17 de octubre 2001 - 00:00

¿Cuánta representatividad dejó tantos "votos bronca"?

Indudablemente la elección del domingo pasado deja hondas secuelas. La facilidad con que algunos candidatos aceptaban a quienes les ofrecían encabezar sus listas será meditada en el futuro. Esta trapisonda la inventó el ya extinto hombre de izquierda Jorge Abelardo Ramos (Frente de Izquierda). Se pone un nombre conocido arriba y los diputados propios abajo. Se juega más a la equivocación del votante en el cuarto oscuro que a los adeptos propios y por ahí se entra como diputado. Esto parece que ya le cuesta la senaduría de la Capital Federal a Alfredo Bravo que «sumó» pero como partido tiene menos votos que quien ganaría la banca, Gustavo Béliz y su agrupamiento sin «gentiles ajenos». Carlos Reutemann en Santa Fe mantuvo su tradicional austeridad: no quiso desdoblar la elección de concejales e intendentes locales de senadores y diputados nacionales. Se ahorró 4 millones de pesos. Pero el votante santafesino se encontraba (porque, para colmo, allí mantienen la vetusta ley de lemas) con 42 boletas distintas en el cuarto oscuro. ¿Consecuencia?: el votante, si no llevaba la boleta desde su casa, se enloquecía al votar y Reutemann terminó con un enorme voto no positivo que lastimó su imagen cuando ya se apresta a lanzarse como candidato a la presidencia de la Nación. Otro afectado, al estilo Alfredo Bravo, es José Manuel de la Sota en Córdoba. Se entusiasmó con que 10 pequeños partidos llevaran su nombre en sus boletas. Cuando alguien entraba al cuarto oscuro, ¿cuánto tiempo le llevaba ubicar la boleta de Maqueda, candidato del delasotismo? ¿Consecuencia? El prestigio de De la Sota pasó de 70% de votos para reformar la Constitución hace un mes a sólo 26% propios del justicialismo cordobés. Por uno u otro motivo se diluyó mucho la real representatividad que tienen los legisladores electos cuando más de 40% del padrón (11 millones de electores) no votó, se hizo anular el voto con fotos de Maradona o Bin Laden o votó en blanco. El voto de rechazo -«voto bronca» acertó en titularlo «Clarín»- hace que la gente se pregunte ¿cuánto de la población real de la provincia representa tal o cual senador o diputado?

¿Cuánta representatividad dejó tantos votos bronca?
Se toman algunos de los candidatos electos por provincia o Capital Federal directamente por su nombre o por el del gobernador que los apadrinó. Es indudable, por ejemplo, que el voto de los electos por San Luis, Liliana Teresita Negre y Raúl Ochoa, en realidad representan en su espectacular triunfo al gobernador justicialista Adolfo Rodríguez Saá. Eduardo Duhalde, en cambio, se representa a sí mismo. José Manuel de la Sota quedó tras el voto que obtuvo Juan Carlos Maqueda, pero su contrincante y perdedor por poco, Rubén Martí, es figura más por sí mismo que por el alicaído radicalismo de Córdoba. En Salta se jugó Juan Carlos Romero más que los electos y en Santa Fe, Carlos Reutemann más que Oscar Lamberto y así sucesivamente. Pero frente a la enorme suma de 11 millones de habilitados a votar la representatividad real del habitante de cada provincia tambalea por los escasos guarismos en general. La lista a continuación, entonces, mide precisamente cuánta representación de sus coprovincianos tiene cada electo.

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