Orfanato del horror, otra llaga de Bagdad
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Un soldado estadounidense da de beber a un niño desnudo
y desnutrido en un orfanato de Bagdad. El hallazgo de los
24 chicos en pésimas condiciones fue casual y permitió
salvarles la vida.
Algunos estaban atados con cadenas a las camas desde días atrás, lo que les había producido heridas en los tobillos. «Los niños estaban tan delgados, que literalmente se les podía ver cada hueso de su cuerpo, no tenían energía ni tan siquiera para moverse. Sus rostros eran completamente inexpresivos», asegura el sargento Michael Beale.
Esta historia podría ser un ejemplo más de la precariedad en la que viven millones de iraquíes como consecuencia de más de cuatro años de guerra, así como del colapso del Estado a la hora de proporcionar servicios públicos a la población.
Sin embargo, la realidad que descubrieron los integrantes de la División 82ª del ejército de tierra norteamericano -que patrullaban con uniformados iraquíes-al entrar al orfanato fue otra. Los niños no estaban solos. Había tres personas encargadas de cuidarlos, que en aquel momento estaban preparando el almuerzo. Pero la comida era sólo para ellas, mientras los chicos yacían totalmente desnutridos a unos pocos metros de la cocina. Además, los soldados encontraron las estanterías de la cocina repletas de comida, mientras que en el sótano se amontonaban decenas de bolsas con ropa aún por estrenar. Según sospechan los soldados, tanto la comida como la ropa iban a ser vendidas en el mercado local. Por otro lado, como se puede apreciar en las imágenes ofrecidas por CBS, la oficina del director del orfanato presentaba un estado impecable, con mobiliario nuevo y una moderna pantalla de televisión.
«Me enojé muchísimo con el director cuando llegué al orfanato», comenta el capitán Morales en el reportaje. «Tuve que hacer un esfuerzo para controlar cada músculo de mi cuerpo y no partirle la cara.» Finalmente, el director y dos de las cuidadoras consiguieron darse a la fuga, y ahora mismo se encuentran en paradero desconocido, mientras que otros dos cuidadores fueron entregados a las autoridades iraquíes.
De acuerdo con el sargento Mitchell, había un niño que se encontraba en un estado más deplorable que los demás.
Tenía «miles de moscas cubriendo todo su cuerpo, los ojos, las orejas, la boca... pero sobre todo en las heridas abiertas provocadas por haber yacido tantos días sobre el cemento». Y añade: «Era incapaz de mover cualquier parte de su cuerpo.Teníamos incluso que sostenerle la cabeza al desplazarlo. Lo único que movía eran los ojos».
Se calcula que los pequeños no habían recibido ningún tipo de atención en al menos un mes, un tiempo durante el que habían tenido que soportar, bajo el sol inclemente de Irak, temperaturas que llegan a alcanzar los 45 grados. El hecho de que sólo uno de los chicos fuera capaz de hablar hace posible imaginar con exactitud la horripilante experiencia que les tocó vivir.
El grupo de 24 niños fue trasladado inmediatamente a otro orfanato del centro de Bagdad, situado a pocos minutos de aquel infame recinto donde habían sido asignados. Lara Logan, periodista de CBS que entrevistó a los chicos ya en el nuevo hospicio, describió lo mucho que había mejorado el pequeño cubierto de moscas: «Viéndolo sentado solito en su cuna, una semana después de haber sido cuidado correctamente, parece difícil de pensar que se trate del mismo niño lleno de moscas e incapaz de moverse del que hablaba el sargento».
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