20 de junio 2019 - 00:01

Blockchain la revolución a las urnas

La disruptiva tecnología propone a los procesos eleccionarios menores costos, resultados en minutos y una seguridad absoluta sobre los resultados.

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En tiempos de votaciones, es inevitable repensar en su funcionamiento, en sus procesos y por menores de esta actividad. En muchas ocasiones se ha hablado de que el método que utilizamos en la Argentina, como en muchos otros países, es centenario y no se ha beneficiado de los cambios tecnológicos que han ido surgiendo. No obstante, en la Ciudad de Buenos Aires y algunos otros distritos se han hecho pruebas del llamado voto electrónico, pero aún este no se termina instalar en el régimen de votaciones de nuestro país, por diferentes críticas y observaciones, sobre todo en términos de seguridad.

El Blockchain o cadena de bloques contiene una base datos distribuida, que funciona como un libro mayor de contabilidad. Inevitablemente encontramos una correlación entre esta tecnología y el curso que debe tomar un voto desde ser emitido, hasta ser contado. Una persona emite su decisión y esa debe ser transportada con seguridad a través de toda una cadena de intermediarios, hasta ser contabilizada, nada más ajustado a la lógica del blockchain.

Aportaría robustez a la seguridad transaccional del proceso debido a que cada nodo de información, es en sí mismo uno de control. Nada puede ser borrado, ni alterado unilateralmente. Pareciera ser el mundo idílico para la vida de un “voto” en cualquier sistema democrático y con el valor que conlleva para este, respetar y resguardar la decisión de cada persona.

El beneficio de la implementación de blockchain a la administración de una votación, no solamente daría seguridad al resultado, sino también mayor velocidad al momento de efectuar este derecho por cada ciudadano, como también a la instancia posterior, de entrega de los resultados.

Idealmente los lugares de votación podrían estar dotados de varias terminales electrónicas en el que cada persona podría efectuar su voto, de manera rápida y segura. De este modo se acabarían las largas colas de espera y por consiguiente los costos asociados a ese escenario, personal de control, fuerzas de seguridad y tiempo perdido por el votante. La reducción de tiempos en la acción de votar es uno de los aspectos a favor que han tenido las pruebas realizadas con el voto electrónico, pero evidentemente eso no ha sido suficiente.

En relación a la entrega de los resultados, en cuestión de minutos podría obtenerse a nivel nacional el fruto de este procedimiento, ya que el mismo sería realizado de manera automática y no necesitaría de la intervención de personas. Es una constante en nuestro país posterior al ir a votar, la espera de resultados hasta altas horas de la madrugada, incluso un escenario donde el famoso boca de urna toma mayor protagonismo, generando confusión sobre el resultado real.

En términos de costos, el provecho es aún mayor. En un imaginario en donde una terminal dotada de la seguridad correspondiente y el debido proceso para el ingreso de la acreditación del votante, los puestos de control en manos de personas sobran, por muchos lugares. Cómo así también la logística posterior para el transporte de papel y el resguardo del mismo, sin contar con el despliegue de las fuerzas de seguridad y demás agregados. No obstante cabe mencionar que la inversión inicial en un desarrollo de esta índole, sin dudas sería grande, pero en relación al ahorro que podría otorgar en el futuro, se torna ínfimo. Por ejemplo si tenemos en cuenta los 8 mil millones de pesos que costarán las elecciones presidenciales de este año, este desembolso inicial se vería rápidamente justificado.

En términos de blockchain y votos, por ahora sólo se están haciendo pruebas pilotos en Virginia Occidental EEUU, para las personas que viven fuera de la ciudad. Se creó una aplicación por la cual permite a los usuarios ingresar su voto a través de ella. Con lo cual han ido un paso más y el votante puede ejercer su derecho desde su casa, sin acudir a ningún lugar físico. Tal vez un escenario aún más idílico en nuestro país.

La principal crítica al proceso digital de votación siempre ha sido la correcta identificación de las personas. Que la aquel que está votando, sea quien dice ser realmente. Al alcance de todos y a través de un antiguo, pero no menos revolucionario descubrimiento argentino tenemos la respuesta. La acreditación de ese ciudadano podría ser a través de su huella dactilar, una característica inviolable e intransferible. Sin dudas en su implementación, habrá que crear un registro y nueva base de datos de esos votantes que no tengan digitalizada su huella, pero sería parte de un procesos de iniciación.

Ahora; ¿cuáles son los elementos que frenan no sólo a nuestro país de optar por este tipo de herramientas tecnológicas para hacer más eficiente, un acto social que hacemos igual que hace 100 años? Lo repetimos, sin muchas modificaciones, y con el agravante que la vida de hoy no tiene casi ninguna similitud con la de aquellos tiempos. Pensando incluso en la cantidad de personas involucradas en un sufragio y las múltiples instancias que requiere una democracia de estos actos ¿Cuál es el motivo de no se quiera dar eficiencia a una votación?

La realidad es que no existe una respuesta clara sobre la cuestión, que en muchos casos como contrapartida se encuentran miedos y fantasías sin fundamento. Es difícil pensar que alguien no pueda estar de acuerdo en encontrar la forma para que una votación sea inviolable, rápida y menos onerosa.

Parte de una sociedad en evolución tiene que ver con repensar y replantearnos los procesos que venimos haciendo hace décadas, para encontrar un modo más eficiente de hacerlos, las elecciones también pueden ser el caso. Argentina es un país con grandes capacidades para llevar adelante un procedimiento de este estilo, incluso muchos de nuestros profesionales lideran descubrimientos y proyectos tecnológicos en todo el mundo. ¿Cuánto tiempo faltará para que el blockchain revolucione nuestra forma de votar?

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