11 de agosto 2025 - 12:35

Javier Milei camina por la cornisa financiera, al borde del abismo

El Presidente defiende un rumbo económico frágil: discurso de orden frente a un programa sostenido por carry trade, recesión y reservas al límite.

El presidente Javier Milei. 

El presidente Javier Milei. 

Desde el Salón Blanco, el presidente Javier Milei habló como quien intenta convencer a un auditorio invisible de que la cuerda floja sobre la que camina es, en realidad, una autopista de seis carriles. Detrás, Caputo, Bausili, Quirno y Daza -El Estad Trader- observaban con los gestos de Michael Douglas y Charlie Sheen en la película Wall Street. La escena condensó un mensaje tácito: la Argentina no está en calma; está en una cornisa, y debajo, el vacío.

La narrativa presidencial intentó transmitir orden, disciplina y previsibilidad; los datos macroeconómicos, sin embargo, insisten en contar otra historia. Como advierte Sautu (2005), el análisis serio requiere interpretar los contextos más allá de las narrativas oficiales, y en este caso, el desajuste entre discurso y realidad es tan visible como inquietante.

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Milei y la encrucijada del dólar.

Milei y la encrucijada del dólar.

La cornisa económica: del discurso presidencial a la realidad macro

El presidente aseguró que el “cepo” había desaparecido, que los salarios le ganaban a la inflación y que el déficit cero era una muralla infranqueable. Sin embargo, la realidad muestra que el cepo no se levantó, solo se flexibilizó con resultados adversos y el dólar se mantiene artificialmente contenido para favorecer operaciones de carry trade de fondos de inversión extranjeros.

El orden monetario es más retórico que real; de marzo a julio de 2025, la base monetaria creció 31,5%, mientras que en el mismo período de 2023 la expansión había sido del 19%. Paradójicamente, el Gobierno que promete disciplina emite más que su antecesor, al tiempo que recurre a tasas altísimas para absorber pesos, encareciendo el financiamiento del sector público y comprometiendo la sostenibilidad de la deuda.

Luis Caputo, Santiago Bausili, Pablo Quirno y José Luis Daza: la importación del manual de Wall Street

El equipo económico proviene de un mismo linaje profesional, la banca de inversión y el trading de deuda. Como en su paso por el gobierno de Mauricio Macri, han aplicado un recetario de colocaciones cortas a tasas exorbitantes, apostando a que el mercado confunda liquidez con solvencia.

En los últimos siete meses se renovaron menos vencimientos, por lo que se dejaron sin renovar alrededor de 11.000 Billones, recurriendo a mayores encajes, rendimientos exorbitantes y cortos, para evitar que la corrida cambiaria escalara. Pero esta política seca el crédito y profundiza la recesión. El plan, más que estabilizar, parece orientado a sostener un “carry trade como política de Estado”, asegurando el pago de intereses a especuladores financieros.

El ensueño del orden monetario

El discurso oficial presenta la inflación en tendencia descendente y a las reservas como “blindadas”. Sin embargo, el riesgo país sigue en niveles que impiden acceder a financiamiento externo, y la cuenta corriente pasó de un déficit proyectado del 0,4% a 1,8% del PBI en apenas 100 días (FMI).

Las reservas netas representan menos del 6% del PBI, lejos del 20-28% típico de economías bimonetarias. El propio FMI redujo sus exigencias de acumulación de reservas porque entiende que el país no logra conseguir divisas frescas. En este marco, el orden monetario es una ilusión, el Banco Central emite para pagar intereses y luego absorbe con tasas cada vez más altas, sin lograr estabilidad duradera.

De la recesión a la pérdida de consensos

Los números de actividad confirman la desaceleración. El EMAE (Estimador Mensual de Actividad Económica) es más bajo que en el último año de Alberto Fernández, la recaudación de IVA cayó 7,3% interanual en julio, y la industria exhibe su peor recuperación en 45 años. El crédito al consumo se desplomó y la morosidad en préstamos personales y tarjetas se duplicó desde diciembre de 2024.

Acemoglu, Johnson y Robinson (2012), a quienes (La Real Academia Sueca de Ciencias les otorgó el Premio Sveriges Riksbank en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel 2024) subrayan que las naciones que prosperan son aquellas con instituciones inclusivas; en Argentina, la concentración de decisiones en un núcleo reducido y la hostilidad hacia el Congreso socavan el marco institucional necesario para sostener el crecimiento. El “riesgo Capunegger” -mezcla de historia reciente, dependencia financiera y volatilidad política- reemplaza al “riesgo país” tradicional.

Argentina como laboratorio del “Riesgo Capunegger”

El “riesgo Capunegger” refleja un escenario en el que la política monetaria y fiscal se vuelven rehenes de los flujos especulativos de corto plazo. El país se convierte en un laboratorio de políticas que priorizan la rentabilidad financiera inmediata por sobre la inversión productiva.

Este modelo no atrae inversión extranjera directa genuina. Como señala Diamand (1973), sin una estrategia industrial consistente, la economía queda atrapada en un ciclo de atraso estructural y dependencia de capitales golondrina. El resultado: alta volatilidad, baja inversión y creciente fragilidad externa.

El horizonte de crisis

De aquí a enero de 2026, Argentina necesita u$s9.300 millones para afrontar vencimientos de deuda y compromisos con organismos internacionales. Sin acceso a financiamiento externo y con reservas netas limitadas, las opciones se reducen a enfrentar una crisis cambiaria.

El riesgo no reside únicamente en la magnitud de los pagos, sino en la inconsistencia del programa: se necesitan entre 4 y 5 puntos de superávit primario para estabilizar, cuando el FMI proyecta solo 1,6-2,5, asumiendo una improbable “remonetización extraordinaria” y voluntarista del FMI. El ajuste, en este contexto, es más una narrativa que una realidad fiscal.

Desenlace potencial

El Gobierno de Milei camina por una cornisa económica cada vez más estrecha, mientras proclama que avanza por una ruta segura. Los mercados perciben la diferencia y reaccionan en consecuencia. Caputo y su equipo insisten en un manual financiero importado de Wall Street, ajeno a las condiciones estructurales del país, y repiten el mismo experimento que fracasó en 2018.

La economía argentina enfrenta un dilema clásico; seguir apostando a la bicicleta financiera con tasas crecientes y plazos decrecientes, o reconstruir un sendero de crecimiento genuino y estable. Como advierte Sautu (2005), “la interpretación errónea de la realidad no la modifica, solo la vuelve más peligrosa”. En esta cornisa, el problema no es solo el vértigo; es que, cuando se cae, el vacío no negocia.

Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros

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