24 de abril 2020 - 00:00

Animales Sueltos en cuarentena: cómo ver TV desde Twitter

El escritor Sebastián Robles se dedica cada noche a transcribir en Twitter extractos del programa Animales Sueltos, pero con un estilo literario, incisivo y gracioso. Una idea de cómo ven programas de política los millennials.

Las nuevas formas de consumo de los medios masivos de comunicación son parte de un multitasking que contempla el uso simultáneo de redes sociales. La iniciativa de Sebastián Robles con sus hilos de Animales Sueltos va en ese sentido.

Las nuevas formas de consumo de los medios masivos de comunicación son parte de un multitasking que contempla el uso simultáneo de redes sociales. La iniciativa de Sebastián Robles con sus hilos de Animales Sueltos va en ese sentido.

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De lunes a viernes todas las noches Sebastián Robles oficia un ritual: mira el programa político con panelistas Animales Sueltos por América TV y comparte en tiempo real en Twitter lo que sucede en pantalla, como una desgrabación de lo que se emite. Sus tuits parecen extractos de un guion al que tuvo acceso con anterioridad, pero que publica en simultáneo con lo que sucede. Su velocidad y precisión es admirable. Pero no es solo una transcripción: sus hilos están escritos como literatura, con descripciones de lo que aparece en imagen, gestos, musicalización y principalmente, personajes. El conductor Luis Novaresio, los panelistas, los invitados habituales y los entrevistados se convierten en personajes de ficción, con su lógica propia y muletillas.

JORGE RIAL on Twitter

El subgénero literario que plantea Robles tiene miles de adeptos. Cada noche los hilos se multiplican por Twitter a puro RTs y Likes. Sus seguidores lo imitan y le comentan con tuits en la misma lógica guionada. Algunos solo siguen los hilos sin ver el programa, otros maridan TV de aire y Twitter. Lo serio e impostado del programa se torna absurdo y cómico en la red social. También sus palabras sirven para exhibir el abismo que muchas veces hay entre el relato televisivo y la realidad.

Robles nació en 1979 en la localidad bonaerense de Villa Ballester y publicó la novela Los años felices, el libro de cuentos Las redes invisibles (2014), entre otros. También coordina la Escuela de Escritura Online de Casa de Letras. Además, como escritor fantasma, escribió varios libros para personajes mediáticos. Su interés por las redes sociales lo acompaña siempre.

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Sebastián Robles es un escritor de ficción, ghostwriter y tuitero.

Sebastián Robles es un escritor de ficción, ghostwriter y tuitero.

Sobre cómo encara su relato de Animales Sueltos, Robles explica: "El conductor es una especie de 'narrador' del programa, y yo me siento un narrador del narrador, si existe tal cosa". "La opereta fugaz, que se arma y se desarma todo el tiempo, que se pretende impune porque es efímera. Ponerla por escrito es una manera de cristalizarla en su ridiculez, y quizás por eso los hilos muchas veces suenan graciosos", ensaya sobre la razón de su éxito.

Si bien Robles se dedica a su particular arte desde 2019, la cuarentena sirvió para que su trabajo se viralizara. Su popularidad es una curva que no se aplana. Dialogamos con él:

Periodista: ¿Cómo surge la idea de narrar con lenguaje literario en Twitter el minuto a minuto de un programa político?

Sebastián Robles: Surgió casi por accidente, por jugar en Twitter. Creo que la bisagra fue comienzos de 2019 en Animales Sueltos, un programa sobre el que yo solía tuitear con cierta indignación. Como espectador de ese tipo de programas —y de Animales Sueltos con Fantino en particular— siempre sobrevolaba en Twitter la sospecha de que existía algo más, que no se estaba diciendo en voz alta, y que influía sobre lo que se veía en la pantalla. La bisagra fue el escándalo que se armó a principios de ese año con la detención de Marcelo D´Alessio, un panelista bastante frecuente del programa (donde lo presentaban como a un fantasmal “especialista en narcotráfico”) y especialmente cuando salió a la luz el supuesto rol en esas operaciones de Daniel Santoro, uno de los integrantes habituales de la mesa de periodistas. Son cosas que uno siempre intuye, sospecha, pero que nunca salen a la luz. Y ahí, salieron.

Sebastián Robles on Twitter

Tanto en mí como en muchas otras personas que veían el programa y lo comentaban en Twitter, surgió un morbo por ver cómo seguían adelante Fantino y sus compañeros después de semejante revelación. Y durante algún tiempo —hasta que se produjo una memorable y muy comentada intervención de Javier Calvo, que fue el primero en blanquear lo que pasaba detrás de escena y que ya había tomado estado público— siguieron como si nada. Ahí nace, creo, la necesidad de narrar lo que estaba pasando, de exponerlo con la menor adjetivación posible, como si esa narración pudiera poner otra vez en su lugar lo que en el programa se veía impostado. Después, claro, si uno hila un poco más fino, la naturaleza de estos programas periodísticos, tanto en canales de aire como de cable, es la operación política, en ese sentido Animales Sueltos no es más que un ejemplo muy contundente de algo que en realidad es propio del periodismo televisado, en especial en los programas con muchos panelistas: la opereta fugaz, que se arma y se desarma todo el tiempo, que se pretende impune porque es efímera. Ponerla por escrito es una manera de cristalizarla en su ridiculez, y quizás por eso los hilos muchas veces suenan graciosos.

P.: Los protagonistas del programa tienen voces que los convierten en personajes casi novelados. ¿Cómo lograste eso? ¿Qué cambió al irse Alejandro Fantino y entrar Luis Novaresio?

S.R.: Algo fundamental a la hora de narrar cualquier cosa, es prestar mucha atención a las voces de los personajes, a la manera de hablar de cada uno, que siempre es diferente. Cuando uno mira un programa periodístico, tiende a pensar que los periodistas comparten información. Sin embargo, si uno presta atención palabra por palabra a lo que están diciendo, se encuentra con otras cosas: mucho uso del potencial, rumores que posiblemente sean el eco de alguna interna para la que está jugando la fuente de quien los difunde, repeticiones insensatas, argumentaciones tendenciosas o absurdas (o ambas cosas a la vez).

Sebastián Robles on Twitter

Después, algo que me funciona internamente como disparador de los hilos, es pensar al programa como una ficción donde todos los personajes tienen algún lugar, y esto implica ciertos latiguillos o conductas que se repiten todos los días: Romina Manguel, a la corta o a la larga, siempre se enoja, el psiquiatra De Rosa responde siempre de manera inconexa, Maxi Montenegro opina que irremediablemente se va hundir la economía. Acá el tratamiento, lo admito, es más bien de comedia. Antes que reproducir las palabras de Montenegro, por ejemplo, prefiero reiterar que “Maxi opina que la economía se va a ir a la mierda”. Algo parecido pasa con De Rosa. Sus intervenciones no siempre son tan incoherentes como aparecen en los hilos, pero hay algo en su manera de hablar que me sugiere que lo son, y por otra parte los propios lectores están esperando ese remate.

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Animales Sueltos: el anterior conductor, Alejandro Fantino, y el nuevo, Luis Novaresio.

Animales Sueltos: el anterior conductor, Alejandro Fantino, y el nuevo, Luis Novaresio.

El conductor es una especie de “narrador” del programa, y yo me siento un narrador del narrador, si existe tal cosa. Las diferencias entre Fantino y Novaresio, en este sentido, son enormes. Me da la impresión de que Fantino planteaba otro tipo de programa, que manejaba la velocidad de otra manera, se permitía otro tipo de improvisación. Si un día no había temas calientes, no tenía problema en irse para cualquier lado, en hacer que los panelistas hablaran de sus padres, o que contaran sus historias con el periodismo, o que discutieran cualquier cosa. Novaresio busca imprimirle a todo un ritmo más eléctrico, lo cual funciona bien cuando el material es potente, pero cuando no hay mucho para contar se vuelve más burocrático y reiterativo.

P.: ¿Cuál fue la respuesta en las redes sociales y qué pasó en la cuarentena?

S.R.: La respuesta en las redes sociales siempre fue muy buena. El año pasado “relaté” Animales Sueltos hasta poco después de las elecciones de octubre, después me aburrí de ese ritmo frenético y lo fui abandonando. Este año lo retomé cuando empezó el programa, a los pocos días arrancó la cuarentena y ahí cambió todo. En primer lugar, creo, porque estábamos todos encerrados y condenados a mirar la realidad a través de lo que mostraba la televisión. Como los esclavos de la caverna platónica, que intentan reconstruir la realidad exterior a través de las sombras que se les presentan. En este caso, además, las sombras se habían vuelto manipuladoras y dementes. Además, hay algo en la naturaleza repetitiva del encierro que se expresa también en los programas de televisión.

Animales Sueltos on Twitter

El éxito de una cuarentena es que no pase nada, pero el periodismo necesita que pasen cosas. Sobre todo, el periodismo televisivo, especialmente en un programa que se emite todos los días. Y los que estábamos (estamos) aislados también demandamos información, queremos saber qué pasa afuera. Entonces, la televisión se dedica a presentar esa nada envasada de diferentes maneras.

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Twitter funciona como caja de resonancia del ánimo de un público particular de la sociedad.

Twitter funciona como caja de resonancia del ánimo de un público particular de la sociedad.

Y acá me gustaría hacer una salvedad: no es que yo crea que antes había demasiado contenido, pero me parece que la cuarentena y la situación de aislamiento volvió más explícito un aburrimiento que viene desde hace mucho. Y al mismo tiempo, sobre todo en las primeras semanas, acentuó la dispersión. A mí me cuesta mucho más leer y escribir, esa concentración que antes ya me resultaba difícil, ahora es casi imposible. Sé que no soy el único. Estamos dando todos vueltas por las redes. Tuitear sobre Animales Sueltos me resulta una buena manera de retomar la escritura, de reírme un rato, de mantener una rutina que es igual de lunes a viernes. Tengo la impresión de que a muchos lectores les pasa algo parecido.

P.: ¿Cuál es el hilo con el que quedaste más satisfecho?

S.R.: Escribir así es como lanzarse al vacío, porque uno nunca sabe qué puede pasar. Por eso, los hilos suelen ser irregulares. En general, me parece que quedan mejor cuando en el programa no pasa demasiado, o pasan cosas mínimas, que me dan la posibilidad de improvisar más y me obligan a inventar diferentes maneras de contar lo mismo. Uno que me gustó mucho es este, en un programa donde hicieron el anuncio de una supuesta vacuna contra el coronavirus. Creo que los tuits salieron con buenos remates y en general le veo algo de sentido al hilo, como si estuviera contando una historia secreta que nunca aparece:

Sebastián Robles on Twitter

También me gusta mucho este, donde entrevistan a una científica del Malbrán y le hacen un emotivo elogio a la salud pública argentina y a los científicos en particular:

Sebastián Robles on Twitter

P.: Sos escritor de ficción y el año pasado se reeditó tu primer libro, que surgió de publicaciones por entregas en un blog. Tu segundo libro es una antología de cuentos de ciencia ficción, donde están presentes las redes sociales con una lógica distópica. Fuiste ghostwriter de libros de personajes mediáticos, bestsellers, del mundo del espectáculo y el periodismo. Ahora experimentás en Twitter sobre cómo construye la realidad un programa de TV de aire con un formato del siglo pasado. ¿Cómo ves este proyecto desde el enfoque de la literatura? ¿Vas a convertirlo en libro?

S.R.: En algún momento fui muy lector de policiales y de ciencia ficción, todavía lo soy en alguna medida. Uno encara una novela o un cuento con la expectativa de que pasen una serie de cosas. El talento de cada autor se aprecia no tanto en su ingenio, sino en cómo se las arregla para ser creativo a pesar de las limitaciones propias de cada género. Y yo disfruto de la limitación formal de los tuits, por un lado, y de la limitación que supone respetar más o menos lo que está pasando en el televisor. Dicho esto, no estoy seguro de que esto vaya a ser un libro. Por supuesto, cuando uno escribe siempre fantasea con esa posibilidad. Sí estoy convencido de que estoy va a influir en mi escritura de alguna manera, pero todavía no tengo muy claro cómo. “Los años felices” fue una novela escrita en un blog, “Las redes invisibles” es un libro compuesto por relatos que fueron publicados como artículos en Revista Paco… en ese sentido, siento que hay alguna afinidad con estos hilos. La forma es la web, en el sentido de que la forma de la escritura que a mí me sale con más naturalidad está dada siempre por internet. Adaptarme a esas formas implica, también, encontrar nuevas maneras de decir lo mismo de siempre. Para mí este ejercicio es un desafío. ¿Puedo escribir todas las noches sobre el mismo programa de televisión, un programa que tiene todos los vicios del periodismo mainstream, y sacar algo de ahí, hacer hablar a los personajes y a las situaciones con una voz que ya no es la de ellos, sino la mía? ¿Puedo hacerlo sin transgredir demasiado lo que efectivamente está pasando en la pantalla? Esa nada abrumadora que todas las noches se disfraza de diferentes colores, ¿no existe ya en todos nosotros, en alguna medida?

Sebastián Robles on Twitter

P.: Para cerrar, ¿todavía te entusiasma lo que hacés con Animales sueltos? ¿O estás cansado y cumplís con tu público?

S.R.: Me entusiasma porque todavía no estoy del todo satisfecho con el resultado. Quiero ver adónde me lleva todo esto. Quizás a ningún lado. Pero estamos en cuarentena, y no tengo mucho más que hacer de lunes a viernes a la noche.

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