Los mercados argentinos transitan días de extrema volatilidad que nunca vi en mis 8 años de dedicarme al mercado de capitales en la antesala de las elecciones legislativas. Los inversores se mueven entre el alivio que trajo la inédita asistencia financiera de Estados Unidos y la incertidumbre política. El contraste entre ambos factores -apoyo externo y fragilidad interna- explica la dinámica actual de precios y prepara el terreno para un lunes que, según todos los analistas, será de movimientos verticales.
Elecciones y mercados: tres escenarios para las carteras argentinas
Más allá del resultado puntual del domingo, lo central será la lectura que haga el mercado sobre la sostenibilidad del programa económico y la capacidad política del gobierno para construir consensos.
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El mercado se prepara para un lunes bisagra que puede definir el tono de los próximos meses.
El anuncio del Tesoro norteamericano, liderado por Scott Bessent, fue categórico: un swap de u$s20.000 millones al que se sumaría otro paquete de repos con bancos privados por un monto similar, llevando la ayuda total a u$s40.000 millones. Se trata de una medida sin precedentes en los últimos 20 años para un país emergente y que, en términos inmediatos, despeja el horizonte de pagos hasta 2027. El propio Tesoro Americano ya intervino comprando pesos en el mercado local, algo reservado hasta ahora solo para divisas duras como euros o yenes, en una muestra de apoyo inusual.
Sin embargo, el tono cambió cuando Trump vinculó explícitamente la continuidad de esa asistencia a un triunfo electoral del oficialismo. Sus palabras -“apoyaremos mientras Milei gane”- fueron interpretadas como un condicionamiento político y tuvieron efecto inmediato: los bonos en dólares cayeron hasta 8%, los ADRs se hundieron más de 10% y el contado con liquidación saltó a $1.470, ampliando la brecha a más del 8%. El mercado volvió a leer el escenario local en clave binaria: continuidad o ruptura del respaldo externo, con precios ajustando en consecuencia.
Aunque Trump luego buscó matizar sus dichos en redes sociales, aclarando que se refería a las presidenciales de 2027 y no a las legislativas de este mes, el daño ya estaba hecho. Los inversores internalizaron que la política local vuelve a condicionar todo el frente financiero. Incluso con inflación de septiembre en línea con lo esperado (2,1%) y una desaceleración generalizada en los precios núcleo, la atención quedó completamente absorbida por el plano político.
Las carteras enfrentan tres posibles escenarios:
- Escenario negativo (derrota contundente del oficialismo, como ocurrió en PBA): implicaría una nueva corrección en bonos soberanos y acciones locales, con preferencia por posiciones más defensivas en u$s cash, ONs de primera línea (Pampa, Telecom, YPF, Vista, Loma, Arcor, TGS) o directamente en activos offshore.
- Escenario positivo (triunfo claro): abriría la puerta a una compresión fuerte en los bonos largos, especialmente GD35 y AE38, castigados en paridad y con elevado potencial de upside. A la vez, daría soporte a un rally en acciones bancarias y energéticas, dos sectores con alta beta y sensibilidad al humor de mercado.
- Escenario neutral (derrota por pocos puntos): aun en ese caso se espera cierta recuperación, en tanto el oficialismo podría sumar bancas y con ellas capacidad de negociar alianzas que le permitan avanzar en su agenda de reformas.
Para las tesorerías corporativas, la oportunidad está en aprovechar las altas tasas en pesos o directamente armar coberturas cambiarias con bonos dólar linked, un instrumento que viene ganando protagonismo en licitaciones del Tesoro como alternativa al stress de la curva en pesos. Más allá del resultado puntual del domingo, lo central será la lectura que haga el mercado sobre la sostenibilidad del programa económico y la capacidad política del gobierno para construir consensos. Los informes más recientes advierten que el riesgo no radica solo en el corto plazo, sino en la ejecución de reformas estructurales aún con un resultado favorable. El oficialismo deberá demostrar gobernabilidad y respaldo legislativo para sostener el equilibrio fiscal y avanzar con cambios de fondo.
En conclusión, la Argentina vuelve a colocarse en el centro de un test clásico: la posibilidad de que un shock de confianza externo, en este caso el apoyo financiero de EEUU, logre transformarse en un ciclo virtuoso de caída de riesgo país, acumulación de reservas y recuperación de la credibilidad económica. Pero la historia demuestra que sin consensos internos ni estabilidad política, el financiamiento externo suele ser apenas un alivio transitorio. El mercado, consciente de ello, se prepara para un lunes bisagra que puede definir el tono de los próximos meses.
* Socio en AT Inversiones.
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