El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reordenó las prioridades de la política espacial y dispuso que el regreso a la Luna se convierta en el eje central de la estrategia, mientras las misiones tripuladas a Marte quedaron relegadas a una etapa posterior. La decisión se inscribió dentro del programa Artemis de la NASA, impulsado durante su primer mandato, con el objetivo de consolidar el liderazgo estadounidense en la exploración del espacio.
La NASA posterga los viajes a Marte para regresar a la Luna
El presidente estadounidense ordenó que se priorice la incursión lunar. El objetivo es consolidar el liderazgo de EEUU.
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Trump ordenó que la NASA priorice el regreso a la luna.
Según detalló el decreto presidencial, un nuevo alunizaje “afirmaría el liderazgo de Estados Unidos en el espacio, sentaría las bases para el desarrollo económico de la Luna, prepararía el viaje a Marte e inspiraría a la próxima generación de exploradores estadounidenses”.
En esa línea, el documento fijó como meta instalar antes de 2030 los primeros módulos de un puesto avanzado lunar permanente, pensado para estadías prolongadas y operaciones científicas continuas.
Los planes de la NASA con energía nuclear en el espacio
El texto oficial también confirmó los planes de la NASA para desplegar reactores nucleares tanto en la superficie lunar como en órbita, con el fin de asegurar un suministro energético estable para futuras misiones y bases espaciales.
Esta infraestructura resultó clave dentro de la nueva estrategia, que buscó transformar a la Luna en un centro logístico y tecnológico de largo plazo.
Actualmente, el retorno de astronautas estadounidenses al suelo lunar quedó previsto para mediados de 2027, con la misión Artemis 3, aunque ese cronograma acumuló varias postergaciones.
Especialistas del sector advirtieron que podrían producirse nuevas demoras, debido a que el módulo de aterrizaje lunar desarrollado por SpaceX, la empresa de Elon Musk, todavía no estuvo listo para volar.
Presión sobre la NASA y el sector privado
El nuevo orden ejecutivo incrementó la exigencia sobre la NASA y sobre las compañías privadas que participan del programa Artemis, a las que la administración Trump les asignó un rol central para acelerar los tiempos y cumplir los objetivos fijados. La Casa Blanca buscó, de este modo, imprimir mayor ritmo al calendario de exploración lunar.
Estados Unidos no envió astronautas a la Luna desde la misión Apolo 17, realizada en 1972. Con Artemis, la agencia espacial apuntó a establecer una presencia sostenida en el satélite, incluyendo el primer alunizaje de una mujer y de una persona afrodescendiente, y a utilizar ese entorno como banco de pruebas para futuras misiones tripuladas a Marte.
El giro estratégico anunciado por Donald Trump reforzó así la apuesta lunar como un paso indispensable previo al objetivo marciano, en un contexto de creciente competencia espacial con potencias como China, que también avanzó en sus propios programas de exploración.
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