Blumberg no se quiere despegar del gobierno
Tan confiado está Juan Carlos Blumberg en la fuerza y la legitimidad de su convocatoria a una coalición política que ya considera que no debe limitarse a ser una representación de la oposición. Después de entrevistarse con Mauricio Macri y enterarse de un desaire de Roberto Lavagna (se resiste a que el padre de Axel le marque los tiempos para una reunión), dijo ayer que va a convocar a dirigentes del oficialismo que crean puedan sumarse a un proyecto común. Notable la energía que le pone Blumberg a esta etapa de su carrera pública. Ya no habla sólo de seguridad, agrega temas como educación, salud, bienestar social y energía, con lo cual señala al gobierno en otros puntos álgidos de su gestión.
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Roberto Lavagna se sacó una foto con sus equipos técnicos, a quienes sienta a una mesa
tan cómoda como coqueta. Fue para decirles que a él Blumberg no lo cita; es él quien le
pone día y hora a una reunión que todavía, dice, no decidió si mantendrá.
En el tramo final, el ingenieroagregó otro actor: Jorge Telerman, jefe de Gobierno porteño con pretensiones reeleccionistas.
Esa es, hasta ahora, la agenda de Blumberg que tiene un anexo más puntual y pretencioso: tentar al kirchnerismo para que participen del espacio político. «Voy a hablar con mi contacto en el gobierno, Dovena, para invitarlos», le contó Blumberg a este diario.
Un apunte sobre Dovena: bonaerense mudado al Sur, protokirchnerista con banca de diputado nacional, fue el « custodio» político que Kirchner ubicó al lado de Blumberg apenas estalló la tragedia de Axel y el ingeniero despuntó como referente social.
- ¿Cree que en el gobierno van a aceptar? -se le preguntó a Blumberg.
- Yo no quiero que esto sea un espacio opositor, quiero que también se incorporen sectores del gobierno. Mi intención es que nos sentemos todos juntos.
- ¿Pero juntar a Macri o Lavagna con kirchneristas?
- Lo voy a intentar, después se verá qué sale.
Ahí hay un ruido. Mientras Macri y Lavagna motorizan un armado anti-K, Blumberg fantasea con sumar, además, a sectores «del gobierno». Da pocas precisiones, pero ayer se molestó porque los diarios reflejaron que proponía conformar un bloque opositor a Kirchner.
En tanto, Blumberg sufrió ayer un revés: uno de los seis dirigentes que, según Macri, mencionó el padre de Axel para compartir un núcleo político, la arista Elisa Carrió se bajó de ese tren. «Es obvio que no», dijo cuando se la consultó si participaría de ese armado.
«Hay montajes de engaño que monta el poder y uno de ellos es la Mesa de Blumberg», aseguró Carrió que recurrió a un formato poco usual: un comunicado de prensa en el que dijo que «esto está siendo organizado desde el poder porque el diagrama del gobierno es mostrar un partido de centroizquierda frente a una oposición de derecha».
Lo de Carrió no sorprende: hace tiempo, la jefa del ARI clausuró la posibilidad de alianzas, negativa que sólo rompió para negociar con el socialismo en Santa Fe, pacto que quizá se extienda a otros territorios. En ese caso, el plan Blumberg estaba condenado.
Anoche, el ingeniero rastreaba coordenadas para tratar de decodificar a Carrió. A poco de andar, Blumberg tropezó con una tormenta de miserias y celos que atentan contra la conformación de un megafrente político. Sin computar al oficialismo que lo concibe como opositor, entre los anti-K abundan también la mezquindad y las distancias.
Escuchó, por ejemplo, reproches de Lavagna contra lo que dijo y dejó de decir Macri en la conferencia de prensa posterior al encuentro del lunes. Dolores de parto, decían ayer cerca de Blumberg, para justificar los crujidos de sus primeras horas como « político».
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