Crimen en la excasa de Cerati: el juez por ahora no indagará al excompañero y pidió al fiscal reformular la imputación

Así lo resolvió el juez Alejandro Litvack, previo a decidir si acepta el pedido del fiscal Martín López Perrando para que indague al sospechoso del crimen de Diego Fernández por los delitos de encubrimiento agravado y supresión de evidencia.

El juez confirmó los próximos pasos en el caso de la excasa de Cerati.

El juez confirmó los próximos pasos en el caso de la excasa de Cerati.

El Juez Alejandro Litvack le solicitó al fiscal Martín López Perrando que precise los hechos de la imputación al excompañero de Diego Fernández Lima, en cuya casa de Coghlan hallaron sus restos el pasado 20 de mayo. Ello a fin de resolver si hace lugar al pedido de indagatoria por los delitos de encubrimiento agravado y supresión de evidencia.

El magistrado entendió que, si bien el dictamen fiscal detallaba la prueba producida en la investigación -que hoy cumple tres meses- y las acciones desplegadas por el sospechoso -antes y después del hallazgo de los restos-, no efectuó una concreta imputación para citar al acusado, lo que podría afectar el eventual derecho de defensa y obstaculizar el accionar de la fiscalía, en caso que el proceso avance.

La resolución destaca que la fiscalía endilgó al sospecho los hechos tendientes a encubrir el homicidio de Fernández Lima, que habrían sido cometidos después del 20 de mayo de 2025, cuando se encontraron los restos del adolescente de 16 años desaparecido en 1984.

Pero también hizo hincapié en ciertas maniobras desplegadas por el sospechoso previamente a esa fecha, presuntamente para que los trabajadores de la obra lindera no descubrieran la fosa donde estaban los huesos de Fernández Lima.

En virtud de ello, el juez consideró que no estaban determinados los hechos por los cuales se requería la indagatoria, por lo que -a fin de no vulnerar la garantía del debido proceso y evitar futuras nulidades- le solicitó a la fiscalía que aclarase los términos de la imputación formulada el pasado 12 de agosto, según publicó fiscales.gob.ar.

El caso en la excasa de Cerati

Diego “El Gaita” Fernández Lima tenía 16 años cuando desapareció en la tarde del 26 de julio de 1984. Aquel día volvió del colegio, almorzó con su madre y le pidió dinero para tomarse el colectivo para ir a visitar a un amigo.

Un conocido cruzó a Diego en la esquina de Rómulo Naón y Monroe, en Villa Urquiza y lo saludo. Fue la última vez que alguien lo vio. Nunca llegó a la clase de la tarde en el ENET N°36, entonces ubicado en las calles Ballivián y la actual Combatientes de Malvinas (ex Donato Álvarez).

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Diego “El Gaita” Fernández Lima tenía 16 años cuando desapareció en la tarde del 26 de julio de 1984.

Diego “El Gaita” Fernández Lima tenía 16 años cuando desapareció en la tarde del 26 de julio de 1984.

Alrededor de las 20.30, como el joven no volvía, sus padres Juan Benigno Fernández e Irma Lima, fueron a la entonces comisaría 39 de la Policía Federal para reportar su desaparición, donde asentaron el caso como una presunta “fuga de hogar”.

Así, comenzó una búsqueda con panfletos pegados en el barrio, al tiempo que trataron de visibilizar su desaparición en los medios de comunicación. Su padre dio una entrevista por el caso, en 1986, y murió sin saber el destino de su hijo. Por su parte, la madre del joven y sus hermanos, aún lo buscaban.

El 20 de mayo pasado, cuando un grupo de obreros levantaba una pared medianera en la casa de Avenida Congreso 3748 que había sido propiedad de la artista Marina Olmi -hermana del actor Boy Olmi-, y que había alquilado el músico Gustavo Cerati, entre 2002 y 2003, se produjo un desmoronamiento de tierra desde el jardín del chalet lindero de Congreso 3742, donde vivía, desde los años ’70, el excompañero de escuela de la víctima con su familia.

El desplazamiento de la tierra evidenció la presencia de restos óseos, por lo que un vecino y los obreros, alertaron a la Policía. La investigación recayó en la fiscalía a cargo de López Perrando, quien dio intervención al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

Al analizar los 151 fragmentos de huesos hallados, los especialistas determinaron que el adolescente fue asesinado de una puñalada en el tórax que dejó una marca en su cuarta costilla derecha. También que, tras el crimen, intentaron desmembrarlo con una herramienta similar a un serrucho, aunque no pudieron. Tras ello, lo enterraron en una improvisada fosa a 60 centímetros de profundidad en el jardín de la casa.

Junto a los restos óseos, había una moneda japonesa, un reloj con calculadora Casio -fabricado en Japón en 1982-, un llavero flotante naranja con una llave, una ficha de casino, la hebilla de un cinturón, la suela de un mocasín talle 41 y una corbata tejida de uniforme colegial. Estos elementos brindaron indicios sobre la edad de la víctima y permitieron fijar la década del ’80 como la época en la que se habría cometido el crimen.

La difusión mediática que fue surgiendo del caso llamó la atención de un sobrino de la víctima que sospechó que el NN enterrado en Coghlan podía ser su tío desaparecido hace 41 años. Así, sus familiares se presentaron ante la fiscalía y se obtuvo una muestra genética de la madre de Diego -que hoy tiene 87 años- y que, al ser cotejada con sus restos, dio positivo y permitió su certera identificación.

En el marco de la investigación, el fiscal López Perrando recibió el testimonio de allegados de Fernández Lima, en su época escolar, y de los operarios que encontraron el cuerpo. De allí surgió información para imputar al excompañero que vive en la casa del hallazgo en orden a los delitos de “encubrimiento agravado” y “supresión de evidencia”.

En su pedido de indagatoria, el fiscal afirmó que el acusado “buscó silenciar el crimen de Diego Fernández” al explicar que “inmediatamente luego del hallazgo de los restos practicó diversas maniobras tendientes a encubrir la averiguación de la verdad”.

Entre ellas, mencionó que los restos óseas podían resultar de vieja data porque en el lugar había funcionado antiguamente una iglesia, haciendo alusión a una posible tumba.

También refirió que en el lugar se había situado un establo; y, por último, que al construirse una pileta en el fondo de la propiedad, se había pedido un camión de tierra que pudo eventualmente haber traído y depositado en el lugar los huesos hallados en la actualidad.

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