Un contexto externo adverso que suma desafíos a la transición local

El actual contexto financiero y económico global no juega a favor de la Argentina en un año donde el foco estará puesto en el calendario electoral.

Inflación y las caídas bancarios, marcan el escenario global para los activos de riesgo.

Inflación y las caídas bancarios, marcan el escenario global para los activos de riesgo.

Una inflación que se presenta más resiliente a la baja en EE.UU., y los ruidos bancarios, están complicando una vez más el escenario global para los activos de riesgo, tras el alivio con que había arrancado el año luego de un 2022 con históricas pérdidas.

Ocurre que más allá de la acelerada suba en la tasa por parte de la Fed, ya cerca del 5%, y que podría quedar poco camino por delante ante los ruidos bancarios de los últimos días, en un ambiente de creciente volatilidad e incertidumbre, aún así podrían permanecer en niveles demasiado altos si las tensiones financieras se controlaran.

Ello sucede frente un creciente consenso de que sería muy costoso alcanzar el objetivo del ~2% es que deba aceptarse un piso más alto, ya que caso contrario se potenciaría cada vez más el riesgo a desembocar en una recesión y disparar el riesgo crediticio.

Más allá de que la economía por el momento viene dando señales tan sólo de una desaceleración, especialmente ante la firmeza que aún presenta el mercado laboral, del lado corporativo se anticipa que seguirían llegando una avalancha de "warnings" y menores utilidades a futuro, además de los recientes ruidos en el sector financiero.

Este escenario ha generado que EE.UU. se convierta en una aspirador de fondos en busca de refugio en un escenario de elevada incertidumbre, y así es que no sólo los títulos del Tesoro (US Treasury) despiertan una sostenida demanda en busca de aprovechar sus mayores rendimientos sino que también regresa la firmeza del dólar.

El actual contexto financiero y económico sin dudas no juega a favor de la Argentina, que además debe sumar sus propios factores propios como la severa sequía que acentuaría la escasez de divisas, así como los múltiples desafíos económicos a administrar durante un año donde el calendario electoral es activo y se va acelerando a partir de los sucesivos comicios provinciales que servirán además como antesala.

Es por ello que la gestión económica, con foco no sólo en los desequilibrios en el balance de pesos y dólares sino también en una actividad económica en claro descenso y una inflación que ha vuelto a acelerarse, anticipa un camino sinuoso en medio de tironeos políticos internos y entre las principales fuerzas, toda vez que el foco de dichos participantes estará centrado en configurar el mapa político.

Con la economía desplazada a un segundo plano, la actitud de los inversores sería hacia la prudencia en esta etapa de transición política y a esperar que una mejora en las expectativas, respecto al próximo gobierno, pueda otorgar aire para continuar la recuperación de valuaciones ensayadas contracorriente en los últimos tiempos, en base principalmente a un anticipado ¨trade electoral¨ y una ventana de mayor apetito hacia los emergentes, la cual ahora parece cerrarse por el complejo clima externo.

De ahí que los operadores rápidamente hayan reanudado una postura más defensiva y selectiva, en busca de cerrar rápidamente las ganancias obtenidas durante la fuerte reacción anterior, a la espera de un panorama internacional y local más despejado.

Frente a ello, tras la reciente calma cambiaria, sería previsible una reanudación del reacomodamiento alcista de los dólares financieros y libres por la habitual mayor dolarización pre electoral en un clima de cautela ante la incertidumbre y volatilidad.

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