31 de julio 2024 - 14:21

"Tulpa": cine de terror ruso, pero filmado en la Argentina

Diálogo con el afamado director moscovita Iván Kapitonov que rodó en nuestro país "Tulpa", una película fantástica sobre una muchacha que imagina un hombre que cobra vida.

Ivan Kapitonov, director de Tupla, coproducción con Rusia rodada en la Argentina.

Ivan Kapitonov, director de "Tupla", coproducción con Rusia rodada en la Argentina.

En Buenos Aires se filman películas de terror (intencional y también del otro). Lo singular es que ahora se haya filmado una película rusa de terror. En detalle: una coproducción ruso-argentina de terror psicológico, dirigida por el moscovita Iván Kapitonov, que se trajo a su directora de arte y al de fotografía, completando con personal criollo el resto del equipo.

Protagonistas, Felipe Otaño (que interpretó Páez Vilaró hijo en “La sociedad de la nieve”) y Catalina Bender. Trama: como el chico del que está enamorada no se fija en ella, una jovencita se inventa en su cabeza un “tulpa” igualito al chico, es decir, una figura imaginaria que toma características reales, pero que, llegado el momento, puede decidir por su cuenta y volverse peligroso. Precisamente, el nombre de la película es “Tulpa”.

“El rodaje fue intenso, con muchas escenas de alta carga dramática. Y como el director no habla español se concentraba puramente en la emoción, más que en los diálogos. Por eso sus indicaciones eran muy interesantes”, comentó Otaño.

Otra cosa le pareció interesante al director ruso: “Acá todos trabajaron rápida y armoniosamente. Lo único que me pareció extraño, pero también divertido, fue ver que la gente come tres veces al día a una hora estrictamente definida. En Rusia comienza el día de rodaje y la comida llega recién seis horas después, pero acá el almuerzo puede servirse una o dos horas después de haber comenzado la jornada, cuando todos acaban de venir de sus casas y todavía están llenos con el desayuno. Pero bueno, éstas son sus reglas y tal vez sea lo correcto”.

Director de unas cuantas historias fantásticas y románticas para adolescentes, Kapitonov es también socio y productor de Svyatoslav Podganovsky. Algunas de sus películas se han estrenado entre nosotros, y son muy apreciadas por los amantes argentinos del cine fantástico y de terror. Aquí el diálogo con Kapitonov:

Periodista: Diego Curubeto, enorme conocedor de la materia, escribió que “La sirena” era una de las grandes sorpresas de 2018, y que “Boda negra” tenía el aire de una telenovela de terror. ¿Coincide usted?

Iván Kapitonov: El éxito de taquilla de “La sirena” en Rusia y varios otros países nos sorprendió a todos. ¡Se vendió a 156 países! Pero ahora, mirando hacia atrás, la habríamos filmado de forma un poco diferente. “Boda negra”, es cierto, nace como un melodrama basado en un ritual místico.

P.: ¿Qué distingue al cine fantástico ruso, frente a las producciones del mismo género de otros países?

I.K.: A nosotros el cristianismo nos llegó bastante tarde, hace unos mil años, y fue a través de la rama oriental ortodoxa. Por tanto, en la tradición popular las ideas paganas y chamánicas sobre el mundo aún se mantienen estrechamente entrelazadas con la religión ortodoxa rusa. La gente todavía sigue las viejas leyendas sobre toda clase de espíritus del bosque, espíritus malignos, sirenas de los lagos, monstruos del pantano, almas muertas, todo eso. Además, en el siglo pasado la Unión Soviética impuso una campaña forzada de industrialización obligando a muchos aldeanos a mudarse a las grandes ciudades. La gente se mudó, pero llevando consigo sus tradiciones y creencias, que de ese modo penetraron en las grandes ciudades, y ahí se mantienen.

P.: Usted también fue coguionista de “Leto”, una obra realista sobre los rockeros rusos en los ’80, controlados de cerca por los comisarios políticos y los conservadores nacionalistas.

I.K.: Con esa obra ganamos muchos premios internacionales y hasta integramos la Competencia Oficial de Cannes 2018.

P.: Kiril Serebrennikov, el director, no pudo ir. Estaba preso por oponerse a Putin. ¿Cómo ha sido hasta ahora su carrera de productor y director?

I.K.: No puedo evaluarla objetivamente. Para mí el cine es una forma de vida y de pensamiento. Siento un placer enorme haciendo películas, trabajando en diferentes países y diferentes géneros. Cada película es parte de mi vida, me ayuda a recordarme a mí mismo en la época en que la hice, lo que viví, amé, soñé, rompí, viajé, crie hijos. Las películas son como una máquina del tiempo.

P.: Y el tiempo lo trajo hasta esta punta del mundo.

I.K.: Tenemos grandes planes de producción en la Argentina. Amamos mucho a su país y queremos construir aquí una producción sistemática de películas de género para su distribución internacional. Ustedes tienen un país muy bonito, con provincias muy interesantes. Y realmente espero que filmemos la próxima película en la Patagonia. La de ahora la hicimos en Buenos Aires. Me pareció que ustedes la ven como algo común y corriente, pero, quiero decirlo, tienen una ciudad muy hermosa.

P.: Hablando de ver, ¿cómo surge la idea de “Tulpa”, donde una figura imaginaria se vuelve casi real?

I.K.: La idea me la sugirió mi esposa. Comencé a estudiar el tema y advertí que era sumamente interesante. Eso de los monjes tibetanos que a través de la meditación llegan a crear una especie de fantasma corpóreo, visible para todos, mucha gente piensa que es cierto.

P.: En Estados Unidos hay quienes dicen haber recreado con la mente a los caballitos de “Mi pequeño Pony”, y muchos lo creen.

I.K.: Pero si uno crea una persona, luego esa persona puede pensar por sí misma, ponerse celosa, por ejemplo, y tomar decisiones. Con Ana Berard, mi coautora argentina, muy rápidamente encontramos un lenguaje común y escribimos esta historia de amor, celos y fantasmas, que acabamos de filmar. Tenga paciencia, la veremos el año próximo.

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