Crisis Londres-Moscú por acusación contra un ex KGB
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¿Victimario
y víctima?
Según la
Justicia
británica, el
primero, el
ex espía de
la KGB
Andrei
Lugovoy, fue
quien
asesinó con
una sustancia
radiactiva
a
Alexander
Litvinenko,
uno de los
más severos
críticos del
actual
gobierno
ruso.
Lugovoy, de 42 años, negó las acusaciones. Según dijo a la agencia de noticias rusa «Itar-Tass», «esta decisión está motivada políticamente. Yo no maté a Litvinenko, no tengo nada que ver con su muerte y puedo probar mi desconfianza hacia la denominada evidencia recogida por el sistema de justicia británico». Asimismo aseguró que él era una « víctima contaminada» y que toda su familia estuvo en riesgo debido a su contacto con el ex espía.
Además, adelantó enigmáticamente que «pronto» hará «una declaración pública que causará conmoción en la opinión publica británica. Esta cambiará radicalmente la valoración de los eventos acontecidos en los últimos años en el Reino Unido en torno de varias figuras de origen ruso».
Lugovoy es uno de los tantos miembros de los servicios secretos que se pasaron al negocio de la seguridad privada tras la caída de la URSS. Su rostro fue conocido luego de haber organizado en 2001 un intento de fuga de la cárcel de Nikolai Glushkov, subdirector general de la compañía rusa Aeroflot. Tras abandonar la prisión, fundó en 2002 la compañía privada de seguridad Deviati Val. Hasta el asesinato de Litvinenko, la agencia brindaba servicios de seguridad a empresas británicas con intereses en el mercado ruso.
El caso más tenebroso de asesinato y espionaje desde la Guerra Fría ha tensado las relaciones entre Gran Bretaña y Rusia y el anuncio de ayer amenazó con agravar aun más la situación.
Los lazos entre el Kremlin y la Unión Europea se han enfriado debido a una amplia gama de diferendos, que van desde la instalación de un escudo antimisiles patrocinado por EE.UU., hasta las violaciones a los derechos humanos en Rusia.
En tanto, los países europeos dependen en buena medida de las grandes importaciones de gas y petróleo desde Rusia, un flujo a veces dificultado por tensiones políticas entre Moscú y los países del este europeo por donde pasan los ductos, como Ucrania y Bielorrusia.
Litvinenko, un ex agente de la KGB que se había convertido en un acérrimo opositor en el exilio al presidente Vladimir Putin, se reunió con Lugovoy y otro empresario ruso, Dimitry Kovtun, en un bar del hotel londinense Millennium el 1 de noviembre del año pasado. A las pocas horas cayó gravemente enfermo y fue internado en un hospital, donde inició una penosa agonía de tres semanas. Las imágenes de su demacrado cuerpo, conectado a numerosos aparatos médicos, fueron publicadas por todo el mundo.
Finalmente, los médicos diagnosticaron un envenenamiento con polonio 210, un isótopo altamente radiactivo.




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