Las finanzas públicas y el dólar, bajo el gobierno de Javier Milei, parecen experimentar un breve respiro. Los indicadores como el riesgo país y la apreciación de los bonos, sugieren una mejora relativa, mientras que la calma en el tipo de cambio y una inflación anualizada del 60,1% generan un optimismo moderado. Sin embargo, esta aparente estabilidad ha suscitado dudas sobre su permanencia, invitando a la reflexión sobre si este “veranito” es pasajero o si existe una base sólida que permita sostenerlo a largo plazo. Así como los meteorólogos advierten que un verano es solo temporal, los analistas se preguntan: ¿Hasta cuándo puede durar el veranito del Gobierno?
El Veranito de Javier Milei y Luis Caputo: ¿bienestar Económico Sostenible o Pasajero?
El concepto de “veranito” ha sido recurrente en la historia económica argentina. Representa esos períodos breves de aparente estabilidad en los que se observa una mejora temporal en los indicadores económicos antes de una eventual recaída. Estos episodios se caracterizan por una sobrevaloración de la estabilidad de corto plazo, sin atender a las debilidades estructurales subyacentes.
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El concepto de “veranito” ha sido recurrente en la historia económica argentina. Representa esos períodos breves de aparente estabilidad en los que se observa una mejora temporal en los indicadores económicos antes de una eventual recaída. Estos episodios se caracterizan por una sobrevaloración de la estabilidad de corto plazo, sin atender a las debilidades estructurales subyacentes. Contrario a quienes no leyeron a Keynes, el mismo abogaba por la necesidad de disciplina fiscal para garantizar la sostenibilidad, un punto que adquiere relevancia en el contexto actual, dado que la gestión de Milei y Caputo busca exhibir un “discutible equilibrio fiscal” a través del ajuste de gastos y la reducción del déficit, mientras se estatiza la deuda del BCRA y se capitalizan los intereses de la deuda, en lugar de amortizarlos.
Los desequilibrios fiscales pueden desencadenar crisis. La acumulación de deuda y la emisión de bonos, si bien parecen estabilizar momentáneamente la situación, podrían generar presiones inflacionarias y devaluación en el futuro. Esta es la base para el análisis de la sostenibilidad del contexto económico actual.
El gobierno de Milei ha implementado una serie de políticas que han generado resultados mixtos. Por un lado, ha logrado victorias políticas importantes, como la ratificación del veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario y al proyecto de jubilaciones, consolidando su ancla fiscal. No obstante, estas medidas no han estado exentas de críticas. Mientras el índice de confianza en el Gobierno se desplomó en septiembre (-14,8% mes a mes), el índice de confianza del consumidor, un indicador crucial para medir el sentimiento económico, también mostró una caída significativa (-alrededor de 6% mes contra mes), lo que genera dudas sobre el impacto real de estas políticas en el bienestar de la población.
En términos de inflación, si bien el Gobierno ha celebrado una desaceleración de los precios al consumidor (con una tasa anualizada del 209% y un IPC general de 3,5% intermensual en septiembre), las proyecciones a largo plazo no son tan optimistas. La inflación subyacente ajustada, que excluye alimentos, se mantiene elevada, y los precios regulados siguen siendo una fuente de presión inflacionaria. A medida que se acerca el fin de año, las proyecciones de inflación para el último trimestre de 2024 se sitúan en un 3,8% mensual en promedio, lo que apunta a un riesgo persistente.
La Sostenibilidad del "Veranito"
El “veranito” que atraviesa Argentina bajo Milei y Caputo puede explicarse en parte por factores temporales, como la reducción de impuestos y los controles sobre los precios de los servicios. Sin embargo, los riesgos estructurales siguen presentes. La alta deuda pública, tanto en pesos como en dólares, plantea serios interrogantes sobre la sostenibilidad fiscal a mediano plazo. Como señalaba Keynes, la sostenibilidad de un modelo económico no puede depender de soluciones de corto plazo, como el uso del tipo de cambio para combatir la inflación, sino de la implementación de una disciplina fiscal que permita evitar episodios de insolvencia.
El riesgo de que Argentina se vea atrapada en una nueva “trampa de deuda” es alto, ya que, aunque se celebra un superávit fiscal momentáneo, este parece ser producto de lo que algunos críticos denominan “contabilidad creativa”. La historia económica argentina, desde la crisis de 2001 hasta la actualidad, muestra que los períodos de estabilidad suelen ser seguidos por crisis profundas cuando no se resuelven los problemas estructurales, como la falta de un plan de desinflación sostenible y el exceso de deuda pública. La política del “carry trade eterno” que implementa el Gobierno, basada en tasas de interés elevadas, podría generar distorsiones económicas a largo plazo.
El gobierno de Milei obtuvo un nuevo triunfo en el Congreso al conseguir los votos necesarios para ratificar el veto presidencial a la Ley de Financiamiento Universitario. De este modo, después de la ratificación del veto al proyecto de ley de jubilaciones en septiembre, las autoridades pidieron defender el “discutible equilibrio fiscal”, ancla crucial del programa económico.
Sin embargo, este aparente buen resultado político se produjo en el contexto de un derrumbe del índice de confianza en el Gobierno en septiembre (-14,8% mes contra mes). En comparación con diciembre de 2023, el índice bajó 14 puntos porcentuales y se encuentra por debajo de los niveles observados bajo los mandatos de Alberto Fernández (45,4%) y Mauricio Macri (50,6%) en el noveno mes de sus respectivas gestiones. Mientras tanto, el índice de confianza del consumidor, un excelente indicador para medir el sentimiento del consumidor, también disminuyó en septiembre (-5,9% mes contra mes), luego del fuerte aumento registrado en agosto, aunque todavía se ubica un 6% por encima de los niveles del primer semestre de 2024.
A pesar de que se mantienen considerables niveles de aprobación del Gobierno tras el ajuste fiscal y la desaceleración de la actividad económica, acelerar la velocidad de desinflación y mostrar una reactivación económica se convierten en prioridades trascendentales para el régimen de Milei, con el fin de mantener el apoyo popular, que viene en declive según todas las encuestas.
El IPC de septiembre, que desde mayo de 2024 (4,2%) oscilaba alrededor del 4%, recortó medio punto porcentual. “Esquivamos misiles”, dijeron en el gobierno de Javier Milei, que celebró tener la inflación bajo control. Sin embargo, la tasa anualizada del último registro representa el doble de la registrada en el último año de Cristina Kirchner. En el futuro, presentar cifras de inflación por debajo del nivel mensual del 3% podría resultar un gran desafío.
La inflación básica tocó mínimos desde 2022, con el IPC general registrando un aumento del 3,5% intermensual en septiembre (209% anual y 101,6% interanual). Por lo tanto, la inflación mensual se moderó desde el 4,2% intermensual del mes anterior y de mayo, debido a la caída de los precios de los alimentos, el impacto puntual de la reducción del impuesto PAIS y la desaceleración de los precios regulados.
Al ajustar por estacionalidad, el IPC general nacional creció un 4% intermensual, y el ritmo secuencial de los últimos tres meses se atenuó hasta el 66,1%. La inflación básica se desaceleró hasta el 3,3% mensual (contribución de un 2,2% porcentual), desde el 4,1% (2,8% porcentual) del mes anterior, un nivel no visto desde enero de 2022. Mientras tanto, la métrica de inflación subyacente, ajustada excluyendo los precios de los alimentos, registró un 3,6% mensual, desde el 4,3% registrado en los tres meses hasta agosto. Al desglosar por componentes, la inflación de los alimentos se desaceleró a 2,3% mes contra mes (+0,7% de contribución), desde el 3,6% del mes anterior, siendo el más bajo desde noviembre de 2021. La desaceleración fue generalizada en casi todas las categorías, conducida por la caída de los precios de la carne y las verduras.
Los muebles y equipos para el hogar registraron un bajo 2,7% mes contra mes, impulsados por la reducción del impuesto PAIS. La indumentaria y el calzado se aceleraron a un 6% mes contra mes (+0,5% de contribución). Los precios regulados se desaceleraron, pero aún exhiben un alto 4,5% mes contra mes (+0,9% de contribución), tras el rebote del 5,9% mes contra mes (+1,2%) del mes anterior. El dato mensual se vio perjudicado por los aumentos en los servicios de medicina prepaga y el efecto arrastre del aumento en las tarifas de transporte en la región del GBA. Los precios estacionales se aceleraron ligeramente a un 2,9% mes contra mes (contribución de +0,3 puntos porcentuales).
Perspectivas económicas y sostenibilidad
En adelante, las proyecciones oscilan en una inflación mensual promedio del 3,8% intermensual durante el último trimestre del año, asumiendo una mínima recuperación para fines de 2024 o principios de 2025. Esta mejora se espera en el marco de una transición hacia la unificación del mercado de divisas, algo que es tanto esperado como reclamado. El consenso del mercado pronostica una inflación interanual del 127% para diciembre de 2024.
En el marco teórico e ideológico del Gobierno, si se implementara un programa de estabilización y un régimen cambiario sostenible que generara un shock de credibilidad, y no apareciera ningún “cisne negro”, la inflación podría desacelerarse a un promedio mensual del 2,3% hacia 2025. Sin embargo, existe el riesgo de que la demora en la liberación de los controles de capital empiece a afectar la actividad económica y agrande la brecha cambiaria, lo que añadiría presión alcista sobre la inflación, especialmente con la proximidad del fin de año y las fiestas.
Presupuesto 2025 y proyecciones
Con miras a 2025, la propuesta de presupuesto fue presentada ante el Congreso. Según los principales supuestos, el índice de inflación de diciembre de 2025 se desaceleraría al 18,3% anual, con un movimiento del tipo de cambio en la misma magnitud. Esto implica una paridad móvil mensual del 1.4%, proyección que parece poco probable. La tasa del Tesoro, cercana al 4% mensual, genera una tasa anual efectiva del 60,1%, medida al estilo Milei, lo que da lugar a lo que se ha denominado “el carry trade eterno”. La estimación de crecimiento del PBI del 5% anual parece dudosa e inconsistente con el nivel de importaciones. Se supone que este crecimiento estaría impulsado por un fuerte repunte de la demanda interna, pero hasta el momento no se observa un repunte en ningún sector de la castigada actividad económica.
Aunque se espera que el PBI se recupere en 2025 desde un piso de caída fenomenal, no se ve cómo podría alcanzar el pronóstico anual sugerido, dado que el consenso proyecta una contracción del (-4.2%) para 2024. La proyección más coherente sugiere una tasa de inflación en torno al 40% para diciembre de 2025.
Sostenibilidad económica
La esperada recuperación de la actividad económica es clave para asegurar el equilibrio de las cuentas fiscales. Sin embargo, el análisis de los indicadores económicos y las políticas implementadas sugiere que el actual “veranito” económico es más pasajero que sostenible. Aunque existen señales de estabilización, como la mejora en el riesgo país y la calma en el tipo de cambio, los riesgos estructurales, especialmente el alto nivel de deuda y la inflación persistente, indican una fragilidad económica subyacente. A menos que el gobierno implemente un plan de desinflación y un ajuste fiscal creíble, es probable que esta breve mejoría sea seguida por un nuevo ciclo de inestabilidad.
Desde Sturzenegger hasta Keynes
Desde John Maynard Keynes a Federico Sturzenegger se opusieron al uso del tipo de cambio como herramienta para combatir la inflación. Keynes creía que era necesario lograr disciplina fiscal antes de fijar una tasa de cambio, no al revés. Probablemente, si Keynes viviera hoy, observaría un alto riesgo de insolvencia fiscal intertemporal, considerando la enorme deuda pública que sigue acumulándose sin reflejar la realidad: un “superávit fiscal” producto de una contabilidad excesivamente creativa.
Argentina no podrá seguir atendiendo los servicios de la deuda pública, tanto en dólares como en pesos, sin condenar a su economía a una depresión permanente. El problema no radica solo en la necesidad de “tocar una música nueva” (Kicillof), sino en evitar intérpretes y partituras que han vuelto a integrarse a la misma orquesta sinfónica de siempre, infiltrándose incluso entre los nuevos músicos educados en el mismo conservatorio.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros
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