Café Mishiguene ofrece una nueva forma de acercarse a la gastronomía judía desde el concurrido barrio de Palermo. Se trata de una propuesta pensada para acompañar el día a día desde el confort y la historia: platos para compartir inspirados en la cocina de inmigrantes, productos artesanales y una estética sencilla y moderna. El proyecto, dirigido por el reconocido chef Tomás Kalika, traslada el espíritu de su restaurante insignia a un formato más ágil, sin perder calidad ni emoción.
Un homenaje cotidiano a la cocina de inmigrantes
Con el sello de Tomás Kalika, Café Mishiguene abre sus puertas en Palermo como una versión diurna, relajada e informal del célebre restaurante Mishiguene. Ideal para desayunar, almorzar o hacer una pausa con sabor y calidad.
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Café Mishiguene, una oda contemporánea a la cocina judía en pleno corazón de Palermo.
Desde que se cruza la puerta, el ambiente habla por sí solo: colores claros, superficies que reflejan la luz y una impronta vibrante pero contenida que transmite calidez a cualquier hora.
Diseñado por Vanesa Protti y Luciana Saccomanno, el espacio juega con el contraste entre la tradición y lo contemporáneo, igual que su cocina. El salón, de capacidad acotada, favorece una experiencia ágil pero reconfortante, ideal para desayunos con calma, almuerzos al paso o meriendas que se extienden.
Desde temprano, Café Mishiguene despliega una carta de desayuno y merienda que combina panadería artesanal, tradición judía y sabores caseros. Entre las opciones dulces se destacan medialunas (clásicas o rellenas), rolls de canela y chocolate, croissants (también con almendras o dulce de leche), babka, pan de campo y jalá.
Para quienes buscan algo más sustancioso, hay tostadas con palta y huevo, huevos revueltos o duros con tahina, yogur con granola y frutas, y burekas de papa o espinaca con queso. Todo acompañado por café de especialidad, jugos, masagrán o chocolatada, ideal para arrancar el día o disfrutar una pausa sabrosa y relajada.
Hacia el mediodía, el menú gana cuerpo sin perder el tono liviano. Bajo la fórmula de "Schmear, Nosh, Mezze”, desfilan platitos para compartir que combinan sabores clásicos y toques actuales: hummus con toppings (kebab de pollo, hongos salteados), labneh especiado, shakshuka con huevo en su punto justo, burekas doradas y manakish recién horneados en piedra.
No faltan los íconos, como el sándwich de pastrami casero en pan pletzalej, jugoso y contundente, que resume el alma del lugar en un solo bocado.
El apartado dulce no se queda atrás. Para el cierre, conviven clásicos como strudel de manzana, baklava y mousse de maracuyá con otras opciones más frescas, como ensaladas de frutas especiadas o tortas húmedas que se adaptan a cada momento del día.
Además, a partir de la tarde el café se convierte en bar: hay vinos por copa, coctelería ligera y hasta etiquetas propias desarrolladas junto a Bodega Catena Zapata, perfectas para acompañar una charla extendida o una sobremesa sin prisa.
Café Mishiguene no es solo una extensión de su hermano mayor, sino un espacio con identidad propia. Aquí, lo judío no es solo una tradición sino una forma de preparar los platos, de contar historias y de crear comunidad. En cada detalle (desde la vajilla hasta el punto de cocción del pastrón) se percibe un respeto por el origen y una mirada puesta en el presente. Una invitación a redescubrir una cocina emocional, sincera y profundamente viva.
Dirección: Cabello 3181, Palermo.
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