En la Argentina contemporánea, la política económica se parece menos a un plan económico y más a un casino administrado por traders con credencial oficial. Cada medida luce improvisada, como si Luis Caputo y su equipo leyeran el “diario del lunes” y corrieran a tapar agujeros del viernes: “Vamos a comprar en la banda inferior”, seguidamente desarman las LEFIs y se les dispara 14% el dólar. Suben la tasa al triple de la inflación estimada, fracasan las licitaciones y entonces suben los encajes en forma extravagante. La tasa de caución en un día hábil baja de 80% a 2%.
Ministerio de Economía de la improvisación al servicio de J.P. Morgan y el FMI
La economía argentina se administra como un casino: cauciones volátiles, deuda cortoplacista y un blindaje electoral financiado por el FMI y J.P. Morgan.
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Cada medida luce improvisada, como si Luis Caputo y su equipo leyeran el “diario del lunes” y corrieran a tapar agujeros del viernes
En este teatro de operaciones, el FMI se presenta como garante de seriedad, J.P. Morgan Global Data Watch, Global Economic Research (15 August 2025) como oráculo infalible y los medios hegemónicos como relatores de la épica del ajuste. Pero lo cierto es que, detrás de la retórica de la estabilidad, se esconde una mesa de dinero administrada a espaldas de la ciudadanía, donde la prioridad no es el bienestar social sino la conservación de privilegios financieros (Stiglitz, 2002; Sautu, 2005).
La república de la caución a un día
La Argentina de Milei parece haber encontrado su identidad definitiva, no es una nación ni un proyecto de desarrollo, sino una mesa de dinero. El gobierno improvisa cada semana, “tapa” agujeros con deuda cortoplacista y administra la macroeconomía como si se tratara de un portfolio de inversiones de alto riesgo. Mientras tanto, los medios hegemónicos aplauden y los organismos multilaterales bendicen.
El resultado es un relato que promete estabilidad, pero que en realidad constituye un mecanismo de blindaje electoral y financiero. Como señala Sautu (2005), el investigador debe observar tanto lo dicho como lo omitido; y en este caso, lo omitido es nada menos que la insostenibilidad estructural de un modelo diseñado para ganar tiempo político más que para garantizar desarrollo.
La economía como mesa de dinero
Los hechos recientes confirman que el Estado argentino actúa como un “trader” en apuros. El mercado de pesos mostró una volatilidad extrema: El lunes 18 de agosto, la tasa de caución-durante el mismo día- se desplomó del 65 % al 2,1 %, mientras los bancos quedaron con $5,8 billones líquidos que el BCRA absorbió a través de meter títulos y encajes forzosos. El propio día nos cuentan que déficit financiero ascendió a $168.515 millones, un 247 % superior al promedio de meses anteriores.
Este manejo cortoplacista revela que el equipo económico no planifica, improvisa. Como ironiza Stiglitz (2010), cuando la economía se administra como un casino global, los costos de las apuestas fallidas recaen siempre sobre la ciudadanía. La gestión Milei-Caputo parece confirmar esta dinámica: beneficios concentrados en el sector financiero y costos sociales para el resto.
El triángulo de las Bermudas: FMI, J.P. Morgan y Caputo
No se trata solo de errores técnicos. El núcleo del equipo económico tiene un ADN corporativo común; esto es, su paso por J.P. Morgan. Luis Caputo, Santiago Bausili, Pablo Quirno, Vladimir Werning, José Luis Daza y Demian Reidel pasaron por sus oficinas antes de ocupar posiciones clave en el gobierno.
Las decisiones económicas responden a la lógica del acreedor internacional y no a la del ciudadano. El FMI provee desembolsos, J.P. Morgan redacta informes “optimistas” y el Ministerio de Economía ejecuta políticas que garantizan retornos financieros, aunque impliquen recesión y pobreza interna.
Narrativas financieras como política pública
El informe de J.P. Morgan del 15 de agosto de 2025 proyectó buenas noticias, con un evidente exceso de buena voluntad. La condición explícita es, que La Libertad Avanza triunfe en Buenos Aires y en las elecciones nacionales. Aquí la política deja de ser representación ciudadana y se convierte en insumo para la valuación de bonos.
Como advierte Callon (2007), los discursos financieros no solo describen la realidad; la performan, moldean expectativas y reconfiguran comportamientos. El problema es que los datos empíricos contradicen la narrativa, emiten más que Alberto Fernández; la base monetaria creció 31,5 % en cinco meses, las colocaciones de deuda del mes de julio fueron a 38 días promedio y las reservas netas se mantienen en negativo. El blindaje discursivo, más que estabilidad, constituye un delirio financiero.
Blindaje electoral y democracia devaluada
El vínculo entre finanzas y política alcanza aquí su expresión más descarnada, el riesgo país depende del calendario electoral. Como señala O’Donnell (1994), en las democracias delegativas el poder se concentra en el Ejecutivo, debilitando controles institucionales. La novedad es que, en la versión financiera de 2025, las elecciones se valoran solo por su impacto en la confianza inversora.
El gobierno enfrenta doce derrotas legislativas y carece de mayoría en ambas cámaras. Aun así, los informes internacionales presentan la política argentina como un apéndice del mercado. Stiglitz (2002) alerta que cuando el FMI se convierte en árbitro político, la soberanía democrática se vacía de contenido. Lo que se legitima no es la voluntad ciudadana, sino la estabilidad de los flujos financieros.
Entre el blindaje y el colapso
La aparente estabilidad esconde tensiones insostenibles:
- Fiscal: el FMI estima que un superávit de 1.6% hasta 2.5% del PBI estabiliza la deuda, cuando la realidad muestra la necesidad de 4%-5%.
- Monetario: el BCRA debe mantener tasas altas para contener al dólar, pero eso destruye crédito y la recaudación. Detiene la economía y expanden el déficit fiscal. Ya acusaron hoy déficit fiscal financiero en julio, aun extendiendo para adelante un déficit devengado de entre 2% y 4% del PBI.
- Externo: J.P. Morgan proyecta subir reservas netas negativas para diciembre 2025, pero habrá vencimientos por U$S 10.000 millones en lo que resta del año.
El resultado de esta ficción es un doble mandato contradictorio; estabilizar la macro sin destruir la economía real. Como en 2018-2019, la historia amenaza con repetirse, Caputo improvisa, el FMI financia, J.P. Morgan aplaude, y el desenlace es una crisis de reservas y deuda.
La farsa de la estabilidad
La hipótesis se confirma, el actual dispositivo FMI-J.P. Morgan-equipo económico es un blindaje electoral disfrazado de programa económico. No se trata de un plan, sino que el verdadero régimen es, una tregua transaccional para sostener la gobernabilidad hasta las elecciones.
Pero los ensueños financieros tienen fecha de vencimiento. Cuando el relato pierda credibilidad -después de la contienda electoral-, la economía quedará desnuda en su fragilidad. Como señala Sautu (2005), lo que se oculta es tan relevante como lo que se muestra. Y lo que se oculta aquí es que, tras el paso de Caputo y su equipo, la Argentina quedará aún más endeudada, más desigual y más dependiente.
En última instancia, no se puede servir al mismo tiempo a la ciudadanía y a las riquezas financieras. El equipo económico eligió a quién servir.
En conclusión, el experimento económico actual no es un plan de estabilización, sino un ejercicio de “fingir demencia” colectiva. FMI, J.P. Morgan y el equipo económico construyen un relato que vende estabilidad mientras el país se vacía de reservas, se encarece la deuda y se profundiza la recesión. Como ya ocurrió en 2018-2019, la historia amenaza con repetirse. Caputo y su equipo improvisan, los mercados aplauden, y cuando se vayan dejarán tras de sí un país más endeudado, más desigual y más dependiente. La pregunta que queda flotando es si la ciudadanía aceptará ser gobernada como un “asset” de portafolio o si, finalmente, la economía volverá a servir al ciudadano antes que a las mesas de dinero globales.
Referencias
Acemoglu, D., Johnson, S., & Robinson, J. (2012). Why Nations Fail: The Origins of Power, Prosperity, and Poverty. New York: Crown Publishers. Callon, M. (2007). What Does it Mean to Say that Economics is Performative? In D. MacKenzie, F. Muniesa & L. Siu (Eds.), Do Economists Make Markets? On the Performativity of Economics (pp. 311-357). Princeton: Princeton University Press. O’Donnell, G. (1994). Delegative Democracy. Journal of Democracy, 5(1), 55-69. Sautu, R. (2005). Todo es teoría: objetivos y métodos de investigación. Buenos Aires: Lumiere. Stiglitz, J. (2002). Globalization and Its Discontents. New York: W.W. Norton & Company. Stiglitz, J. (2010). Freefall: America, Free Markets, and the Sinking of the World Economy. New York: W.W. Norton & Company.
Director de Fundación Esperanza. https://fundacionesperanza.com.ar/ Profesor de Posgrado UBA y Maestrías en universidades privadas. Máster en Política Económica Internacional, Doctor en Ciencia Política, autor de 6 libros
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