5 de septiembre 2001 - 00:00

Alfonsín mandó a su hijo para defenderse de Baylac

El pacto bonaerense celebrado entre Raúl Alfonsín, Leopoldo Moreau y Eduardo Duhalde provocó ayer otro conflicto en la dirigencia política, encapsulada en sus propias urgencias electorales pese a la crisis. Alfonsín acusó al gobierno de querer silenciarlo y prometió seguir con su campaña porque «hacerme callar es imposible». Juan Pablo Baylac, vocero del gobierno, aseguró que hay independientes que preferirán votar al ratón Mickey antes que a Alfonsín, por sus ataques al gobierno. El peronismo (Eduardo Duhalde, Carlos Ruckauf), contra toda evidencia, quiso distanciarse del pacto aislando a los radicales en su pelea. El acuerdo, por el cual el país quedaría en manos de un pacto entre Duhalde, Alfonsín y Moreau, provoca el mismo temor que si se estuviera transitando por el tren fantasma.

Tediosos, alambicados, Juan Pablo Baylac y Raúl Alfonsín no pudieron agregar ayer una idea más o menos interesante al debate que inauguraron esta semana y que, por esa escasez de gracia e inteligencia, promete agotarse pronto. Por su parte, Eduardo Duhalde y Carlos Ruckauf desmintieron que se haya celebrado un pacto bonaerense para que uno de ellos dos ocupe la Jefatura de Gabinete en una alianza con el ex presidente, Leopoldo Moreau y Federico Storani. Duhalde hizo salir a desmentir esa idea a su acólito, el ministro de gobierno Raúl Othacehé, quien también intentó refutar la existencia de ese convenio. Sin embargo, nadie pudo en el PJ bonaerense explicar la oferta que le realizó Diego Guelar a Chrystian Colombo: que el radicalismo entregue la conducción cotidiana del Estado al PJ a través de Ruckauf y que la UCR intervenga la provincia y se haga cargo de gobernarla.

Alfonsín decidió ayer, por consejo de varios de sus allegados, no mencionar más a Juan Pablo Baylac, el vocero presidencial. Aún cuando éste siguió polemizando con el jefe partidario, Alfonsín le contestó a través de su hijo Ricardo, con quien el portavoz de Fernando de la Rúa se trenzó en una radio.

Baylac machacó con el argumento central que esgrime el gobierno para neutralizar al ex presidente, es decir, que está en un mal trance como candidato electoral y que eso le hace perder la serenidad. «Estoy absolutamente convencido -dijo Baylac- de que Alfonsín, a poco que se serene en esta circunstancia electoral que está viviendo y sea senador, va a hacer primar la responsabilidad por sobre el enojo actual».

Ricardo, el hijo del ex presidente, dijo que «no puede decir que Alfonsín no es responsable, no es sereno, que no actúa con conciencia». Baylac reaccionó afirmando que «yo no dije que no era responsable; además, no se puede polemizar con la sangre».

• Agobio

En el radicalismo agobia esta riña entre Alfonsín y el vocero presidencial. Quienes conocen la vida interna de ese partido afirman que el match verdaderamente inquietante no se produjo todavía: deberían protagonizarlo Baylac y Leopoldo Moreau. Primero, porque Moreau es el verdadero autor del pacto entre la UCR y el duhaldismo, que Alfonsín revistió con el ropaje de la «unidad nacional». Segundo, porque «se conocen las costillas», según sentenció ante este diario un puntero radical del conurbano. En efecto, el vocero de De la Rúa fue presidente de la Fundación que preside Moreau y por eso «una polémica entre ellos entraría no en cuestiones de economía sino de contabilidad», como ironizó el mismo caudillejo.

A aquellos tiempos en que el dirigente de Bahía militaba en el Modeso de Alfonsín hay que remitirse para entender la referencia que Baylac hizo ayer al decir a Ricardo Alfonsín que «yo fui abogado político de tu padre». El hijo de don Raúl contestó como hábil declarante: «No me consta». Ingrato: en la última interna, como De la Rúa, Pascual o Enrique Nosiglia, Baylac apoyó a los Alfonsín, que enfrentaban a Moreau. Pero no debe sorprender, aún entre sus amigos «Ricardito» se ha ganado fama de poco memorioso cuando se trata de favores recibidos.

De todos modos, la subordinación de Baylac a Alfonsín y, después, al «Marciano» Moreau quedó lejos en el tiempo y hoy «Jean Paul» (como llaman al vocero) reporta a Rafael Pascual y a Nicolás Gallo, envuelto definitivamente en la bandera delarruista.

Sin que aparezca en cartel una pelea Moreau-Baylac, la platea debe conformarse con esta gris pendencia con Alfonsín. Es cierto que, como se dijo, el ex presidente no quiere nombrar más al vocero («no le quiero dar chapa» le dijo a un íntimo) pero igual ayer dijo que es posible que un sector del gobierno pretenda silenciarlo: «No sé para qué se lo proponen cuando es una tarea imposible», prometió.

Su hijo Ricardo fue más preciso: echó en cara de Baylac que, «aunque a vos te parezca poco reflexivo, poco responsable, poco tranquilo. Lástima que no seas vos el presidente de la UCR, porque tal vez podríamos conducir el partido de una manera mucho más inteligente y útil al gobierno». Como su padre, Ricardo Alfonsín cree que los berrinches del jefe radical son propicios para De la Rúa porque, a pesar de la disidencia, contienen a un sector de diputados y senadores que, de otra manera, se sentirían no escuchados en la UCR y se irían hacia opciones opositoras tipo ARI de Elisa Carrió.

Baylac, ajeno a este enfoque, quiso embretar al hijo de su adversario en el pacto bonaerense que tejieron Alfonsín, Moreau, Federico Storani, Duhalde y Ruckauf. Acusó al vástago, (que es diputado bonaerense) de sentarse «a resolver los problemas de Ruckauf con una serenidad inédita». Pero «Ricardito», que está en contra del PJ bonaerense desde hace años, le enmendó la plana: «Si te referís a la reducción de salarios, yo no voté. Ni siquiera sabés lo que decís», terminó la discusión.

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