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Carrera de fondo y pique electoral: las campañas presidenciales que en Brasil y Venezuela conduce Joao Santana
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Los logros de Dilma (cada uno de ellos promocionado por la agencia de Joao Santana) constituyen el pacote (paquete) que la diferencia de su antecesor Lula: son ellos la baja en la tasa de interés, la reducción en las tarifas eléctricas, además del control de los precios en los alimentos y de los índices de empleo. Demás está decir que Dilma tiene que superar un andamiaje de acero instalado en el imaginario colectivo, como es la asociación casi exclusiva que se hace de Lula con los planes "Hambre Cero" y "Bolsa Familia", los más taquilleros de la década petista y que la actual presidente, en el caso del segundo plan, reforzó en 2012. Pero ni ese relanzamiento contribuyó para que Bolsa Familia se "readjudicara" a Dilma.
No sería todo. El 1 de mayo, Día del Trabajador y fecha especialmente simbólica para el PT, Dilma Rousseff anunciaría otra medida más a agregar a su vitrina con trofeos de gestión: la eximición de impuestos para el transporte público urbano, que no es otra cosa que darle otra vuelta de tuerca, ajustando las tarifas, a la inflación que se le presenta indomesticada.
En cuanto a la estrategia a definir frente al adversario político, tanto en Brasil como en Venezuela el mago del marketing Joao Santana viene mal acostumbrado: sus candidatos arrancan con demasiada ventaja frente a sus contrincantes. En el caso de Brasil, Dilma cuenta con el compromiso de "no innovar" de Lula (eso, por ahora: el brillante analista Raymundo Costa, dijo ayer en Valor Economico que no habría que descartar una reaparición de Da Silva en el escenario electoral si se diera la eventualidad de tormentas financieras o tsunamis inflacionarios). Pelé podrá haber sido " o Rei", pero si hay alguien indiscutiblemente imbatible en Brasil, ése es Lula.
El horizonte opositor brasileño, por su parte, hoy está prolijamente delineado: el PSDB (social-democrátas, el partido de Fernando Henrique Cardoso) con Aécio Neves, y el Rede (izquierda ecologista) con Marina Silva, se reparten lo que hoy no son sino migajas electorales. El tercero es Eduardo Campos, gobernador de Pernambuco y líder del PSB (socialismo), que si bien es la promesa "joven" en el espectro político del país vecino, todavía juega a las escondidas con el oficialismo (el PSB es uno de los 17 partidos que conforman la "base aliada" del PT en el gobierno). El motivo es simple: cuatro gobernadores nordestinos (de los estados Amapá, Espírito Santo, Piauí y Paraíba) del mismo partido de Campos buscan la reelección en 2014. De cruzarse Campos de trinchera pondría en jaque no sólo el futuro político de ellos sino la supervivencia del partido, que el mismo gobernador de Pernambuco necesita para confrontar al petismo "por izquierda".
Resta en este escenario una sola incertidumbre: la evolución de la Acción Penal 470, nombre técnico para el caso del mensalao. Ya recibieron condena los políticos José Dirceu, José Genoino y Delúbio Soares; los publicistas Marcos Valério, Ramon Hollerbach, Simone Vasconcelos y Cristiano Paz; y los financistas Kátia Rabello, José Roberto Salgado y Vinícius Samarane. Mas allá de que exista ese acuerdo entre Dilma y Lula para no avivar el fuego del mensalao, en 70 días el juicio será retomado por una Suprema Corte que acaba de ser renovada.
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