14 de enero 2025 - 10:15

Venezuela y el dilema democrático ante lo siniestro

Nicolás Maduro.

Nicolás Maduro.

En la historia latinoamericana, la figura de líderes autoritarios ha dejado una marca indeleble en la memoria colectiva de los pueblos. Augusto Pinochet en Chile, Alfredo Stroessner en Paraguay y Rafael Videla en Argentina son nombres que evocan terror, represión y dolor. En la Venezuela contemporánea, Nicolás Maduro comparte con estos dictadores una serie de rasgos y métodos siniestros que han llevado a nuestros países a sufrir profundas heridas. Y aunque figuras como María Corina Machado y Edmundo Álvarez Urrutia han emergido como piezas clave en la lucha por la democracia frente al autoritarismo, el régimen no cesa en su intento de perpetuarse en el poder.

La represión es un denominador común en estos regímenes. Pinochet, quien gobernó Chile desde 1973 hasta 1990 tras un golpe de Estado, instauró un régimen de terror. Según el Informe Rettig, más de 3,000 personas fueron ejecutadas o desaparecidas, y cerca de 28,000 fueron torturadas. Stroessner, por su parte, lideró Paraguay durante 35 años, desde 1954 hasta 1989, y bajo su mando se estima que más de 2,000 personas fueron asesinadas o desaparecidas, mientras que miles sufrieron torturas. Videla, que encabezó la dictadura militar en Argentina entre 1976 y 1981, dejó un legado de 30,000 desaparecidos, de acuerdo con organismos de derechos humanos.

Maduro, aunque en un contexto diferente, ha adoptado prácticas similares. Desde su ascenso al poder en 2013, las denuncias de violaciones a los derechos humanos han aumentado. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, más de 4,000 personas han sido asesinadas en el contexto de operaciones de seguridad entre 2018 y 2020. La represión de manifestaciones y la persecución de opositores son constantes, con cientos de presos políticos y denuncias de torturas. Podemos ver en las redes sociales cómo bandas enmascaradas raptan a personas a plena luz del día y ante los gritos desesperados de raptados y vecinos. La situación llegó a un punto crítico en las últimas elecciones, donde Maduro pretende imponerse en una fraudulenta asunción como presidente, evidenciando una total manipulación del sistema electoral y un control absoluto sobre las instituciones clave del país.

Estos personajes comparten una característica siniestra: la eliminación sistemática de opositores. Pinochet utilizó el Estadio Nacional de Chile como centro de detención y tortura, mientras que Videla implementó centros clandestinos de detención en Argentina, donde miles fueron sometidos a abusos inhumanos. Stroessner, con su "Lista Negra", vigilaba y reprimía cualquier disidencia. En Venezuela, bajo el régimen de Maduro y Diosdado Cabello, las fuerzas de seguridad y grupos paramilitares conocidos como "colectivos" han sido acusados de intimidar y eliminar a quienes se oponen al gobierno. El ex centro comercial de “El Helicoide”, en el centro de Caracas, se ha transformado en un lugar de detención y tortura para disidentes políticos y sociales por parte de la policía secreta del gobierno.

El sufrimiento de los pueblos bajo estos regímenes es incalculable. La violencia, el exilio y la marginación son consecuencias directas. Durante la dictadura de Videla, miles de argentinos buscaron refugio en otros países para escapar de la represión. Pinochet obligó a cientos de miles de chilenos a dejar su patria. En Paraguay, el exilio fue una constante para aquellos que se oponían a Stroessner. Hoy, Venezuela vive una crisis humanitaria sin precedentes, con más de 7 millones de personas que han abandonado el país debido a la violencia, la escasez de alimentos y medicinas, la falta de oportunidades y la persecución ideológica. Mientras tanto, dentro del país, figuras como María Corina Machado han liderado la oposición, enfrentando persecuciones, amenazas y un constante intento de silenciar sus demandas de libertad y democracia.

La perpetuación en el poder es otra similitud. Stroessner gobernó Paraguay durante 35 años, manipulando elecciones y eliminando opositores. Pinochet intentó prolongar su régimen mediante un plebiscito en 1988, que finalmente perdió. Videla, aunque no estuvo tanto tiempo en el poder, formó parte de una junta militar que intentó consolidar su dominio a través del terror. Maduro, a través de fraudes electorales y el control de las instituciones, busca perpetuarse indefinidamente mientras su país se desmorona.

En este contexto, Edmundo Álvarez Urrutia ha sido reconocido por sectores de la oposición como el presidente legítimo de Venezuela, subrayando la ilegitimidad del régimen de Maduro. Este reconocimiento refuerza la lucha de la sociedad civil y de líderes opositores que buscan restaurar la democracia. La determinación de figuras como Álvarez Urrutia y Machado se convierte en un rayo de esperanza en medio de la oscuridad que atraviesa Venezuela.

Estos líderes autoritarios, con sus acciones, han dejado cicatrices profundas en nuestros países. Y en el caso de Venezuela, Nicolás Maduro ha entrado a la galería de los personajes siniestros de la humanidad. La historia latinoamericana, con sus sombras y dolores, nos recuerda la importancia de la democracia, el respeto a los derechos humanos y la necesidad de luchar incansablemente contra cualquier forma de autoritarismo.

Fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), diputado de la Ciudad de Buenos Aires en dos oportunidades y actualmente es presidente del Partido de las Ciudades en Acción.

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