30 de junio 2006 - 00:00

Empresario secuestrado durante 21 días: "Pensaba en mis hijos las 24 horas"

"Pensaba en mis hijos las 24 horas", dijo esta mañana el agenciero Luis Orsomarso al referirse a la forma en que afrontó los 21 días que estuvo cautivo, en manos de un grupo de secuestradores que se lo había llevado de su comercio.

Al hablar con la prensa en la puerta de su casa, luego de haber pasado la noche nuevamente con sus familiares tras el cautiverio, Orsomarso contó también las sensaciones que tuvo cuando escuchó por radio que su padre advertía que iba a matarse si no lo liberaban.

"Lo escuché a mi papá hablar y pensé que le podía pasar algo al él. Lo escuché cuando decía que se podía llegar a matar", señaló el agenciero.

Refiriéndose a cómo pasaba los días en cautiverio, dijo que "al principio estaba asustado. Después me traté de tranquilizar y pensaba en mi familia todo el tiempo". Y casi enseguida agregó: "Pensaba en mis hijos las 24 horas".

Casado y padre de dos hijos de 8 y 12 años, el agenciero señaló luego que a pesar de lo vivido, va a seguir trabajando en el local que posee en la localidad de Ituzaingó, donde precisamente se produjo el rapto tres semanas atrás.

"Ahora me da miedo volver, pero voy a tener que seguir trabajando", señaló.

Orsomarso afirmó que no puede reconocer a sus secuestradores ni al lugar donde lo mantuvieron encerrado, porque estuvo "las 24 horas del día con los ojos vendados" y los dos sujetos que lo custodiaban prácticamente no le hablaron en ningún momento.

Agregó que siempre estuvo cautivo en el mismo lugar, una vivienda en la que lo único que pudo reconocer es que el piso "era de cemento".

Señaló que a lo largo de su cautiverio no lo dejaron bañarse ni afeitarse, y estaba vendado y encadenado todo el tiempo, con "un tacho" al lado donde hacía sus necesidades.

Esta mañana, Orsomarso dijo que escuchaba radio todo el tiempo ("había prendidas tres o cuatro radios las 24 horas del día", señaló al respecto) y contó que estuvo al tanto de las negociaciones que se hacían con su familia precisamente a través de ese medio de comunicación.

De hecho, señaló que escuchó por radio cuando su papá habló con la prensa y advirtió que si no lo liberaban iba a matarse.

Más calmo, aunque rodeado de micrófonos, grabadores y cámaras de televisión, Orsomarso habló en la puerta de su casa durante unos 10 minutos, poco antes de las 8:00 de la mañana, y pidió a la prensa que luego lo dejaran tranquilo para poder descansar y ver el partido de la Selección nacional, frente a Alemania.

Al dar detalles de lo que vivió, señaló que todo el tiempo lo custodiaban dos personas, aunque una de ellas "no hablaba" y la otra lo hizo -sólo unas veces- "con una voz distorsionada".

"Cuando me hablaba cambiaba la voz, era como una voz ronca", explicó el agenciero, y señaló que no pudo reconocerla como una voz conocida.

Agregó que después que le comunicaron que lo iban a liberar, viajó en un auto "unos 30 ó 40 minutos" hasta que lo dejaron en la calle, cerca de una estación de servicio, en la localidad de San Francisco Solano, en el sur del Gran Buenos Aires.

"Me dieron las zapatillas, me sacaron la cadena y me vendaron más. Después me bajé del auto medio mareado porque hacía mucho que no caminaba, y caminé hasta la estación de servicio", contó al referirse al momento de la liberación.

Luego, reiteró cómo era la relación con los secuestradores: "En ningún momento me hablaron. Yo traté de hablarles y no me contestaron".

Sólo dijo que le hablaron en algún momento puntual -por ejemplo para exigirle que escribiera una nota que le iban a dar a su familia o para decirle que lo iban a liberar- y que en ese momento uno de sus captores "cambiaba la voz".

Acerca del lugar donde permaneció cautivo, dijo que desde su agencia de compra-venta de autos, de donde se lo llevaron secuestrado, viajó alrededor de "una hora y media", y ratificó que siempre estuvo en el "mismo lugar".

"No se escuchaba nada. No sé dónde estuve. Lo único que me dí cuenta cuando me sentaba a comer es que el piso era de cemento", agregó, para señalar también, ante una consulta puntual, que no sintió frío en esa vivienda.

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