La posible eliminación del Monotributo que hoy se discute en el gobierno de Javier Milei no es una idea nueva ni disruptiva. Es, más bien, la segunda temporada de una serie que empezó en 2017-2019, bajo la presidencia de Mauricio Macri, y que en su momento no llegó a emitirse completa.
La caída del Monotributo: el intento fallido de 2019 que vuelve recargado
Lo escribí en 2019 y lo sostengo hoy: si se insiste en matar al Monotributo sin ofrecer un camino simple y pagable, no estaremos construyendo un sistema tributario más moderno, sino una nueva fábrica de informalidad.
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Monotributo: un régimen afianzado entre los pequeños contribuyentes y difícil de reemplazar
La historia de 2019 muestra que no es inevitable que el Monotributo desaparezca.
Aquella primera versión quedó plasmada en la Reforma Tributaria de la Ley 27.430 y su reglamentación, que introdujo cambios profundos en el régimen simplificado: actualización de parámetros, nuevas categorías, límites más estrictos de facturación y, sobre todo, un diseño que empujaba a muchos pequeños contribuyentes hacia el régimen general.
En ese contexto publiqué en 2019 mi libro “La caída del Monotributo. Crónicas de una muerte anunciada”, donde anticipé que, si se insistía con esa línea de reformas, el Monotributo iba a dejar de ser una puerta de entrada a la formalidad para convertirse en un pasillo de salida hacia la clandestinidad y la informalidad.
“La caída del Monotributo. Crónicas de una muerte anunciada”.
El gobierno de Macri no envió un proyecto que dijera, de manera frontal, “se elimina el Monotributo”. La estrategia era otra: erosionarlo de a poco, endureciendo requisitos y recategorizaciones, hasta volverlo inviable para buena parte de los contribuyentes de menor escala.
Entre 2017 y 2019 se dieron tres movimientos clave:
- Recalibración del régimen simplificado: La Ley 27.430 y el Decreto 601/2018 modificaron topes de facturación, cuotas y parámetros para permanecer en el Monotributo, con un esquema de actualización que, en los hechos, dejaba rezagados a muchos frente a la inflación.
- Exclusión de sujetos: A partir de 2019, quedaron habilitadas como monotributistas principalmente personas humanas y sucesiones indivisas, excluyendo figuras como sociedades simples o determinados condominios. Es decir, se fue achicando el universo posible del régimen.
- Recategorizaciones más severas y control reforzado: AFIP comenzó a perseguir con más fuerza la “inconsistencia” entre ingresos, gastos y movimientos bancarios, forzando salidas al régimen general. En columnas de opinión de aquel momento ya se advertía que el Gobierno tenía la “pretensión de eliminar el Monotributo” a través de estos mecanismos, algo que analicé en detalle tanto en mi libro como en artículos periodísticos.
El plan no terminó de concretarse por una combinación de factores: crisis económica, desgaste político y, finalmente, el recambio de gobierno en 2019. La “muerte anunciada” quedó en suspenso, pero el guion ya estaba escrito.
El actual gobierno puso sobre la mesa lo que en 2019 se insinuaba en voz baja: eliminar el Monotributo y trasladar a esos contribuyentes al régimen general de autónomos, dentro de una reforma más amplia del sistema tributario.
- Pasar a los pequeños contribuyentes al régimen de autónomos, con un esquema de aportes más parecido al de cualquier profesional inscripto.
- Rediseñar IVA y Ganancias con nuevos mínimos y escalas, permitiendo deducciones de gastos personales, pero al costo de una burocracia mucho mayor.
- Introducir incentivos para el empleo formal a través de reducciones en contribuciones sociales, buscando compensar el impacto del cambio de régimen.
En síntesis: donde Macri había intentado empujar al contribuyente fuera del Monotributo mediante recategorizaciones y límites, Milei plantea directamente levantar el andamio del régimen simplificado.
Cuando en 2019 publiqué “La caída del Monotributo. Crónicas de una muerte anunciada”, sostuve tres ideas que hoy vuelven a tener plena vigencia:
- El Monotributo fue la única reforma tributaria inteligente de las últimas décadas para los pequeños contribuyentes. Le dio previsibilidad de cuota, simplicidad administrativa y una puerta relativamente accesible a la formalidad.
- Si se lo encarece o se lo reemplaza sin una verdadera simplificación del régimen general, se multiplica la informalidad. Quien no puede soportar los costos y la burocracia del régimen general, simplemente sale del sistema.
- La presión fiscal creciente no se resuelve matando al régimen más simple, sino ordenando el resto del laberinto impositivo. En 2019 lo advertimos; hoy el riesgo es aún mayor, con más recesión, más pobreza y menos margen de maniobra para profesionales y cuentapropistas.
Nada de esto es ideológico: es pura realidad empírica del mercado de trabajo y del comportamiento tributario argentino.
Qué se juega si el Monotributo desaparece
Eliminar el Monotributo sin una transición gradual y un régimen general realmente simplificado puede traer, al menos, cuatro efectos inmediatos:
- Aumento de la clandestinidad: muchos contribuyentes de baja facturación preferirán desaparecer del radar fiscal antes que enfrentar costos y obligaciones imposibles.
- Golpe al autoempleo y al microemprendimiento: el Monotributo es la puerta de entrada típica para el profesional joven, el comerciante chico, el freelancer digital.
- Menos cobertura previsional real: el paso a la informalidad corta aportes jubilatorios y de salud, justo en un país con un sistema ya tensionado.
- Más litigiosidad y conflictividad: cuando la norma se aleja demasiado de la realidad económica, aumentan los juicios, las moratorias permanentes y la inseguridad jurídica.
La historia de 2019 muestra que no es inevitable que el Monotributo desaparezca. Aquel intento quedó truncado; hoy se intenta retomarlo con otra narrativa y en un contexto más duro.
La salida responsable no es dinamitar el único régimen que, con todos sus defectos, permitió que cientos de miles de argentinos se formalicen. La salida es modernizarlo, corregir abusos, mejorar la fiscalización inteligente y articularlo con un régimen general más racional.





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