28 de julio 2008 - 00:00

Comentarios políticos de este fin de semana

Ricardo Jaime
Ricardo Jaime
VERBITSKY, HORACIO
«Página/12».


Conmueve cómo este cronistaasesor del gobierno modifica los datos de la realidad para que conste por escrito que una derrota oficial es lo más parecido a un triunfo. Por ejemplo, cuando dice que Cristina de Kirchner recapitula sobre sus errores en la batalla con el campo por las retenciones móviles y que el resultado le place porque la satisfizo «la intensidad del debate democrático y la elevación de la calidad institucional». Ni una palabra sobre la promesa de prebendas, cargos, embajadas y otras dádivas a senadores para que torciesen sus convicciones y salvaran el polémico proyecto en la madrugada del 17 de julio.

Del mismo modo atribuye el resultado del voto en las dos cámaras a la voluntad crapulosa de algunos legisladores por defender intereses personales o de grupo, y no -como cree la mayoría- a que intentaron expresar la opiniónde sus votantes o, en gesto que no hay que afear, que buscaron no ser arrastrados por una derrota política inevitable del kirchnerismo a la cual esa votación apenas le puso el sello. Para el mismo servicio, se prodiga en un repaso de prontuarios o seguimientos de inteligencia sobre algunos adversarios circunstanciales del gobierno. De Javier de Urquiza, Verbitsky dice que estuvo en «contacto permanente» con Julio Cobos, como si estos dos kirchneristas se hubieran complotado contra los Kirchner. A De Urquiza se le podrá reprochar que no renunció antes, cuando los Kirchner lo apartaron de una negociación que debía encabezar él. Pero a Cobos el gobierno debería hacerle un monumento porque le sacó de encima un conflicto al cual los Kirchner ni su entorno le pudieron encontrar una solución, poniendo en riesgo la estabilidad política del país.

A Alberto Fernández lo acusa de ser el filtrador de noticias «a los medios más enconados con el gobierno». Es vergonzosa la capitulación de este cronista a los fundamentos de la actividad periodística, cuya justificación en la sociedad es actuar como contrapoder y no ser vocera del poder, sea éste prepotente o no. De paso, detecta que Sergio Massa es proveedor de intimidades de Olivos a la cadena del monopolio «Clarín», TN y a Julio De Vido de hacer lo mismo con la cadena C5N de Daniel Hadad, a la cual los bromistas le llaman «Cristina-Cinco-Néstor».

Estos datos en la pluma de un periodista son una intimidación a estos funcionarios, que ahora toman nota de que sus teléfonos y sus agendas están interceptados por la prensa «no enconada» con el gobierno, para usar la calificación verbitskiana. Eso no le evita cometer algunos errores de apreciación, como cuando dice que Massa es «amigo personal» de Daniel Scioli, o que eligió ser candidato a intendente de Tigre cuando lo descartaron como postulante a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo hizo antes y sí luchó un tiempo para tratar de ser vicegobernador para dejar la ANSeS al considerar que al gobierno se le había terminado el tiempo de las buenas noticias. Ni Scioli ni Kirchner lo consideraron con aptitudes para la función que honra a Alberto Balestrini. Es bueno el dato que incluye el columnista sobre que el 29 de abril pasado se hizo dar una licencia como intendente de Tigre para usar cuando quisiera. Una picardía del intendente con licencia que buscó blindar con ese fusible cualquier eventualidad y eliminar un escollo a futuro. Claro que el columnista usa el dato para dar la idea de que la designación de Massa fue un plan calculado con tiempo por los Kirchner, cuando consta que tan desinformado está el gobierno que no pudo prever, ni por sus espías, el portazo de Alberto Fernández.

Entre los desajustes de la columna está la enumeración de peronistas disidentes que, dice, esperan un gesto de Néstor kirchner para volver al oficialismo (Jorge Busti, Carlos Reutemann, Juan Schiaretti), algo poco creíble en quienes han tomado distancia del gobierno precisamente porque el ex presidente sigue a cargo.

VAN DER KOOY, EDUARDO
«Clarín»


Como otros colegas en el oficio dominical, el columnista del monopolio jura que Guillermo Moreno no se va del gobierno. La línea interpretativa de «Clarín» la comparte con «La Nación»: dice que han triunfado en el corazón de Cristina de Kirchner los halcones, para ellos los malos, y se ha perdido la última esperanza blanca de diálogo con la salida de Alberto Fernández. Replica esta versión los llantos por Eduardo Bauzá cuando dejó la jefatura de Gabinete y triunfaba el «halcón» Domingo Cavallo. Duró éste apenas dos meses después de la salida de su contradictor en el gabinete. Para Van der Kooy, los Kirchner han perdido contacto total con la realidad, al creer que todo marcha a las mil maravillas y al no advertir el campo del humor popular hacia su gobierno. El único dato que los concilia con esa realidad esquiva es lo que dice que no hay dirigencia política que pueda capitalizar el rechazo popular al gobierno y eso los convence de ir adelante con sus extravagantes proyectos.

Esta percepción adolece de ciertos prejuicios, el primero de todos imaginar que hubo una vez una Cristina de Kirchner que iba a gobernar de forma distinta a la de su marido. «¿Qué harán en el futuro los ministros que llegaron convencidos de que Cristina ampliaría la base de discusión y pensamiento?», afirma el columnista en una frase de periodismo-ficción. A ningún ministro hay que convencerlo de nada para que acepte un cargo; más bien sacrifican intereses, convicciones y afectos con tal de asaltar un cargo, aquí y en cualquier lugar de mundo. Además, ¿quién dijo que Cristina iba a producir esa apertura? Sólo los gacetilleros de campaña que le daban una mano en las elecciones de octubre pasado para ampliar la base de sus votantes. Nunca ha habido constancia de que los Kirchner hayan querido ser distintos a como son. Todo lo contrario, dicen encarnar el mejor gobierno de la historia de la Argentina (que lo crean es muy otra cosa).

MORALES SOLA, JOAQUIN
«La Nación»


También este columnista profesa la idea de que el mundo estaría mejor si en el gobierno no estuvieran Guillermo Moreno y Julio De Vido. Es enternecedor como idea, pero no es lo que quiere el gobierno, que se place de contar con tamaños funcionarios, los ha mantenido durante años y seguramente hará todo lo posible por retenerlos. «El gobierno es cada vez más una dependencia personal de Néstor Kirchner», afirma el columnista. ¿No ha caído en cuenta que ése es el proyecto principal del gobierno desde 2003, cuando antes quisieron lo mismo otros presidentes, de facto y de jure?

Mostrarlo a Sergio Massa junto a De Vido y Ricardo Jaime es para el periodista «un claro mensaje político» para comprometerlo con esos personajes, como si Massa no hubiera convivido durante cinco años con ellos y como si hubiera alguna diferencia notable.

Como Van der Kooy, Morales Solá cree que los Kirchner son víctimas de la falta de información. Por ejemplo, cuando fueron a la votación de las retenciones móviles en el Senado confiados en que ganaría el oficialismo. Eso no fue una trivial falta de información, fue una derrota política en la cual el gobierno fracasó en imponerse a sus contradictores porque aplicó la política de ofrecer dádivas a legisladores a cambio de un voto a favor.

GRONDONA, MARIANO
«La Nación»


El profesor dedica la entrega de ayer a una clase de lexicografía aplicada a la política criolla. Repasa las acepciones de «firmeza», «flexibilidad», «empecinado» y las aplica como rótulos a diversos personajes de la actualidad. Todo para concluir que Néstor Kirchner es un empecinado porque nunca ha sabido cambiar, es decir, tener «firmeza» en sus convicciones pero saber también reconocer la necesidad de cambios con «flexibilidad».

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