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Hugo Moyano
«Si a alguien se le ocurre hacerlo, tendrían que mandar un anteproyecto al Congreso para que se modifique la ley. Ya sabemos cómo terminaron los gobiernos que quisieron cambiar la Ley de Asociaciones Sindicales. Lamentablemente», disparó, ayer, un moyanista.
Los antecedentes más cercanos son fatales: la Ley Rucci -que pretendió «desregular» la actividad sindical-marcó el principio de la debacle alfonsinista; la reforma laboral, y sus brumas, abrió una brecha que con el tiempo se devoró a Fernando de la Rúa.
El bloqueo a la CTA, además del reclamo de listas para los gremios, conforman un «pack» de demandas que hace circular la CGT dominada por Moyano y que, en público, expresó su malestar en dos ocasiones en los últimos diez días.
La semana pasada, ante empresarios, Moyano reveló su incertidumbre sobre el desempeño y los lineamientos de un eventual gobierno de Cristina de Kirchner. Anteayer, cuestionó que el oficialismo «ignoró» a los gremios en el armado político y electoral.
Ese documento generó malestar en la Casa Rosada, desde donde se acusó al cacique de «atrasar 50 años» y exponer sus críticas con el objetivo de «presionar» al gobierno para que le concedan lugares en las listas del 28 de octubre del Frente para la Victoria (FpV).
Ayer, en cumbre chica, el moyanismo ratificó esa postura para la CGT, explotando los tropiezos del oficialismo en Santa Fe y Córdoba. Hay una lógica lineal: en Santa Fe, Juan Carlos Schmidt, lugarteniente de Moyano, fue «volteado» de la lista de diputados K.
En la primaria interperonista entre Rafael Bielsa y Agustín Rossi, el moyanismo alineó a 40 gremios detrás del ex canciller con la promesa de premiar la lealtad gremial con un lugar en la boleta de diputados nacional por Santa Fe. Posinterna, no cumplieron.
Ayer, en la CGT incorporaron otro elemento: desde el gobierno le habrían hecho llegar al jefe cegetista su preocupación por cierto clima de crispación social, muchas veces agitados desde sectores sindicales. El propio Kirchner se lo habría expresado al camionero.
Sin embargo, para evitar un choque directo con Kirchner y explicitar su incomodidad frente a la senadora/candidata, los moyanistas eligieron como blanco de sus críticas al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, a quien sindican como su «enemigo» en el gobierno.
«Alberto es el López Rega del kirchnerismo», hizo despabilar, ayer por la mañana, un jerarca gremial a sus pares, reunidos en torno a Moyano.
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