25 de septiembre 2007 - 00:00

Guiño a los bonistas

Néstor Kirchner hablará hoy ante la Asamblea de las Naciones Unidas; donde reflotó ayer la idea de bajar deuda a cambio de protección ambiental. Pondrá ahora el centro en Irán, dirá que ese país debe cumplir con el pedido de un fiscal argentino e insistirá con las consecuencias del atentado a la AMIA y el valor de las víctimas. Como si estuviera en la Argentina, habrá también un balance de su gestión -algo no común en ese foro- y una reivindicación de la causa Malvinas, tema que ningún mandatario del país obvió ante la ONU.

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Para el recuerdo, Néstor Kirchner, junto a Jorge Taiana, ayer en la reunión sobre cambio climático. Detrás, José Pampuro, Alberto Balestrini Daniel Filmus.
El gobierno argentino abrió una puerta, chica, entornada casi, al debate sobre la deuda pendiente de los bonistas defaulteados que no ingresaron al canje de la era Lavagna-Kirchner. Reflotó Néstor Kirchner, en un discurso en la ONU, la propuesta de canjear deuda de países emergentes por protección de los recursos naturales. Fue en un foro sobre el calentamiento global, donde sorprendióque el presidente argentino volviesea una fórmula que probó sin mucha suerte -como tantas otras cosas- el gobierno de Carlos Menem a través de la secretaria María Julia Alsogaray. Ese expediente ha sido ensayado en varias provincias argentinas, en algunas con normas expresas, como es el caso de San Luis, en otras de hecho, como las compras de grandes extensiones naturales por inversores extranjeros.

La fórmula que propuso Kirchner es ésta y deja pocas dudas: «Postulamos que para solucionar los temas pendientes se nos faciliten nuevos y creativos medios financieros y tecnológicos, reconociendo, por ejemplo, como mecanismo de pago de la deuda externa la contribución que implica el mantenimiento de nuestros reservorios naturales de vegetación y bosques». Aunque funcionarios que participaron de la redacción del discurso negaron que el proyecto estuviera dirigido primariamente a los «holdouts», la sola idea de que el presidente argentino ponga en discusión el tema deuda les da esa dirección. A menos que se refiera -y no será lo que ha querido el Presidente- a la deuda nueva contraída en el ciclo Duhalde-Kirchner, que es la que tiene que honrar en adelante el país si se sigue negando a reabrir el canje.

  • Experiencias

  • La idea de compensar la depredación y la contaminación que producen sobre el planeta los países industriales con el subsidio al mantenimiento de extensiones no explotadas ha sido la base de programas, como el de San Luis, de desgravar la inversión forestal en tierras fiscales.

    Más conocido es el caso de grandes inversores, como Ted Turner, Douglas Tomkins y otros en la Patagonia y en Corrientes, que justifican esas compras en que pueden ampararse en regímenes de reducción de impuestos en los países de origen.

    Esas adquisiciones han sido motivo de debate de los presuntos perjudicados -habitantes de esas zonas que tenían asentamientos informalesy la única respuesta que dio este gobierno fue a través del piquetero Luis D'Elía, quien, jaleado por Hebe de Bonafini, quebró tranqueras en campos de Corrientes que había comprado Tomkins. Este, para defenderse, argumentó que lo hacía porque tenía la plata y porque la Argentina no se ocupa de proteger el medio ambiente, lo mismo que dijo el embajador Raúl Estrada Oyuela antes de que lo echaran del cargo en la Cancillería, la semana anterior.

    D'Elía era secretario de Viviendas populares y sus intrusiones en esos campos, comprados con la misma intención que proclamó el Presidente aquí, no tuvieron, es cierto, eco en otros niveles del gobierno.

    La inclusión en el discurso de esta propuesta despertó la atención de observadores de la palabra presidencial en temas financieros que hacían ayer consultas con la delegación de qué grado de realidad podía tener ese proyecto para el gobierno, o si sólo se trataba de cháchara diplomática. Fueron esas consultas las que movieron a su vez los funcionarios a advertir el interés que despertó el discurso de Kirchner. «El Presidente habló de una idea basada en que los países deudores son los que poseen más recursos naturales», explicó uno los redactores del texto de Kirchner.

    El mensaje fue también una oportunidad para quejarse de los Estados Unidos por ser el país que más calienta el planeta con emisiones de carbono, pero que no ha firmado el protocolo de Kioto, que intenta limitarlas. También, sin mencionarlo, se refirió a Finlandia, al criticar a los países que tienen en su territorio normas severas de protección del ambiente e instalan en naciones emergentes industrias contaminantes. Una referencia al conflicto con el Uruguay por la planta de celulosa de Botnia.

  • Charlas informales

    Kirchner estuvo en la sede de la ONU -a la que volverá hoy para dirigir su discurso ante la asamblea- dos horas. En los pasillos y apartes, mantuvo charlas informales con Michelle Bachelet, Ricardo Lagos (coordinador del panel sobre calentamiento) y con José Luis Rodríguez Zapatero, quien le confirmó que viajará a la Argentina en noviembre próximo. Cuando habló, el Presidente estaba acompañado de los ministros Carlos Tomada y Daniel Filmus y los legisladores José Pampuro y Alberto Balestrini. «Es una reunión 4+1», explicó con pompa de experto Pampuro para decir que el Presidente sólo podía tener cuatro acompañantes. El resto de la delegación vio todo desde atrás.

    Con este discurso, Kirchner dio por terminada su jornada de trabajo. Arrastró a todos al restorán Bice, en donde almorzaron al mismo tiempo que Cristina de Kirchner era entrevistada por la revista «Time». Se volvieron a ver a la hora de la siesta para revisar el discurso que a la tarde pronunciaba la primera dama en la universidad. Cuando se fue la senadora y se dispersaron las miradas, partió a las zancadas de shopping por las inmediaciones del Four Seasons.
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