Sólo las jornadas del Congreso de la Lengua Española podrían retrasar los cambios que se avecinan en la Secretaría de Cultura de la Nación, donde la convivencia entre Torcuato Di Tella y su segunda, Magdalena Faillace, se avizora cada vez más insalubre.
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En el caso de Faillace, el detonante fue su postura en la «Convención sobre la diversidad de los contenidos culturales y las expresiones artísticas», que la UNESCO realizó entre el 20 y el 24 de setiembre en París. Allí la funcionaria, según denunció el Foro para la Defensa de las Industrias Culturales y la Educación, respaldó la aplicación de tratados que faciliten la eliminación de protecciones arancelarias o de políticas de subsidio a la educación y al desarrollo de las industrias culturales, uniéndose a la postura de países anglosajones participantes del Congreso. Dicho en criollo, votó contra el estatismo, lo cual irritó a muchos, empezando por su jefe.
Considerando que hoy vence el plazo de presentación de las posiciones oficiales para la redacción del documento final de la Convención, días atrás el Foro para la Defensa de las Industrias Culturales -que reúne, entre otros, a la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales, la Cámara de Productores Independientes de TV, los Directores Argentinos Cinematográficos y diversos gremios, sindicatos y asociaciones- solicitó audiencias con el presidente Kirchner, el canciller Rafael Bielsa y propio Di Tella, «a fin de imponerlos del tema y requerir la modificación de la posición adoptada, para que se contemple la defensa de las industrias culturales y la educación, de la que dependen más de 300 mil puestos de trabajo y un porcentaje importante del PBI nacional».
El viernes, Di Tella se desvinculó de la postura de Faillace en un carta a Bielsa haciéndole saber «la posición de esta Secretaría de Cultura». Sostiene que las «dos alternativas del artículo 19» (el de la polémica) «no son adecuadas para esta Secretaría» y propone que «los compromisos que los Estados participantes tomen en instrumentos internacionales relativos al comercio y las inversiones no se apliquen al área de las industrias y otras expresiones culturales, que deberán ser objeto de tratamiento especial».
• Apoyo
Di Tella recordó, además, volviendo a desligarse de la postura de Magdalena Faillace, que «al reunirnos en Madrid en el pasado mes de octubre, los máximos responsables de cultura de los países hispanohablantes hemos manifestado nuestro apoyo a la Convención, dejando en claro que la misma debe respetar como elementos clave la doble naturaleza de los bienes y servicios culturales, el derecho soberano de los Estados a desarrollar políticas que protejan y promuevan la diversidad cultural, la conexión entre diversidad cultural y desarrollo sostenible, y la no subordinación a otros tratados internacionales que puedan desviarla».
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