28 de febrero 2008 - 00:00

Imaginación oficial

Imaginación oficial
No está mal hacer un poco de historia. Hasta 2005 el INDEC-funcionó de forma independiente, ya que la inflación no era percibida como un problema. En 2004 se midió una inflación de 6,1%, la que se duplicó en 2005 a 12,3%. Ahí entró en acción la Secretaría de Comercio. El objetivo planteado fue disminuir la tasa de inflación a un dígito. Esto se logró mediantela instrumentación de « acuerdos de precios» para una importante gama de productos y servicios con precios libres, el virtual congelamiento de los precios de los regulados puros y la confección de «listas de precios oficiales» en unos pocos productos (básicamente, carnes). Se ha de recordar que 2006 cerró en 9,8% de inflación con un comportamiento extraño (suba menor que la esperada) de turismo durante el mes de diciembre y una clara sensación de la imposibilidad de mantener los «acuerdos de precios» en las condiciones vigentes.

Durante 2007 se debía lograr una inflación similar o algo menor que la de 2006. El camino utilizado, si bien se siguieron pisando algunos precios, pasó a ser el de abandonar el control de precios y pasar al «control del índice», a través de la intervención en el INDEC. Es superior como solución -para el funcionamiento de la economíaadulterar números en una planilla, que intervenir en los mercados generando desabastecimiento, problemas de rentabilidad, creación de mercados negros o quiebras de empresas. Obviamente, esto implicó una catástrofe institucional de proporciones, cuyas consecuencias se seguirán pagando por muchos años, pero, al menos, salvo en algunos mercados como el de la carne y los lácteos, la producción no se vio fuertemente afectada. Pero «el éxito» en el control del índice requería la manipulación de los precios en ítems con inflación arriba de la media y con relativamente elevada ponderación en la canasta total. Este fue el caso de los llamados productos «estacionales». Así, según el INDEC, en 2007 se verificó deflación de precios en este grupo (luego de crecer 19% en 2005 y cerca de 13% en 2006).

Comprar ropa fue algo más barato en 2007 que en 2006. Salir de vacaciones costó 10% menos, y una ensalada «hecha en casa» costó casi 20% menos. Como consecuencia, se obtuvo una inflación general de 8,5%. Cabe agregar que a esta situación se sumaron, durante el año pasado, cambios metodológicos en la medición de los precios de la medicina prepaga y las cuotas de los colegios privados.

Y ahora, en 2008, la películacontinúa

Si el objetivo de los funcionarios es presentar una tasa de inflación en baja en 2008, la pregunta clave es si se puede repetir la «metodología» de 2007. En otras palabras: ¿es posible seguir manipulando en la misma magnitud el precio de los productos estacionales? ¿Este grupo puede mostrar precios en 2008 nuevamente inferiores a los de 2007? ¿Las vacaciones pueden costar 20% menos en 2008 con respecto a 2006 o un kilo de tomates puede costar menos de $ 1 en las bocas minoristas? Además, luego del aumento promedio de 20% en el transporte público de pasajeros, y de algún aumento que se aplicará en las tarifas de taxis y los servicios básicos de la vivienda durante 2008, se necesita pisar o deflacionar otros rubros para mantener la inflación general por debajo de la de 2007.

Todo indica que si se decide no sincerar los índices y presentar oficialmente una inflación en 2008 similar o inferior a la de 2007, el menú de manipulaciones, que ya se venía aplicando en el resto de la canasta (aunque de forma algo solapada), se profundizará en este año. Tal vez eligiendo algún «grupo estrella» de productos o servicios que reemplacen a los estacionales dentro de los bienes y servicios que forman el conjunto «resto del IPC». Por lo que no sería sorprendente que a fines de 2008 para el INDEC comprar un auto cueste menos que en 2007. Que se pague más barato que un año atrás una cena con amigos en la pizzería de la esquina; o que se contribuya a profundizar la desigual distribución del ingreso aplicando una rebaja nominal en el salario del personal doméstico. Claro que la imaginación oficial puede ser superior a nuestra modesta creatividad.

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