27 de enero 2020 - 20:11

Plan Guzmán in pectore, ansiosos abstenerse

Argentina está en una profunda crisis, y todos están ansiosos por saber cuál es el "plan de gobierno". Sin embargo, es un sinsentido impugnar esas inquietudes, como también es una irresponsabilidad afirmar que la falta de definiciones son prueba de la ausencia de un proyecto de gobierno.

Crecen los incumplimientos de deuda por parte de empresas.

Crecen los incumplimientos de deuda por parte de empresas.

Foto: Pixabay

“Si la verdad se filtra, tu estrategia puede hundirse”. Sentencia sagrada emitida por el estratega militar y filósofo chino Sun Tzu hace ya 25 siglos. Pocas son las veces que las demandas del círculo rojo coinciden con las del grueso de la población. En realidad, ninguna. Hoy estamos atravesando una situación de esas, donde los senderos se bifurcan nítidamente. Nadie puede ya negar lo evidente. Argentina está en una profunda crisis, donde no se ve ni la entrada del túnel siquiera. Frente a lo anterior, la ansiedad es transversal. Todos y todas, quieren saber cuál es el “plan de gobierno”, qué pasará con variables claves como el salario real, el tipo de cambio, la inflación y el producto.

Es un sinsentido impugnar esas inquietudes, como también es una irresponsabilidad afirmar que la falta de definiciones son prueba de la ausencia de un proyecto de gobierno, basado, como tiene que ser, en un enfoque particular de la economía y de la sociedad argentina. Dejando de lado lo valorativo ¿quién puede creer seriamente que en un equipo conformado por políticos y académicos de carrera como Daniel Heymann, se impone la improvisación? ¿Realmente alguien quiere volver al estilo de la gestión pasada de prometer resultados optimistas? El margen de error no es de +- 2%. Son millones de argentinos que pueden caer bajo la línea de pobreza y que, además, no quieren cultivar el género de autoayuda macrista por un buen tiempo.

Tampoco es cierto que es necesaria la explicitación de metas para comprender qué es lo que tienen en mente los encargados de la política económica. “No mire tanto para donde va el jugador, sino la pelota” aconsejan algunos avezados analistas deportivos. En un primer nivel de abstracción, ya encontramos un giro copernicano con respecto a la metodología del mejor equipo de los últimos 50 años. Si bien se mantiene la búsqueda del equilibrio fiscal, esta se realiza a través de un enfoque progresivo en términos de la distribución del ingreso, como demuestra la actualización del esquema impositivo y los distintos bonos y beneficios a los sectores vulnerables.

Pero también va más allá. Tanto la suspensión en los aumentos de tarifas como el refinamiento de los controles cambiarios deben ser vistos desde esta óptica general y, en un nivel de abstracción menor, como políticas de estabilización centrales, ya que apuntan a poner un freno al aumento de los precios, colaborando a la recomposición en los ingresos.

En el campo de la puja distributiva, todavía está por verse qué se hará con el Consejo Económico y Social, pero teniendo la escasez de divisas y la necesidad de mantener el superávit comercial de fondo, es poco probable que los salarios recuperen mucho de lo perdido durante el macrismo, al menos en el corto plazo. No le pidamos magia a Martín Guzmán tampoco. Sabemos desde el día 1 que el sorpresivo ministro de economía, es discípulo del premio Nobel Stiglitz y no de David Copperfield. En tal aspecto, el gremialista que logre cerrar una paritaria que, al final del año, termine por arriba del nivel de inflación, más que dirigente sindical, se hará acreedor al premio Oscar que, eventualmente, gane la gran película “El irlandés” que retrata la vida del Hugo Moyano norteamericano, Jimmy Hoffa.

Ninguna nota sobre análisis político económico puede dejar el lado la cuestión de la deuda. La negociación corriente cumple, sin dudas, un rol preponderante en la decisión de no explicitar metas en las variables macro. Primero, por una estrategia con respecto a las expectativas e incentivos de los acreedores, luego, por la imposibilidad de saber qué se puede hacer sin antes conocer con qué hacerlo. De esta manera, no es descabellado pensar que existe una relación proporcional entre los detalles del plan de gobierno y el avance en la negociación. De nuevo, el gran Sun Tzu nos recuerda que “el principal engaño que se valora en las operaciones militares no se dirige sólo a los enemigos, sino que empieza por las propias tropas”.

Finalmente, y siempre en contraste con el oscurantismo de la gestión económica pasada, resaltan dos hechos. Por un lado, la diferenciación entre la deuda denominada en pesos y la que está en dólares. El masivo nivel de endeudamiento heredado fue posibilitado por esta confusión básica. Algo que se está buscando corregir mediante la creación de nuevos instrumentos que buscan consolidar un mercado de deuda en moneda local. Y, por otro, la ley para la “Restauración de la sostenibilidad de la deuda pública externa”.

La decisión de enviar un proyecto que dotaría de un marco particular el proceso posee una relevancia que debe ser resaltada y que supera la intención de mejorar la posición negociadora, especialmente cuando el macrismo tomó la vía contraria haciendo que el endeudamiento no fuera aprobado por todos los mecanismos que nuestro régimen político contempla para la adecuada representación, siendo esta la de dotar de legitimación democrática la reestructuración de deuda, enfatizando el carácter soberano del plan de gobierno que, aunque no lo veamos, siempre está. In pectore.

(*) Analista Político y Consultor Estratégico

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