18 de agosto 2025 - 09:14

La industria en retroceso y el desafío de financiarse sin tasas elevadas

La producción industrial cayó un 2,1% entre marzo y junio y retrocedió a niveles de hace 18 años. El desafío: estabilizar la macro y abrir el mercado de capitales para sostener a las pymes.

La caída industrial refleja debilidades estructurales que la coyuntura actual ha profundizado.

La caída industrial refleja debilidades estructurales que la coyuntura actual ha profundizado.

La industria argentina atraviesa un momento delicado. Según datos recientes, entre marzo y junio de 2025 el índice de producción industrial cayó un 2,1%, acumulando cuatro meses consecutivos de caída y situándose en niveles comparables a los de septiembre de 2007, hace casi 18 años.

Un informe del CICEC, basado en datos del INDEC y FIEL, destaca que solo "4 de los 16 sectores industriales" presentaron variaciones positivas en ese período. Entre los más afectados están:

  • Prendas de vestir, cuero y calzado: -8,4 %
  • Productos textiles: -7,4 %
  • Maquinaria y equipo: -6,9 %

El sector con mayor peso en la producción alimentos y bebidas también aportó significativamente al retroceso general, con una caída que explicó un tercio del desplome total.

Esto contrasta con un escenario turbulento: aunque en mayo de 2025 trece de las dieciséis divisiones industriales mostraron alzas interanuales, con sectores como el automotriz (+20,9%) y madera/papeles/imprenta (+13,6%), la mejora se percibe aislada frente al contexto de estancamiento estructural.

Durante 2024, la industria registró una de las caídas más pronunciadas desde 2002. Según el INDEC, la producción fabril disminuyó un 9,4 % interanual, mientras que la construcción cayó 27,4%. El país cerró así uno de sus peores desempeños productivos en dos décadas, lo que agrava el punto de partida de la economía.

El gobierno enfrenta un dilema complejo: financiarse en pesos sin recurrir a tasas de interés excesivamente altas que encarezcan el costo fiscal y ahoguen al sector privado.

  • Equilibrio: tasas muy elevadas aseguran la colocación, pero afectan la sostenibilidad de la deuda y encarecen el crédito al sector productivo.
  • Credibilidad: la clave pasa por la consistencia fiscal y monetaria. Si se consolida un marco de estabilidad, la confianza en la deuda en pesos puede sostenerse sin necesidad de tasas exorbitantes.
  • Ahorro en pesos: los instrumentos indexados (CER, duales) pueden ofrecer cobertura real al inversor doméstico y reforzar la demanda.

La coyuntura también reabre un debate de fondo: la necesidad de consolidar el mercado de capitales local como fuente de financiamiento.

Impulso a pymes: las pequeñas y medianas empresas concentran más del 70 % del empleo privado formal, pero solo acceden a una fracción mínima del crédito. Un mercado de capitales más profundo permitiría que estas empresas se financien en mejores condiciones, sin depender exclusivamente del sistema bancario.

Instrumentos como obligaciones negociables pyme y cheques de pago diferido avalados** ya han demostrado ser herramientas útiles, pero requieren mayor escala y liquidez.

Desarrollo productivo como motor: al fortalecer el acceso al financiamiento, se incentiva la inversión, la innovación y la creación de empleo, generando un círculo virtuoso que amplía la base tributaria y mejora la sostenibilidad macroeconómica.

La caída industrial refleja debilidades estructurales que la coyuntura actual ha profundizado. El gobierno no solo debe enfocarse en estabilizar la macroeconomía y reducir el costo de financiamiento, sino también en sentar las bases de un mercado de capitales sólido, que canalice ahorro interno hacia inversión productiva.

El futuro de la economía argentina dependerá en buena medida de cómo se logre articular deuda sostenible, financiamiento accesible para las pymes y un impulso real a la producción como motor del desarrollo.

Analista financiero

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