1 de agosto 2008 - 00:00

Carla Bruni y su esposo ''bling-bling''

Carla Bruni y su esposo bling-bling
La primera dama de Francia, Carla Bruni, se luce en la portada de la revista estadounidense «Vanity Fair». En la cubierta se puede ver a la cantante, hoy esposa del presidente francés, Nicolas Sarkozy, fotografiada por Annie Leibovitz, reposando en un sillón como quien acaba de regresar de su paseo hípico matinal. Más glamour imposible. ¿Y qué mejor que «Vanity Fair» para hablar de buen gusto? La revista sostiene que la Bruni ha ayudado a su esposo a cambiar su estilo demasiado «flashy» (llamativo). Seguramente es el mejor servicio que Carla puede hacerle a los franceses para quienes, según la revista, «el buen gusto es sagrado» y que miran con horror algunas costumbres -que no dudan en llamar vulgares- de su jefe de Estado: de los paseos por Eurodisney al excesivo uso de joggings y remeras con inscripciones, pasando por esa fea costumbre de tocar a sus interlocutores, palmaditas en la espalda, mano en el brazo, golpes de hombro. En materia de look, la objeción llegó a tal punto que la prensa lo ha bautizado presidente «bling-bling», término tomado de la inclinación de los raperos norteamericanos por los brillos y el oro.

Aunque para muchos la flamante esposa italiana es una joya más que Sarkozy puede exhibir, Carla ha logrado que él dejase de lado «el viejo Rolex de oro», sustituyéndolo por un elegante Patek Philippe. «Así no hará ruido cuando corra por el Bois de Boulogne», explica «Vanity», con impiadosa ironía. El consejo no vendría mal por otras latitudes, para una presidente que, como bien señalan algunos especialistas, incurre en brillos excesivos (ya no tanto) y que, como su par francés, seguramente hace «bling-bling» cuando pasea en los jardines de Olivos con su Rolex de oro en la muñeca.

Carla, cuyo estilo sobrio ha sido bien recibido por los críticos de moda europeos, dijo también a «Vanity» que se sentía identificada con Jackeline Bouvier Kennedy. Considerando que la dama fue famosa por su singular elegancia, pero sobre todo por ser la viuda del asesinado presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy, un psicólogo podría interpretar estas expresiones de Carla como un sincericidio en el caso de que Nicolas no se deshaga de los tacos altos y otras excentricidades.

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