argentino Adrián Cainzos, y el esquema rítmico desde el tabla, brillantemente tocado por el indio Mohinder Singh - un músico que ha frecuentado la música popular occidental y forma parte del grupo de Peter Gabriel.

La inclusión del guitarrista argentino Luis Salinas, independientemente de cuando tocó solo música argentina, y por las diferencias de lenguaje apuntadas en esta nota, fue más una curiosidad y un gesto de buena voluntad internacional que una suma real al discurso del indio.

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