14 de octubre 2023 - 00:00

Agustina de Alba: la sommelier que venció todos los obstáculos para democratizar el vino

Nominada en dos ocasiones como Mejor Sommelier de Argentina y distinguida entre los cinco mejores comunicadores de vino del mundo. Una carrera de logros y también de algunos traspiés que supo sortear a fuerza de pasión, coraje y perseverancia.

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Cualquiera que conozca de vinos o haya asistido a catas y talleres sabe quién es Agustina de Alba. Protagonista indiscutida de la sommellerie local, fue de las primeras en valorar la “democratización del vino”, es decir: en dedicarle tiempo y pasión a idear un método de enseñanza para quienes buscaban acercarse a la bebida nacional y, hasta ese momento, siempre se topaban con un mundillo inaccesible, plagado de palabras raras y personas adultas.

Con su frescura y juventud, supo bajar del altar al mundo del vino para demostrar que, con algo de ayuda, cualquiera podía conocer y disfrutar ese universo. Es cierto: hoy hablar de Agustina de Alba es hablar de vinos, viajes, premios y éxitos. Pero lo que pocos saben es que la historia de vida de la multifacética sommelier está marcada por incontables “no”: no podés, no nos interesa, no va a funcionar… Negativas que, con esfuerzo y sobre todo con constancia y pasión, Agustina supo invertir y utilizar a su favor.

Nada la detuvo: pasó por la radio, la tele, el teatro y sus libros son un éxito. Da charlas, organiza ferias y catas, y suele recibir consultas de famosos (Fito Páez, Cecilia Roth, Dolores Fonzi, Leo Sbaraglia, Lali Espósito, Graciela Borges, Kevin Johansen y Mike Amigorena, entre muchos otros). Además, desde hace años brilla en las redes sociales (@Agusdealba). Su exitosa y prolífica carrera es la demostración perfecta de que los deseos no deben abandonarse y de que siempre es posible pasar del modo “no” al modo “on”.

Sus logros

Se recibió de sommelier a los 19 años. Un año después, en 2008, fue elegida “Mejor sommelier de Argentina”, título que volvió a recibir en 2012. También en 2012 obtuvo el quinto puesto en el concurso Mejor Sommelier de las Américas. Luego, trabajó en restaurantes de renombre de Argentina y del mundo, y entonces decidió dejarlo todo para dedicarse a hacer llegar el vino a la gente, lo que le valió el título informal de “democratizadora del vino”. Tuvo su micro en la radio y luego publicó Hola Vino (Editorial Planeta, 2020), una suerte de manual indispensable para wine lovers que ya va por su cuarta edición y lleva casi 10.000 ejemplares vendidos, lo que lo convierte en el libro de vinos con más éxito de la Argentina.

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Fue esa publicación, justamente, la que la catapultó como comunicadora: para testear el contenido del libro, la sommelier comenzó a organizar talleres y charlas que fueron creciendo en convocatoria hasta llegar a más de 500 personas. Luego vinieron Hola Feria -un espacio de encuentro junto a productores de las distintas zonas vitivinícolas del país- y Hola Cata, un encuentro más íntimo y técnico en el que los asistentes degustan distintas etiquetas de vino argentino y del mundo. Y como si fuera poco, la experiencia llegó al teatro: recientemente presentó su espectáculo “Hola Vino - Maridaje” en el Konex, donde se lució derribando mitos y enseñando tips para disfrutar nuestra bebida nacional en clave lúdica y humorística. Anteriormente se había presentado en el teatro Picadero donde respondía a la pregunta de “qué es un buen vino” sin ninguna solemnidad.

La última gran noticia que la tuvo como protagonista fue su nominación entre los cinco mejores comunicadores de la industria vitivinícola. Un reconocimiento que le otorgó la IWSC (International Wine and Spirit Competition) por su despliegue en las redes sociales, su talento, compromiso, esfuerzo y contribución al vino argentino.

Los primeros “no” derribados

Con tan sólo 15 años, Agustina de Alba tuvo dos revelaciones paralelas: por un lado conoció su pasión, por el otro supo que insistir desde esa pasión era la mejor respuesta ante una negativa que pudiera cortarle las alas.

Estando de vacaciones en Mendoza junto a su padre, la casualidad quiso que les suspendieran un tour. Entre las opciones de reemplazo surgió la que le cambiaría la vida: conocer una bodega aprovechando que estaban en la “capital del vino”. Su padre, que no tomaba vino, dudó, se resistió. Pero ninguna negativa fue un impedimento para la futura sommelier. Insistió tanto que finalmente el hombre accedió, aunque decidió esperarla en la puerta. Agustina era aún menor de edad así que no pudo beber, y el tour era en portugués, por lo que entendió a medias. Pero quedó tan maravillada que lo sintió en todo su cuerpo y en un instante decidió lo que quería para el resto de su vida: hablar de vinos, viajar y conocer gente. Tras insistir un poco más, logró que su padre la llevara a conocer más bodegas. “Encontré mi lugar en el mundo”, dice Agustina cuando rememora esa instancia.

El segundo “no” de su carrera llegó en forma de risas burlonas de parte de sus propios compañeros cuando en una clase de orientación vocacional del secundario dijo que quería dedicarse al vino. Los docentes llamaron a sus padres temiendo problemas de alcoholismo, algunos pares comenzaron a decirle “borracha”. Nuevamente la insistencia la llevó a dar con un profesor de inglés que había hecho un curso de sommellerie y le dio el programa de estudio. No lo dudó y llamó a la Escuela Argentina de Sommeliers (EAS), pero cuando dijo el año de nacimiento recibió el tercer no: “Volvé cuando seas mayor de edad”. Esperó pero sin detenerse. Ahorró plata y volvió a Mendoza donde consiguió trabajos temporales de camarera, continuó probando vinos y visitando bodegas ante la sorpresa de su familia que no entendía que fuera tan rebelde, que no estudiara algo más tradicional y que, encima, le gustara el vino.

De regreso y ya con la mayoría de edad, llamó a la EAS. ¿La respuesta? Un no. Ya no había cupos disponibles. No le importó y el primer día de clases se sentó a esperar el milagro… que finalmente sucedió. Alguien faltó y Agustina de Alba comenzó la carrera de sus sueños de la cual se diplomó con medalla de honor.

Premios, varios obstáculos y una idea fija

Tras recibir por primera vez la distinción como Mejor Sommelier de Argentina, Agustina viajó a Francia y luego vivió un año en África, trabajando junto a un chef francés muy famoso. Pensó en dejarlo todo, pero se sobrepuso y continuó desempeñándose como sommelier en importantes restaurantes.

Su carrera era un éxito y avanzaba muy rápido; sin embargo, sentía que faltaba algo importante. Pasó por la radio, donde daba sus tips y consejos a los oyentes, y de allí nació la idea de escribir Hola Vino, un libro fuera de caja en el que no se mencionan bodegas ni etiquetas recomendadas, en el que no se habla de catas técnicas y que no contiene frases rebuscadas. Las editoriales se resistían a publicarlo. Siguieron muchos “no” más: “Fui de rebote en rebote hasta dar con el Grupo Planeta, que apostó por la idea”, cuenta.

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Siempre siguiendo su sueño de comunicar, educar y acercar el vino a la gente, fue de las primeras sommeliers que logró sacarlo del lugar estructurado y serio en el que algunos especialistas solían ubicarlo y para eso organizó incontables HOLA VINO en Argentina, España y otros países. Hola Vino, Hola Feria y Hola Cata siguen concitando la atención de un público heterogéneo y curioso.

Quienes quieran estar al tanto de los eventos que organiza Agustina de Alba, sus descubrimientos y recomendaciones (además de enterarse cuándo saldrá su próximo libro), pueden seguirla en las redes sociales donde sus publicaciones son un hit entre los más jóvenes. Allí también se aprende de vinos, claro, porque cualquiera que guste puede explorar ese amplio mundo. Basta con correr todos los “no” y las excusas de escena, como Agustina, y dejarse llevar por la capacidad, la energía y la pasión de una experta.

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