11 de junio 2019 - 00:00

Los enigmas económicos poselectorales

Hay una sencilla causa por la cual hay que esperar sí o sí cambios relevantes: la tasa de riesgo-país oscila entre los 900 y los 1.000 puntos.

Banco Central de la República Argentina (BCRA).
Banco Central de la República Argentina (BCRA).

¿Qué novedades habrá en el terreno económico a partir del próximo mandato presidencial? Sea el oficialismo o sea la oposición quien termine victorioso en las elecciones, será necesario esperar novedades. En este punto alguien podría preguntarse por qué en caso de ganar el oficialismo cabe esperar cambios económicos de relevancia. La respuesta es sencilla. No sólo la economía está hoy tan pero tan mal que hay que esperar novedades porque ningún gobierno que se precie de tal puede darse el lujo de perder popularidad a alto ritmo. No sólo ese factor obligará a quien gane las elecciones a apurar y anunciar medidas económicas aunque -al menos en el caso de Cambiemos- pudiera parecer que ni siquiera hay intención de pensarlas. La cuestión es que hay una sencilla causa por la cual hay que esperar sí o sí cambios relevantes: la tasa de riesgo-país oscila entre los 900 y los 1.000 puntos. Las elecciones, sea cual fuere su resultado, serán insuficientes para que el riesgo-país vuelva a niveles compatibles con el acceso a los mercados internacionales de crédito. En otras palabras, el riesgo-país seguirá siendo muy alto a inicios del próximo mandato presidencial y por lo tanto, seguirá siendo necesario usar dólares del FMI para pagar la deuda en dólares. Pero los dólares del FMI van a terminar de llegar a fines de este año. A partir de allí sólo quedará un stock de reservas líquidas que no llegará a los u$s15.000/ 20.000 millones si se exceptúa el swap con China y los encajes de los depósitos en dólares. En el año 2020 van a vencer entre u$s30.000 y u$s35.000 millones si se tiene la suerte de que los vencimientos de corto plazo de aquí hasta fin de año puedan ser renovados. Ello va a imponer duros condicionamientos a quien asuma -o reasuma- el poder. Es por eso que habrá que esperar novedades económicas y financieras de gran relevancia a fines de este 2019. Estas novedades deberán en principio cubrir al menos cuatro variables económicas claves: la deuda, el dólar, las tasas y los precios. Es en estas variables en las que hoy tenemos grandes incógnitas. Veamos por qué.

1| LA DEUDA

Como hemos dicho, quien gane las elecciones tendrá el sinsabor de comprobar que el hecho de que la incertidumbre electoral comience a disiparse va a resultar claramente insuficiente para que el crédito al país se reanude. Ello, casi seguro, no va a ocurrir. Quien gobierne entonces tendrá que anunciar novedades relevantes con respecto tanto a la política de gastos e ingresos presupuestarios y extrapresupuestarios como también con respecto a cómo hará para financiar el pago de la deuda ante el posible y probable achicamiento a niveles límites de las reservas de libre disponibilidad. Hay que hacer notar que no bastará con refinanciar los dólares prestados por el FMI para poder seguir pagando la deuda. Las cuotas de repago de los dólares del FMI van a empezar a vencer desde mediados de 2021. Y la realidad es que desde mucho tiempo antes va a ser necesario encontrar alguna fuente de financiamiento en divisas para no caer en default. Ello implica que más allá de las previsibles declaraciones en el sentido de que se piensa honrar los compromisos del país más allá de las elecciones es improbable que tales declaraciones puedan calmar a los mercados una vez que estemos pisando el comienzo de 2020.

2| LOS PRECIOS

¿Piensa quien gobierne el país en 2020 seguir con un intento por abatir la inflación de manera gradual? ¿O por lo contrario se va a intentar una política de shock para acabar de un solo golpe con la inflación? Desde ya que una contestación a esta pregunta está atada también a la respuesta que pudiera darse al tema de la deuda. Es fácil advertir por qué. No es probable que haya posibilidad de aplicar un plan de shock que no responda de manera exitosa al problema del repago de la deuda. Y además, aunque se intente una política gradualista para abatir la inflación, tal salida también va a resultar muy dependiente de lo que se decida con la deuda. En otras palabras: si se puede garantizar un cierto repago de la deuda por un período relevante de tiempo, entonces más éxito podrá tenerse en abatir la inflación, sea de manera gradual, o sea través de un shock antiinflacionario. Al respecto debemos decir que, al revés de como se suele pensar últimamente, un “shock” antiinflacionario, no debería resultar de ninguna manera una especie de “mala palabra”. Hay cierta creencia de que un shock implica recesión, impuestazo, tarifazo y retracción de consumo. Y la verdad es que no tendría por qué ser así: en la historia argentina hay varios ejemplos de shocks económicos que no significaron ni recesión ni desempleo ni nada por el estilo, sino todo lo contrario: reactivación y más mano de obra empleada. El fin abrupto y caótico de estos planes de shock fue obra del pésimo manejo económico por parte de los ministros que se dedicaron a administrar la economía en aquellos años y no a que resulte una condición “sine qua non” que un plan de estabilidad con características de shock implique la necesidad de variables recesivas o empobrecedoras. Más bien es probable lo contrario.

3| EL DÓLAR Y LAS TASAS

Desde esta columna hemos dicho que un set de precios relativos óptimo necesitaría de un tipo de cambio real alto y de tasas de interés reales lo más bajas posible. Esto es lo deseable. Lo que habrá que ver es si la economía internacional no resulta desde fines de este año en adelante un condicionante para que ello sea posible. Hoy existe la gran ventaja de que el mundo es todo lo favorable posible a las economías emergentes. Quien descrea de ello pensando que los precios de muchos commodities están en niveles relativos bastante bajos no tiene en cuenta que ello castiga en general a sectores exportadores tradicionales, pero por lo contrario hace más llevadera la asfixiante situación fiscal de países como Argentina. En otras condiciones internacionales, sea por un mayor nivel de actividad en el Hemisferio Norte que implicara mayores tasas de interés allí, o sea por una certeza deflacionaria en los países industrializados que espantara capitales de países emergentes como Argentina, estaríamos en presencia de presiones que elevarían las tasas de interés en dólares en el exterior a niveles incompatibles con cualquier atisbo de estabilidad aquí en Argentina.

Todos estos temas: pago de la deuda, política de precios, tipo de cambio real y tasas de interés son hoy un gran misterio desde diciembre en adelante. El gran problema es que hay grandes probabilidades de que ello siga así aún hasta fechas tan cercanas como lo son fines de noviembre o incluso, de diciembre.

Embed

Walter Graziano y Asociados

macroeconomía - finanzas -
inversiones - situación política -
charlas individuales o en empresas

we speak english - viajamos al interior

[email protected]

Te puede interesar