3 de agosto 2006 - 00:00

Historia que no debe repetirse

No es novedad que la Justicia es lenta. En algunos casos tiene poco que ver, simplemente porque la decisión no cambia la situación del hecho. Sin embargo, esta vez los juristas se toparon con un tema diferente: una joven discapacitada fue violada (según parece, por un familiar) y resultó embarazada.

El hecho se produjo hace casi 5 meses, y como había una denuncia (sobre la mencionada violación), el caso fue enviado a la Justicia para que otorgue una autorización expresa para concretar el aborto requerido por la damnificada de 19 años, a través de su madre y de su hermana.

  • Cuestiones

  • Obviamente, lo primero que se exigió fueron los estudios prequirúrgicos que incluyeron psicólogos, médicos obstetras, una asesora de incapaces en representación del niño por nacer y otros profesionales, que debían dar su posición al respecto. Mientras tanto, la joven esperaba que le practicaran el aborto desde el momento en que se internó en el Hospital San Martín de La Plata, el 4 de julio pasado, para acogerse a lo establecido en el Código Penal (art. 86, inc. 2do), para que puedan actuar en consecuencia. Según los médicos, «como una situación de rutina en estos casos especiales». Por aquel entonces, la joven ya tenía un embarazo de 14 semanas y media. Recién aproximadamente un mes después, la jueza Inés Siro negó la realización del aborto alegando varias cuestiones: que la incapacidad de la recurrente era «moderada» y que la magistrada no tenía noticias (o conocimiento) de la violación. La sentencia fue apelada y la decisión final recayó en la Corte de Justicia bonaerense.

    Finalmente, después de varios días, se constituyó el cuerpo (con nueve miembros, con seis titulares, dos ausencias y tres conjueces nominados), y dos días después se emitió el fallo favorable a la concreción del aborto donde hubo posiciones en contra y a favor (lease monseñor Jorge Casaretto; la jueza María del Carmen Argibay), pero hubo que esperar 48 horas más por si entraba alguna apelación. Habrá que recordar que en la resolución uno de los conjueces votó por la negativa por entender que «la incapacidad de la joven era limitada, porque podía atender un teléfono».

    De todas maneras, los 6 votos a favor y 3 en oposición parecían poner las cosas en su lugar. En verdad, daba la sensación de asunto concluido, pero nadie tomó en cuenta que el feto -con tantas demoras- iba creciendo en el vientre de su madre y hoy el embarazo ya tiene casi 5 meses de gestación.

    Era lógico suponer que los médicos que siguen el caso de cerca se reunieran para decidir sobre la conveniencia o no de realizar el aborto a esta altura de la gestación (ver aparte) y hayan resuelto no actuar en estas condiciones, para esperar que el niño nazca por parto inducido, pues lo contrario supone que se corre un riesgo quirúrgico de final impredecible.

    Dentro de este drama, que encierra marchas, contramarchas, opiniones encontradas, desconcierto y dudas, apareció un empresario que se ofreció a «adoptar el bebé y pagar los gastos (que demande la damnificada hasta el nacimiento) en el mejor sanatorio». Tal vez sea una salida, o si se quiere un final feliz. Aunque bien todo esto podía haberse evitado, simplemente con una normativa clara y expresa para que si se repite un caso como el que se trata, la decisión no demande más que unos pocos días. Por la salud de la damnificada, el niño por nacer y la propia sociedad.

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