España regresó a su pasado doloroso con masiva beatifición
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«Con sus palabras y gestos de perdón hacia sus perseguidores (los nuevos beatos) nos impulsan a trabajar incansablemente por la misericordia, la reconciliación y la convivencia pacífica», clamó el Papa al término del Angelus. El Papa no hizo alusión a las circunstancias históricas en las que murieron los 498 nuevos beatos y se limitó a recordar que «no todos están llamados al martirio cruento».
En el acto estuvieron presentes miembros del gobierno español, entre ellos el ministro de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos. La presencia de Moratinos y de uno de los impulsores de la Ley de Memoria Histórica en la ceremonia fue calificada de «gesto amistoso tras fuertes roces» con la Iglesia, según el diario español «El País».
«Los mártires no son patrimonio exclusivo de una nación, pertenecen al mundo entero, a la Iglesia universal», recalcó el cardenal Saraiva Martins durante la homilía, en unas palabras también interpretadas como otro gesto pacificador ante las polémicas por la beatificación.
Sin embargo, el proceso de beatificación despertó también cuestionamientos sobre el papel de la Iglesia en la Guerra Civil. «La jerarquía de la Iglesia Católica española va a desaprovechar una gran oportunidad para llevar a cabo un ejercicio de reconocimiento público de su labor durante la Guerra Civil y la dictadura franquista», dijo en un comunicado la Asociación por la Memoria Histórica.
En la lista de nuevos beatos figuran dos obispos, 24 sacerdotes, 462 religiosos, tres diáconos, un seminarista y siete laicos. Cinco de ellos nacieron fuera de España, dos en Francia, dos en México y otro en Cuba. La mayoría de los nuevos beatos murieron en 1936, siete fueron asesinados en 1937 y dos fueron víctimas de 'persecuciones religiosas' en 1934.
Según los historiadores, cientos de religiosos y religiosas españoles fueron asesinados por los republicanos, sector que contaba con fuertes corrientes anticlericales antes y durante la Guerra Civil, que dejó un saldo de más de 500.000 muertos en España entre julio de 1936 y abril de 1939.
Tras la derrota de los republicanos y la victoria de los militares sublevados y la instauración del régimen dictatorial de Franco, unos 50.000 republicanos fueron ejecutados por las fuerzas nacionalistas y decenas de miles fueron encarcelados o exiliados.
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