En la función de Gran Abono hubo reacciones mixtas para el equipo escénico en esta nueva puesta de la complicada ópera verdiana, que nunca logró alcanzar la popularidad de sus grandes títulos. El aspecto más loable son los cantantes, tanto los protagónicos como los comprimarios.
Ópera nada fácil de encasillar en la producción verdiana, "Macbeth" (de la que el Colón estrenó el martes una nueva producción) continúa planteando dificultades. También las plantea en sí mismo el drama de Shakespeare, pero el género lírico siempre multiplica los desafíos, que en este caso se extienden a la dirección musical y escénica, al coro y a la pareja protagónica. Abordando una ópera que conoce de cerca, Marcelo Lombardero entrega, paradójicamente, uno de sus trabajos menos inspirados.
El contenido al que quiere acceder es exclusivo para suscriptores.
La traslación temporal de su planteo pasa a ser algo meramente anecdótico, ya que no ayuda a crear una cercanía del espectador con el conflicto; el gran despliegue visual (de la mano del siempre eficaz Diego Siliano) no evita por su parte un estatismo casi constante, potenciado por la reiteración de recursos y una marcación actoral no siempre decidida, que sufren especialmente los cantantes con menos instinto teatral. El vestuario de Luciana Gutman es adecuado a las líneas de la puesta, al igual que la coreografía de Ignacio González Cano.
El milanés Stefano Ranzani logra salir airoso del desafío personal y colectivo, en una nueva y exitosa incursión en el Teatro Colón. Su lectura subraya las innovaciones del lenguaje verdiano, logra planos de intensidad y color y amalgama los elementos con inteligencia y sabiduría; aún con leves falencias, la Orquesta Estable le responde con un vigor inusual, al igual que el Coro Estable, remarcable en todas sus intervenciones, y una vez más la versión encuentra su encanto en el aspecto musical.
Fabián Veloz lleva adelante una fantástica labor vocal como Macbeth, cómodo en todo el registro y con un caudal imponente. La italiana Chiara Taigi, de bellísimo timbre y presencia adecuada como Lady Macbeth, fue afianzando su desempeño en la función de estreno: algo vacilante en los agudos de su temible aria de entrada, tuvo su mejor momento en la escena del sonambulismo. Gustavo López Manzitti lució como Macduff emisión segura y buen gusto; por el contrario, el Banquo de Aleksander Teliga mostró buena vocalidad pero una dicción insuficiente. Otros elementos relevantes en el elenco fueron la Dama de Rocío Giordano y el Malcom de Gastón Oliveira Weckesser.
Entre ovaciones para el elenco y la dirección musical y un "mix" de aplausos y abucheos para el equipo escénico, el público del Gran Abono tuvo a lo largo de la representación un comportamiento más bien frío, tal vez reflejo de un espectáculo que en su faz dramática no llegó a convencer.
Dejá tu comentario