25 de agosto 2017 - 11:28

Experto mundial en agua: "A la gente no le encanta pagar más, pero entiende que da resultados"

Siegel dijo que Argentina necesita tener un modelo que funcione.
Siegel dijo que "Argentina necesita tener un modelo que funcione".
El agua y Seth Siegel no siempre corrieron por el mismo río: "Me acerqué al tema porque empecé a leer y me di cuenta de la poca conciencia que existía. Así, un día conocí un informe secreto desclasificado que hablaba que el peor momento de la crisis del agua llegaría en 2025. Entonces llamé a un senador amigo en EEUU y le pregunté qué recomendaba hacer. Pero él no conocía el informe". Ese fue el clic.

Siegel, "abogado, activista y emprendedor serial", según se autodefine, sospechó que la mayoría de los legisladores compañeros de su amigo tampoco conocían el documento, y estaba en lo cierto. "En ese momento me di cuenta que tenía una oportunidad de ayudar. Porque los activistas no solo se paran a reclamar frente a un edificio; a veces eso sirve, pero no siempre. Supe que había una gran historia por contar a un mundo que sufre cada vez más la escasez de agua", relata en diálogo con ámbito.com.

La historia quedó plasmada en "Agua", edición en español del best seller "Let there be water", una meticulosa investigación donde describe las técnicas que le permitieron a Israel transformar un territorio con 60% de zonas desérticas en otro propicio para la producción agrícola y liderar el sector de la tecnología hídrica a nivel mundial.

"En Israel tuvieron un pensamiento disruptivo que terminó transformando el mundo. Con una población que crecía, se dieron cuenta que necesitaban un modelo autosuficiente para sostenerse. Fueron pragmáticos y los resultados hablan por sí solos", resume.

El especialista, quien además asesora una organización que conecta gobiernos, ONGs y líderes del sector privado, describe que uno de los pilares de la política israelí fue concientizar a la población sobre la importancia del recurso, centrarse en la eficiencia de su uso y pensar a largo plazo. Aunque, aclara, ese "modelo" no es exportable al 100%.

"No todo lo que hizo Israel debería necesariamente copiarse en otros lugares, pero todos los países, grandes y pequeños, ricos y pobres, tienen algo que aprender de esta experiencia exitosa. Eso sí: primero tienen que saber qué quieren copiar", explica.

Recién llegado al país, Siegel se embarcó en una frenética maratón de entrevistas con altos funcionarios y profesionales del área para enriquecer su panorama sobre los problemas locales: "Conozco sus dificultades con el agua dulce, en especial sobre la desigualdad en su distribución, sé también que todavía se tratan poco las aguas servidas y que en el norte y el sur sufren los climas secos".

¿Se puede pensar en contar con la asistencia israelí? "Si Argentina la pidiera, evidentemente estaría disponible. Existe un programa aplicado a muchos países para desarrollar mejores políticas de agua y riego". De hecho, confiesa que le "sorprendería" que el tema del agua no figure en la agenda del premier Benjamin Netanyahu en su visita a Buenos Aires, a mediados de septiembre.

"Argentina necesita tener un modelo que funcione. Me impresionaron las personas con las que me reuní, pero el desafío es convencer a la gente y a los líderes de que vale la pena el esfuerzo", apunta.

Israel subsidió el agua por muchos años, pero recientemente dejó de hacerlo y adoptó la "fijación de precios según el costo real". El consumo disminuyó casi un 20%. Esa modificación, concluye su investigación, "ayudó a transformar un bien gratuito que puede usarse de manera irrestricta en un producto básico con límites".

"A la gente no le encanta pagar más por el agua, pero debe entender que tiene muy buenos resultados. Y los políticos entender que hay una recompensa por darle a la gente agua de calidad", señala.

El tema está entre los urgentes de la agenda mundial. Al momento de presentar "la disponibilidad y el saneamiento del agua" como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Naciones Unidas presentó un panorama preocupante: "La escasez de recursos hídricos, la mala calidad del agua y el saneamiento inadecuado influyen negativamente en la seguridad alimentaria y la salud. Para 2050, al menos una de cada cuatro personas probablemente viva en un país afectado por escasez crónica y reiterada de agua dulce", advirtió.

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