En un contexto donde la seguridad y la preparación táctica son prioridades absolutas, el Servicio Secreto de Estados Unidos renovó parte de su flota de entrenamiento para optimizar la formación de sus agentes. El James J. Rowley Training Center, en Laurel (Maryland), incorporó diez vehículos de General Motors, que van desde deportivos de alto desempeño hasta SUV blindadas, todos diseñados para replicar escenarios reales de emergencia.
Qué hay detrás de la nueva flota de autos del Servicio Secreto de EEUU
La agencia suma deportivos y SUV para entrenar maniobras de evasión, alta velocidad y escenarios de riesgo real.
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El Cadillac Escalade
EEUU: el secreto detrás de la flota de los nuevos autos del Servicio Secreto
La selección responde a la necesidad de entrenar con diferentes tipos de vehículos. Aunque el Chevrolet Suburban sigue siendo el más usado en las caravanas presidenciales, los instructores destacan la importancia de la versatilidad ante situaciones imprevistas que puedan requerir modelos distintos disponibles en el entorno.
La flota incluye dos Cadillac CT4, dos CT5, dos Chevrolet Corvette, un Escalade, un Suburban, un Tahoe con paquete policial y una Chevrolet Colorado ZR2. Esta diversidad permite simular persecuciones urbanas, maniobras evasivas, circulación en terrenos complejos y respuesta rápida ante bloqueos. Especial atención se le da a los modelos con caja manual, poco comunes en EEUU, que requieren habilidades técnicas adicionales bajo presión.
“Poder entrenar con estos autos permite preparar a los agentes para misiones en el exterior, donde este tipo de vehículos es más común”, indicó Mark Armstrong, instructor del centro. Por ejemplo, el CT5-V Blackwing con motor V8 de 6,2 litros genera 677 CV, alcanzando 0 a 96,6 km/h en solo 3,4 segundos, mientras que el CT4-V con V6 biturbo supera los 300 km/h.
Los entrenamientos abarcan maniobras sorpresa, frenadas de emergencia y cambios de ruta inesperados, integrando vehículos sin previo aviso para fortalecer la toma de decisiones en condiciones críticas. Esta cooperación con General Motors refuerza una estrategia histórica del Servicio Secreto: preparar a los agentes en conducción avanzada y protección, garantizando que dominen cualquier vehículo en defensa de las figuras más poderosas del país.
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