Guiño a los bonistas
Néstor Kirchner hablará hoy ante la Asamblea de las Naciones Unidas; donde reflotó ayer la idea de bajar deuda a cambio de protección ambiental. Pondrá ahora el centro en Irán, dirá que ese país debe cumplir con el pedido de un fiscal argentino e insistirá con las consecuencias del atentado a la AMIA y el valor de las víctimas. Como si estuviera en la Argentina, habrá también un balance de su gestión -algo no común en ese foro- y una reivindicación de la causa Malvinas, tema que ningún mandatario del país obvió ante la ONU.
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Para el
recuerdo,
Néstor
Kirchner,
junto a
Jorge
Taiana, ayer
en la
reunión
sobre
cambio
climático.
Detrás,
José
Pampuro,
Alberto
Balestrini
Daniel
Filmus.
Esas adquisiciones han sido motivo de debate de los presuntos perjudicados -habitantes de esas zonas que tenían asentamientos informalesy la única respuesta que dio este gobierno fue a través del piquetero Luis D'Elía, quien, jaleado por Hebe de Bonafini, quebró tranqueras en campos de Corrientes que había comprado Tomkins. Este, para defenderse, argumentó que lo hacía porque tenía la plata y porque la Argentina no se ocupa de proteger el medio ambiente, lo mismo que dijo el embajador Raúl Estrada Oyuela antes de que lo echaran del cargo en la Cancillería, la semana anterior.
D'Elía era secretario de Viviendas populares y sus intrusiones en esos campos, comprados con la misma intención que proclamó el Presidente aquí, no tuvieron, es cierto, eco en otros niveles del gobierno.
La inclusión en el discurso de esta propuesta despertó la atención de observadores de la palabra presidencial en temas financieros que hacían ayer consultas con la delegación de qué grado de realidad podía tener ese proyecto para el gobierno, o si sólo se trataba de cháchara diplomática. Fueron esas consultas las que movieron a su vez los funcionarios a advertir el interés que despertó el discurso de Kirchner. «El Presidente habló de una idea basada en que los países deudores son los que poseen más recursos naturales», explicó uno los redactores del texto de Kirchner.
El mensaje fue también una oportunidad para quejarse de los Estados Unidos por ser el país que más calienta el planeta con emisiones de carbono, pero que no ha firmado el protocolo de Kioto, que intenta limitarlas. También, sin mencionarlo, se refirió a Finlandia, al criticar a los países que tienen en su territorio normas severas de protección del ambiente e instalan en naciones emergentes industrias contaminantes. Una referencia al conflicto con el Uruguay por la planta de celulosa de Botnia.
Kirchner estuvo en la sede de la ONU -a la que volverá hoy para dirigir su discurso ante la asamblea- dos horas. En los pasillos y apartes, mantuvo charlas informales con Michelle Bachelet, Ricardo Lagos (coordinador del panel sobre calentamiento) y con José Luis Rodríguez Zapatero, quien le confirmó que viajará a la Argentina en noviembre próximo. Cuando habló, el Presidente estaba acompañado de los ministros Carlos Tomada y Daniel Filmus y los legisladores José Pampuro y Alberto Balestrini. «Es una reunión 4+1», explicó con pompa de experto Pampuro para decir que el Presidente sólo podía tener cuatro acompañantes. El resto de la delegación vio todo desde atrás.
Con este discurso, Kirchner dio por terminada su jornada de trabajo. Arrastró a todos al restorán Bice, en donde almorzaron al mismo tiempo que Cristina de Kirchner era entrevistada por la revista «Time». Se volvieron a ver a la hora de la siesta para revisar el discurso que a la tarde pronunciaba la primera dama en la universidad. Cuando se fue la senadora y se dispersaron las miradas, partió a las zancadas de shopping por las inmediaciones del Four Seasons.
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