8 de marzo 2019 - 10:59

"El Gobierno está tratando de apagar el incendio con nafta"

Daniel Arroyo, exministro de Desarrollo Social bonaerense y actual diputado, cargó contra la política económica de la Casa Rosada. Cuestionó el manejo frente la "incesante inflación".

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El exministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires y actual diputado nacional, Daniel Arroyo, apuntó fuerte contra el oficialismo y lo responsabilizó por la incesante inflación y la convulsa situación social del país. En este sentido, afirmó que “el Gobierno está perdido” y propuso acciones inmediatas para contrarrestar la crisis que afectan a las familias y a las PYMES en Argentina.

Periodista: ¿Cuál es la proyección de inflación para 2019, siendo la de enero de 2,9%?

Daniel Arroyo: El presupuesto que se aprobó en el Congreso estimó el 23% de inflación anual. Pero está claro que superará el 30%, si es que el Gobierno lograra en la segunda parte del año bajar la inflación.

P.: ¿Qué variables están generando la inflación?

D.A.: El aumento de las tarifas. Leí que el Banco Central afirmó que lo que elevó el nivel de inflación en enero fue la mejora salarial de diciembre, pero está claro que no es así. Las tarifas están generando una brutal inflación y son las que están produciendo costos fijos cada vez más altos. Pero no es la única, le siguen los alimentos y los medicamentos.

P.: ¿Cómo evalúa la situación social?

D.A.: Estamos ante dos situaciones, incertidumbre e inflación. No hay precios de referencia, nadie sabe qué se compra con quinientos o cien pesos, nadie sabe con cuánto hay que ir al supermercado, ni cuánto le vendrá en la próxima boleta de luz y gas. Lo único que está claro es que todo sube permanentemente y que el Estado no tiene ninguna política de control de inflación. El Gobierno sostuvo ideas absurdas, pensó que el mercado la acomodaría, creyó que la recesión bajaría los precios, luego que lo haría el Banco Central, después aseguró que “lo peor ya pasó”. La realidad es que el Gobierno está perdido.

P.: ¿Cuáles serían las medidas que tomaría hoy para controlar la inflación?

D.A.: Primero hay que tener claro que comer tiene que ser barato porque Argentina produce alimentos para 400 millones de personas. Los once productos de la canasta básica tienen que ser accesibles, bajando el IVA, estableciendo un precio de referencia genuino o generando un mecanismo para meterse en la cadena de comercialización. Esto no solo resolvería parte del problema de la inflación cotidiana, sino que además mejoraría la situación social. La segunda es expandir la economía porque la realidad es que hay un achique brutal, el déficit cero. Como el Gobierno achicó todo y paralizó la actividad económica bajó la recaudación y como consecuencia el Estado recaudó menos y por ello debió achicar más para cumplir el déficit cero del FMI. En el medio, cada empresa remarca para intentar sostenerse sin saber cuál es el esquema de remarcación de precios. La salida no es con achique, sino con expansión. Hay que cuidar las economías regionales, la industria textil, construir un esquema de ampliación de la actividad económica y construir un sistema de créditos no bancarios, como lo tienen todos los países de Latinoamérica. A estos efectos, presenté un proyecto para llegar a tasas del 2 a 3% anual para la compra de máquinas y herramientas.

P.: ¿Cómo continuará el impacto de precios?

D.A.: El problema de base con el que el Gobierno arrancó este año es que la inflación fue del 47% en los precios minoristas y el 75% en los mayoristas. Es decir, hay un desfase fenomenal de casi 30 puntos que aún faltan trasladar a precios.

P.: ¿Es habitual esa diferencia?

D.A.: No. Lo habitual es uno o dos puntos. En una economía sana no hay desfasaje de esta naturaleza. En la lógica de la estructura de precios del empresario hay un precio minorista que le recargó menos que el proveedor e intentará aumentarlos para compensarlo. Pero a esta problemática cotidiana se le suma en el medio los tarifazos de servicios públicos, que cada vez son más imposibles de pagar.

P.: ¿Cómo entiende el rol del Estado ante los sucesivos tarifazos?

D.A.: Hay dos cuestiones, una de concepción ideológica y otra de intereses personales. Los servicios básicos tienen un precio, pero no son una mercancía solamente, sino un bien social. Acceder a la energía hoy es un derecho básico, y si bien hay que tener en cuenta la estructura de costos, también habría que entender que Estado debería cumplir su rol para compensar. El Gobierno no tiene esa idea y ve a la energía como un mero mercado. Pero además hay casos muy complejos porque hay una correlación muy directa entre los dueños de las empresas y el vínculo que tienen con los funcionarios del Gobierno. Está claro que el Ejecutivo no está de acuerdo en ver a las tarifas como un bien social y que además hay intereses cruzados.

P.: ¿Dónde se demuestran esos intereses cruzados?

D.A.: En que no tenemos la información de cuál es el costo de producir energía. Nunca lo publicaron, ni nos respondieron, es el secreto mejor guardado. Para saberlo convocamos a todos los responsables del área y ahora queremos convocar a Gustavo Lopetegui, el nuevo Secretario de Energía. La función del Estado es controlar, sin embargo las áreas estratégicas que deben hacerlo están del otro lado del mostrador. El Secretario de Comercio piensa en la rentabilidad los supermercados, no en la cadena de producción y en la mejora de precios. En energía, medicamentos y combustibles también liberan los precios. Hay una construcción ideológica equivocada y una estructura de negocios donde lo único que importa es la rentabilidad de las empresas.

P.: De ganar las elecciones Cambiemos, ¿qué implicancias socioeconomómicas prevé?

D.A.: Argentina pasaría a ser Chile. Allí existe una tecnocracia muy competitiva, un nivel de desigualdad altísimo donde hay quienes no tienen acceso a la salud, a la educación, los adultos mayores perciben una jubilación mucho menor que mínima y los carabineros que “acomodan” cuando hay un problema. Este es el modelo que tiene el Gobierno, un grupo soja-minería-sector financiero, una tecnocracia, un nivel de desigualdad alto a través de la transferencia de los que menos tienen a los que más tienen y el avance de las fuerzas de seguridad vinculadas a la represión. Si ganan vamos a ese esquema, pero con mucho conflicto social porque en Argentina hay una sociedad que resiste, que pelea y discute en la calle.

P.: ¿Para qué ejecutan la militarización?

D.A.: Básicamente para reducir costos. Lo que ha hecho Patricia Bullrich, ministra de Seguridad es de una irresponsabilidad enorme. Un día dice que se puede tirar por la espalda, otro que el que quiera puede andar armado. Al siguiente arma un protocolo de seguridad absurdo, que habilita a tirar a una persona que solo se formó nueve meses en la Policía Bonaerense y luego viene con la baja de la imputabilidad. Dio un mensaje de mano dura, de “vamos y tiramos”. Entiendo que hay una parte de la sociedad que acompaña esto, pero también que hay una irresponsabilidad porque está planteando un modelo imposible en la práctica, más allá de una cuestión valorativa. Y no está viendo cómo lo lee un pibe perdido en la esquina. Es grave, es una política pública, es la opinión del Estado, no la palabra de un vecino.

P.: ¿Por qué considera que la sociedad aún no estalló?

D.A.: La sociedad argentina implosionó, no está frente a un fenómeno de explosión, sino de implosión. Hay mucha gente que revienta para adentro, que no tiene laburo, que está mal, que no llega y la pasa mal. Ante esto se deprime o va a la violencia y esto es lo que se ve en la calle. Creo que aún no ha estallado porque sabe que si hay más “lío” se va a complicar y porque hay una red de asistencia alimentaria entre el Estado, los movimientos sociales y las iglesias. La política social hoy es armar bolsones de alimentos, tiene un sentido en medio de la crisis, pero estamos yendo para el siglo XIX. La política social debería ser capacitación laboral, crédito, emprendimiento, de desarrollo y no de asistencia. Esta es la foto de hoy, pero la sociedad se cansa y nada garantiza que la foto sea permanente en Argentina. El Gobierno está tratando de apagar el incendio con nafta.

P.: De ganar la oposición ¿Cuáles serían las acciones inmediatas que debería tomar?

D.A.: Aprendí estando en la gestión que los primeros cien días son determinantes para sentar las bases de lo que uno hará. Hay que dar vuelta la escuela secundaria, hay 24 % de desocupación en los jóvenes, hay que salir de las 14 materias y del modelo enciclopedista para uno más flexible, con escolaridad extendida y con pasantías en los dos últimos años. Además, hay que expandir la economía. Como por ejemplo, definir qué es competitivo (soja, minería, sector financiero), qué es socialmente relevante y qué sectores tenemos que cuidar (construcción, textil, comercio, metal, mecánico). Debemos redefinir un esquema de desarrollo donde promovamos la competitividad, cuidemos a determinados sectores, les saquemos la presión impositiva a PYMES y comercios. También debemos establecer un precio sostén para los once productos de la canasta básica, eliminar o reducir el IVA, generando un mecanismo para meterse en la cadena de comercialización y retrotraer las tarifas de servicios públicos a 2018, con aumentos que acompañen el aumento salarial de los argentinos.

P.: ¿Cómo se podría recuperar el empleo?

D.A.: El mercado de trabajo se está modificando en dos planos. En términos de nuevas tecnologías existen mecanismos que genera exclusión en el mercado laboral. En el próximo tiempo no se crearán sustantivamente muchos trabajos en la medida que tecnologías reemplacen la mano de obra. Pero además, el trabajo está yendo a una súper informalidad. Hoy los jóvenes se inscriben en el monotributo, utilizan su propia bicicleta, se compran la caja para llevar el delivery y con eso generan un ingreso. Hay que crear una escuela secundaria vinculada al mundo de trabajo y establecer un criterio. La Argentina tiene un 35% de trabajo informal y no debe a ir a un esquema de pura informalidad.

P.: Entonces…

D.A.: En el país se debe crear un mecanismo con cooperativas, con la producción y repensar desde la producción primaria y la cadena de distribución en qué comercializamos y hacia dónde vamos. Demos definir qué sectores tenemos que acompañar y crear un mercado de trabajo fuerte. Con un país que tiene 6 mil kilómetros de distancia y solo 44 millones de argentinos tenemos las condiciones y desde la oposición toda la voluntad para hacerlo.

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