9 de septiembre 2008 - 00:00

Inquieta a Kirchner coronación en orden regional que ansía Cristina

Néstor Kirchner espera, impaciente, que las gestiones de Rafael Correa para la UNASUR resulten fructíferas y no deriven en un costo político no computado.
Néstor Kirchner espera, impaciente, que las gestiones de Rafael Correa para la UNASUR resulten fructíferas y no deriven en un costo político no computado.
Por momentos, Néstor Kirchner se confiesa arrepentido de haber cedido a la poesía de Rafael Correa que lo endulzó con ser coronado como mandamás de la UNASUR, especie de orden continental todavía ficticia, émulo sudamericano, y tercermundista, de la Unión Europea.

Ingrato, el patagónico sospechó un trámite menos engorroso que el que le revela el día a día y que lo expone a un eventual tropiezo si el lobby del ecuatoriano, y unos pocos funcionarios argentinos, no logra seducir a todos los presidentes de la región con la magia K.

De hecho, el estatuto de la UNASUR establece que para ser proclamado secretario general debe contar con el respaldo unánime de los países miembros. Una sola negativa lo dejaría afuera y falta, aún, una postura pública y precisa de Colombia y Uruguay.

Como consuelo, en las últimas 48 horas, Kirchner recibió como buenas noticias episodios ocurridos en capitales sudamericanas. En Brasilia, Lula da Silva le transmitió a su esposa, Cristina de Kirchner, que Brasil no tiene vetos a la postulación del patagónico.

En Santiago de Chile, Michelle Bachelet amontonó en La Moneda a sus embajadores en países de la región y, escoltada por su canciller Alejandro Foxley, recomendó transmitir la conveniencia de que el referente de la UNASUR sea un ex presidente. Es decir: Kirchner.

Con eso, el actual jefe del PJ engloba el respaldo explícito de seis de los doce miembros del organismo continental: Ecuador, Venezuela, Brasil, Chile, Paraguay y Argentina. Dos, Surinam y Guyana, no figuran como actores de peso. Por eso, abarca a Colombia, Uruguay, Perú y Bolivia.

Por gestiones oficiosas, los lobbystas de la entronización de Kirchner habrían conseguido el ok reservado -por tanto todavía volátil- de Alan García. El peruano se mostró dolido y se hizo rogar: reprocha que sufrió de los Kirchner un ninguneo injusto e innecesario.

  • Candidato

    Un guiño similar, secreto y parcial, habría conseguido el patagónico de parte de José «Pepe» Mugica, senador uruguayo que figura en los mapas de la política oriental como seguro candidato a vicepresidente en una fórmula compartida con Danilo Astori. Dos semanas atrás, Mugica estuvo en Olivos reunido con Kirchner. Allí, se afirma, el ex tupamaro habría trasmitido la premisa de que si Kirchner logra un acompañamiento mayoritario, desde Montevideo no se emitirá un mandato para bloquear su designación.

    Según ese mapa, que se dibuja con datos que faxean a Olivos desde Cancillería -tarea que recae sobre el vicecanciller Agustín Colombo Sierra- y desde la Unidad-Presidente, donde exterioriza su americanismo populista Rafael Follonier, sólo falta la señal de Colombia y Bolivia.

    Evo Morales no debería, especulan, ser un problema en sí. Pero Bolivia, a través del canciller David Choquehuanca, lanzó la candidatura de Pablo Solón que había logrado, curiosamente, el aval de Bachelet. Ayer, el apoyo chileno a Solón habría comenzado a licuarse.

    El argumento parece sólido: por rango, por acceso, Bachelet habría argumentado que un ex presidente sería mejor representante que un diplomático a secas. Es música para los oídos de Kirchner y, más de Cristina, que desea para su esposo un empleo que lo aleje de sus ministros.

    En paralelo, Solón se entreveracon un discreto grado de resistencia dentro del gobierno de Morales: el patrocinio de Choquehuanca deriva en que el vicepresidente Alvaro García Linera le mezquine su adhesión. No son grandes amigos el vice y el canciller.

    A favor de Solón se recorta un elemento interesante: por los sacudones internos que enfrenta Bolivia, que la UNASUR designe a un asesor de Evo Morales podríatraducirse en un respaldo explícito de los demás países de la región al presidente boliviano.

    El caso Colombia también es brumoso. Kirchner no guarda buenos recuerdos de Alvaro Uribe. Lo acusa, donde y ante quien sea, de haber conspirado para que fracase la liberación de rehenes de las FARC en diciembre pasado, que lo arrastró a la selva colombiana.

    Sin embargo, en gobierno estiman que al final Uribe aceptará la nominación del patagónico porque Solón, por ser del staff de Evo Morales, aparece peligrosamente cerca de Caracas. Antes que a un bolivariano indigenista, Uribe podría preferir a un peronista fiscalista.

    Tarea infructuosa, no para los funcionarios de Cancillería y Presidente, la de enhebrar un operativo de conquista que le permita a Kirchner ser designado en Viña del Mar el próximo 22 y 23 de octubre, donde se realizará la próxima cumbre de la UNASUR. Es Correa el que oficia, a la luz, como el principal lobbysta de Kirchner y quien, estudioso, lo conquistó con el argumento de que si logra estar al frente de la UNASUR será el primer argentino, en la historia, que ocupe cargo de peso e impacto continental.

    La oferta última de Correa fue ceder la localía de Quito, donde por estatuto está la sede de la Unión, para mudarla temporalmente a Buenos Aires, traslado que le permitiría a Kirchner no desatender su oficio de presidente simultáneo y jefe del PJ.

    ¿Aceptaría Correa, que se juegasu prestigio al postular a Kirchner, desplazar la cede a otra ciudad sudamericana si los demás presidentes no avalan la designación del patagónico? Un interrogante que quizá juegue a favor del argentino.
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